El asesinato de Carlos Cano

Extraños en la noche del crimen

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En la casa de Guadalupe se hallaron vestigios que sugieren la presencia de personas ajenas al grupo familiar. Foto: Guillermo Di Salvatore

La viuda de Cano va a Tribunales mientras la escena del asesinato sugiere la intervención de personas ajenas al grupo familiar.

 

José Luis Pagés

jpages@ellitoral

Marcela Kloster fue llevada hoy a Tribunales, para declarar ante el juez Sergio Carraro en la causa que la relaciona con la muerte de su esposo, Carlos Alberto Cano.

Kloster (35) quedó detenida, incomunicada y a disposición de la Justicia tras denunciar que Cano (78) había sido asesinado en su casa de calle J.P. López al 700, el último sábado cercano el mediodía.

Como la viuda de Cano, también serán indagados dos hombres que guardaban con los integrantes de la pareja distintos grados de relación por razones de trabajo, amistad o familia.

El sábado, Kloster salió de su casa y cruzó la calle, pero al no encontrar a su vecino médico entró en crisis, de modo que entre gritos y llantos contó a la primera persona que halló en el camino que en su casa habían entrado ladrones y que su marido estaba muerto.

Escena macabra

Esa persona _empleada en una veterinaria que se hallaba en el vecindario por razones de trabajo_, acompañó a Kloster y con ella ingresó a la casa, pero apenas se asomó a la escena retrocedió espantada. No era para menos, la sangre que manchaba los pisos sugería la cruenta escena que dominaba el dormitorio.

Los peritos de la URI que llegaron al lugar del crimen encontraron que la víctima presentaba una profunda lesión contuso cortante en la cabeza y otras lesiones propias de un forcejeo entre víctima y victimarios.

También encontraron, los agentes policiales, el hacha de mano presuntamente empleada para soltar sobre Cano el golpe mortal cuando aquel se encontraba arrodillado junto a la cama del matrimonio.

Otros vestigios fueron rescatados de la escena para ponerlos a disposición de la Justicia. Ellos hablan de la reunión de un grupo de personas que fumaron, bebieron y miraron videos antes o después de la muerte de Cano.

En el dormitorio se habría observado además que hubo actividad sexual y es pornográfico uno de los videos secuestrados. Los puchos aplastados hablan de gente extraña al ámbito familiar que formaban Cano, Kloster y la hija de esta última, menor de edad.

Marcela Kloster diría en su descargo que la noche del viernes la pasó junto a su hija en la casa de su madre y la autopsia dirá la hora aproximada en la que el hombre fue asesinado.

Desde un primer momento las distintas fuentes consultadas observan con desconfianza a la viuda de Cano, por no decir que hacen recaer en ella todas sus sospechas.

Quizás la casa de la víctima -Cano tiene una hija-, la jugosa pensión de Aguas y Energía, o las diferentes edades de los esposos, son datos que dan lugar a interrogantes que sólo con la investigación judicial encontrarán respuesta.