llegan cartas

La educación y los colegios tomados

 

Prof. M. Carlos Visentín.

DNI. 2.389.173.

Señores directores: La toma de los colegios y facultades por parte de los alumnos, que es lo que ocurre actualmente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es un delito que las autoridades y la Justicia debieran castigar.

Es un crimen a la educación, y tiene un significado mucho más profundo que el hecho en sí mismo, porque marca también la crisis de los padres y del hogar, la aceptación del desorden, el dejar sin castigo a quienes vulneran reglamentos y leyes que todos deberían respetar.

También marca cómo se hacen los distraídos quienes debieran arbitrar las medidas para no tolerar a los que siembran el caos.

Si es verdad que motiva este hecho una razón política —derrumbar a Macri— entonces todo se agrava, porque entra en colisión hasta la misma democracia, que aplicada en esta forma deja de ser un sistema social adecuado.

En la enseñanza el orden es esencial, y las medidas -como las comentadas acerca de que se continuarían las clases hasta febrero de 2011- no salva el daño ya causado, y es hasta dudosa su aplicación. La verdad es que la educación está en crisis desde hace rato; se ha roto la cadena de mandos —que no es mala palabra— no hay respaldo a los profesores y directivos, el pasar de grado automáticamente, el extremado facilismo para evitar las deserciones y lograr estadísticas engañosas, es una enfermedad que el gobierno acepta equivocadamente.

Las razones expuestas por el alumnado para la toma de los colegios es un argumento que no resiste ningún análisis. Las estructuras de las aulas no serán perfectas, habrá seguramente algunos vidrios rotos —por los propios alumnos— faltará algo de pintura, porque no hay plata para un mantenimiento perfecto —que todos los años se hace en vacaciones— pero los techos no están “por caerse” como manifiestan los alumnos. ¿Qué debieran hacer —entonces— los alumnos de las escuelas-rancho del país, que son muchas, esos alumnos que para concurrir deben utilizar caballos o simplemente caminar diariamente distancias considerables?

La mala aplicación de los Derechos del Niño y de los Tratados Universales de ese tipo, firmados por el país, resultan de negativa trascendencia, porque los mismos no les otorgan derechos a los menores para manejar a los mayores, y cualquiera, con sentido común, conoce que a los menores les falta transitar muchos años por la vida para tener la experiencia de un adulto.

Por último hay otro aspecto que es grave, y que afecta íntimamente a la justicia, y es que se hace “costumbre violar la ley sin merecer castigo”. Esa es la más perniciosa y peligrosa de las costumbres. A mi entender, los cabecillas de las tomas de los colegios tendrían que ser sancionados pero... también conozco que es muy difícil, imposible diría, lo cual asegura un porvenir lleno de negras nubes en la educación argentina. No hay que sancionar por sancionar, sino la aplicación correcta de la justicia, para evitar reincidencias de hechos deplorables.