Al caballo en su día, salud

Pasó un nuevo aniversario del día del caballo, desde siempre un aliado de las fuerzas productivas de nuestro campo.

 

Federico Aguer

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Desde el año 1999, todos los 20 de septiembre se celebra en la Argentina el día del caballo. El decreto oficial faculta al Ejecutivo a requerir a las escuelas como a las unidades militares del Arma de Caballería, Gendarmería y Policía Federal realicen evocaciones alusivas al caballo y su significación en la República.

El caballo árabe es una raza inteligente, alto espíritu y resistencia excepcional. Se desarrolló en un clima desértico, entre la gente nómada beduina, forjando una relación afable con el hombre. Pero también impulsó el espíritu y la vigilancia necesaria en un caballo usado para la guerra.

El Pura Sangre es la raza de caballos más rápida y de las más valiosas. Mezcla de equinos diferentes, ha sido la mayor influencia en las carreras de caballos, aportándoles mejor estética, velocidad y resistencia.

El percherón es un animal valiente, mezcla de razas repartida en las regiones del Perche, la Normandía y el Orleanés, en las onduladas praderas de pastos naturales, surcada por ríos mayores e infinidad de riachos con valles cubiertos de bosques.

Pero nuestro legado grande es del caballo criollo. Yeguarizos descendientes puros de los traídos por los ibéricos en la época del descubrimiento y conquista de América, que han adquirido caracteres propios a través de los siglos de adaptación al medio ambiente americano. Santa Fe lo homenajea cada año en San Cristóbal, heredera de la vieja “Remonta y Veterinaria”.

“Al caballo que no tuve yo le llamaba distancia/pero distancias hallé y ahí mi caballo no andaba/entonces yo comprendí/que se llamaba esperanza/fiero pa”’hallarlo en el campo caballito de la nada. Yo mismo le hice recáu con cueros de mi nostalgia/y unos estribos de nuncas y un cojinillo de lágrimas”, dijo Larralde.

“Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen/manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran, de plomo las calaveras. Con el alma de charol/vienen por la carretera. Jorobados y nocturnos, por donde animan ordenan/silencios de goma oscura/y miedos de fina arena. Pasan, si quieren pasar, y ocultan en la cabeza/una vaga astronomía/de pistolas inconcretas”, reza el sombrío Romance de la Guardia Civil, de Federico García Lorca.