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Un encuentro aparentemente casual es el disparador de “Sótano”, escrita por Josep Maria Benet i Jornet.

Teatro de calidad para todo público

La Comedia Catalana de Santa Fe estrenó “Sótano”, su segunda obra, buscando generar la misma repercusión que tuvo “Fuga”, con la que llenaron el Teatro Municipal. Desiderio ángel Penza, director de la propuesta, cuenta los entretelones de este trabajo.

TEXTOS. IGNACIO ANDRÉS AMARILLO. FOTOS. ALEJANDRA PAOLA SEGOVIA Y MARTÍN BAYO.

 

El pasado 10 de septiembre La Comedia Catalana de Santa Fe estrenó en el Teatro de la Abadía su segunda obra, “Sótano”, de Josep María Benet i Jornet, luego de haber llenado la Sala Mayor del Municipal con “Fuga”, la obra de Jordi Galcerán con la que se dieron a conocer.

Cuenta Desiderio Ángel Penza, director del grupo: Ya sabíamos que la gente se ríe; ahora, ¿qué pasa si le mostramos una historia más truculenta, de ‘estar atado a la silla’? Un encuentro supuestamente casual entre dos tipos, donde te vas dando cuenta de que nada es tan casual, y que todo tiene siempre una segunda intención. Hay un tema muy truculento que es una desaparición de por medio.

Cambiamos de género, apostando a que el público encuentre dentro del teatro la esencia de lo vivo. En esta época tenés el WiFi, la TV de plasma con una imagen maravillosa. ¿Qué es lo que tiene el teatro para ofrecer? Esa es la pregunta que se hace en crisis el teatro desde la década de los ‘80 o ‘90. Y justamente lo que creo que tiene de fuerte, de maravilloso, es esto del pulso. Porque una cosa es que vos veas en una película que un tipo agarre a otro y lo zarandee; hubo 50 tomas, se eligió la mejor y se hizo todo un diseño de efecto 3D para que veas que le pega fuerte. Pero acá cuando un tipo zarandea a otro, como en “Fuga’ cuando está el cachetazo, es real: lo escuchás, la sangre se agolpó en el cachete, y sucedió.

Eso que pasa, y que siempre es plausible de un error, de un problema (ves al actor todo el tiempo como un atleta), es lo que lo hace más rico. Ahora pensalo en formato suspenso, donde las miradas todo el tiempo cambian, las intenciones cambian, y pasa en vivo. Eso ni el cine 4D te lo puede dar”.

—El cuerpo del actor...

—Claro: transpirando, poniendo todo, si se cae se cae, o pasa un accidente y lo toma. Me acuerdo una función de “Fuga” que se había roto el cenicero y Javier Bonatti (que es un genio) lo incorporó en la escena como una crisis histérica que le pasaba, porque correspondía que su personaje sea así. No tenemos presupuesto para un cenicero por función (risas). Para mí es mágico.

COMEDIA PARA TODOS

- ¿Qué recepción tuvieron del público con “Fuga”?

- La mejor respuesta está en la mirada de la gente, cuando se divierte se nota. Uno de los objetivos de la Comedia Catalana es acercar a la gente al teatro; vimos gente “del ambiente” y gente que no, y eso fue el sostén para hacer nueve funciones en la Abadía (más de dos meses en cartel).

- ¿Por qué hicieron la despedida en la Mayor?

- Porque fue pensada para llegar a un público, y en la puesta que nació en la Abadía estaba un poco el sueño de terminar en la Mayor, para los que la quieran volver a ver y los que escucharon comentarios (pasamos los 1.000 espectadores). Y darle un cierre apropiado al primer año de un proyecto que humildemente espero que me supere. Y los actores se merecen esto.

- ¿Cómo fue la experiencia?

- A muchos niveles fue única y me va a dejar una marca muy fuerte por mucho tiempo: la magnitud, trayectoria e importancia de ese espacio son innegables para todos: es como ir a jugar a un gran estadio. Me acuerdo que antes de la función le dije a los chicos: “Todos los actores, consciente o inconscientemente se preparan siempre para este momento; éste es su momento”. Y eso fue: nuestro momento. Desde que el proyecto había arrancado yo había soñado con llegar a la Mayor, y concretarlo... fue único.

Todos, absolutamente todos, tanto los actores como los que estamos debajo de escena terminamos extremadamente cansados y felices, sabiendo que nos habíamos entregado en cuerpo y alma a esa función.

Y quedan otros recuerdos imborrables: la cara de felicidad de los chicos al recordar el primer encuentro con esa sala llena de espectadores, los conocidos y amigos que estaban tan o más felices que yo de que se hubiera concretado con creces ese sueño, la sensación de que el cuerpo se volvía ingrávido ni bien terminó la función, esa mezcla que nunca había sentido de emoción y cansancio...

Tardé un par de días en terminar de caer y tomar conciencia de la magnitud de lo que hicimos... De hecho fue el lunes, cuando iba a hacer unos trámites al teatro. Se me acercó alguien del personal y me dijo “te felicito: sólo se ve tanto público cuando viene un espectáculo de Buenos Aires”; y fue en ese momento que, mientras le agradecía sus palabras de apoyo me dije “llegamos”.

- ¿Cómo eligieron esa obra?

- Inicialmente iba a ser otra, pero hubo un retraso en los derechos y decantamos en “Fuga”. Al pobre Galcerán lo acosé a correos electrónicos, y me pegó la comedia de timadores: mezcla la comedia de enredos con vueltas de tuerca; un teatro dentro del teatro. Va mezclando un lado muy cómico pero con una arista siniestra: entre todos no sabés con quién quedarte. Nadie es inocente ni totalmente malo. En el teatro catalán siempre está eso: está asimismo en “El método Grönholm”, también de Galcerán.

EQUIPO

- ¿Cómo se armó ese elenco?

—Comenzó con chicos de “Remanente de invierno” (mi arranque acá en Santa Fe) y buscando más por referencia que por casting. Arrancamos con un grupo base que eran Carina Cammarotto y Javier Bonatti, que yo sabía que iban a ser la pareja protagónica.

A través de Victoria Menéndez llegó Natalia Isla, la mujer fatal. El asesino no lo da cualquier actor y puede pinchar la obra: José Díaz da cómico y siniestro. Y por no vivir nadie del teatro es difícil encontrar alguien de más de 40 años con disponibilidad: Guillermo Frick estuvo disponible, después se fue para la Comedia Universitaria y este año lo reemplazó Sergio Urbino, el escenógrafo de la obra.

- ¿La idea es generar un elenco estable?

- Algo que decía Luciano Delprato, director de la Comedia Universitaria del año pasado, es que en 2000 entró en crisis el concepto de grupo. La Comedia Catalana seguramente va a ser un equipo de producción fijo (además de Cecilia Wilhjelm se sumaron Cristina Vallejos y Gabriela Perezlindo), pero en la parte actoral es mejor dejar que fluya. En esta nueva puesta no hay ningún actor de “Fuga”.

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El director junto a la productora Cristina Vallejos (de pie) durante la función de despedida de “Fuga en la Sala Mayor del TEatro Municipal.

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APOYO

- ¿Cómo es el vínculo oficial de ustedes con los catalanes?

- Se dio casi en sentido inverso: yo empecé contactándome con Galcerán y justo por una vuelta de la vida Martín Rueda (operador de LT10) me puso en contacto con el Casal de Catalunya, y ahí hicimos un “dos más dos”: “a mí me interesa hacer teatro de autores catalanes, ustedes representan a la comunidad catalana; ¿por qué no nos unimos?”.

Desde ahí fue un ida y vuelta. Mi sueño sería decir un día: “Señores del Casal, este es su proyecto, no es más mío; ahora tómenlo y convoquen a otros directores”. Y por suerte en ésto, tanto el Casal de Catalunya de Santa Fe como lo que se formó luego, que fue la Comisión Argentino-catalana de Celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo, tuvieron fe en mí, en el proyecto, en el producto final.

Desde la presidenta, Clara Porta, hasta Esteban Cadoche, presidente de la Comisión Argentino-catalana (a través de quien hemos llegado a la Sala Mayor) acompañan y gestionan sueños.

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Franco Pauloni y el propio Desiderio Penza: duelo actoral en “Sótano”, la nueva apuesta de la Comedia Catalana.