Se ordenarán el 30, en la basílica de Guadalupe

Jóvenes que se preparan a ser ordenados sacerdotes

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Dado que ya son diáconos, cada uno de ellos está haciendo su trabajo pastoral en una parroquia. Foto: Flavio Raina

“Seremos sacerdotes porque esto es obra de Dios. El ha suscitado en nuestro corazones todas las ganas”, sostienen.

 

De la redacción de El Litoral

Son jóvenes como tantos otros: alegres, de risa fácil, expansivos, dicharacheros. A estas condiciones, mientras iniciamos la conversación con ellos, les da marco un hermoso jardín pletórico de flores y plantas que ellos mismos cultivan. Pero tienen un denominador común: son 6 muchachos que se preparan para ser ordenados sacerdotes el 30 del actual, a las 10, en la basílica de Guadalupe. Se trata de Matías Ezequiel Camussi, Juan Carlos Barría, José Milesi, Andrés González, Carlos Dante Magnano. Aunque en la entrevista estuvo ausente por tener que cumplir tareas pastorales Pablo Cerdán.

Su tarea será difícil, ya que encararán la de ser pastores de almas, “pero la fuerza la pone el Señor, nosotros sólo somos sus instrumentos, con nuestros defectos y debilidades y también nuestras virtudes. Jesús es el verdadero pastor de la Iglesia y nosotros trataremos de ayudarlo. Cuando la gente lo busca a uno es porque en realidad busca a Dios. Él es el que, en definitiva, siempre estará obrando”, dejan bien claro.

“No seremos sacerdotes porque confiamos en nuestras potencias, en nuestras capacidades o por ambición personal, sino que esto es obra de Dios. El ha suscitado en nuestros corazones todas las ganas. La vocación no es de alguien que quiere ser cura, es un llamado de Dios y una respuesta nuestra. Por eso el 30 oficializaremos nuestra respuesta, le diremos sí a Cristo. Y también estaremos en el mundo, como Él lo hizo, compartiendo sus vicisitudes”. Dado que ya son diáconos, cada uno de ellos está haciendo su trabajo pastoral en una parroquia.

Preparándose para dar el sí

Matías (26 años) ingresó al seminario a los 18, al término de la secundaria. “Tuve una vida como cualquier adolescente, me gustaba salir, iba al boliche, pasé por algunos noviazgos”, confía, agregando que “no hay que ser extraterrestre para tener esta vocación”.

Desde el 4º año de la secundaria comenzó a hacer una vida parroquial más intensa y en 5º año ya animaba un grupo que se llama Infancia Misionera y participaba del coro. “Me sigue gustando mucho la música, sobre todo el canto, que a veces acompaño con la guitarra”, detalla, a la vez que identifica a tres sacerdotes que lo acompañaron en este camino: Daniel Gaze, Gustavo Appendino y Alberto Lovato, el párroco de la cuasi parroquia San Marcos, en el barrio Sgto. Cabral. “Básicamente el llamado de Dios lo sentí trabajando en la parroquia, con un deseo muy grande de servir a los demás y de transmitir la fe. Hoy, a un paso de ser ordenado me siento muy feliz de dar el sí de corazón al Señor”.

Por su parte, Juan Carlos (41 años), perteneciente a la parroquia San Roque, cuenta que todo empezó con las charlas con dos sacerdotes que se dedican a dar retiros y también con el párroco Alberto Lovato. “Después de un año de discernimiento, entré al seminario a los 33. Sentí una inspiración, que el Señor me llamaba, y dejé 10 años de trabajo en seguridad para Telecom; estudiaba periodismo en el Instituto 12 (me faltaban rendir algunas materias que ya tenía cursadas); participaba de la Legión de María y estaba de novio hacía unos cuantos años. Pero tras confirmar que lo que me sucedía no era algo pasajero, hice mi opción: servir al Señor. Hoy estoy en Lourdes, haciendo trabajo pastoral y soy inmensamente feliz”, confiesa, y continúa: “A mi madre le costó un poco que ya de adulto abandonara todo para ingresar al seminario, pero con el paso del tiempo lo aceptó”.

Historias de vida

En tanto, José, que es de San Justo, ingresó al seminario a los 21 años después de haber hecho la secundaria y un nivel terciario. “Mi adolescencia fue como la de cualquier adolescente de este mundo -dice- y mis referentes fueron los sacerdotes Carlos Tibaldo y Ricardo Cossio. Llegué aquí sin tener ninguna experiencia en cuanto a la vocación religiosa, tanto que cuando mis compañeros leían la Biblia y meditaban, yo tenía que leerla de punta a punta, porque no la conocía como ellos... Además no había hecho ningún retiro, pero en el seminario fui afianzando mi vocación y me di cuenta de que Dios me llamaba para este camino. En mi casa mis viejos lo tomaron bien y también mis abuelos, con los que tenía una relación muy estrecha, aunque ellos sintieron un poco el desapego”.

Andrés González (30 años) entró al seminario a los 22, el día de su cumpleaños. “La iniciativa de escoger el sacerdocio siempre la tiene Cristo y uno lo sigue”, afirma con convicción, añadiendo que “en el seminario Dios lo va enriqueciendo por caminos distintos de lo que uno imaginaba. Si se está disponible esto es una gracia”.

Carlos Dante Magnano ( 27 años), oriundo de María Susana, nos indicaba que “Dios me llamó a los 8 años y no sé por qué, pero yo lo sentí así. Mi abuela me dijo una vez: “Seguí a esa señora’ y esa señora iba a misa y así empezó mi camino. Lo único que yo sabía era que quería ser como el padre Ferrari, era mi modelo, y a los 13 años entré al Seminario. Hace 14 años que estoy aquí. En los primeros años yo seguía queriendo ser como el P. Ferrari, pero con la ayuda de Dios uno se va dando cuenta que es por otra cosa que quiere estar aquí, va madurando esos temas. No fue fácil con mi papá. Con mamá tuvimos que convencerlo porque yo necesitaba su firma para entrar aquí. Ahora sí, está entrando en clima. Somos 3 hermanos, somos católicos obvio, pero no éramos practicantes. Era mi abuela la que por ahí metía un bocadillo. ¡Cómo se sirve Dios de esas cosas mínimas! Luego hice la secundaria en el colegio San José y aquí estamos...”.

Finalmente, todos hacen una reflexión: “El mundo no está buscando la verdad y cuando la Iglesia no se calla, hay muchos que se molestan. Se habla de libertad de expresión, pero no puede aceptar que la Iglesia diga su verdad. El Reino se construye entre luchas, y no es que nosotros seamos el bien personificado, porque el bien es Cristo, sólo intentamos seguirlo, con todas las imperfecciones del ser humano”.


Festejos por San Jerónimo

El sábado comenzaron los festejos y cultos en honor al patrono de Santa Fe en la capilla bajo su advocación. Las familias del barrio Centenario se reunieron en la plaza que lleva el nombre del santo para compartir una mateada y disfrutar de la Peña Murga Show. El lunes, a las 18.15, continúa la novena con el rezo por los enfermos y luego la misa; el martes el rezo será por nuestra patria en su bicentenario; y el miércoles por los jóvenes, por la noche se orará; y el jueves Día del Patrono habrá: a las 10, ordenaciones sacerdotales en la Basílica de Guadalupe; a las 17, procesión y misa presidida por Mons. José María Arancedo; y el 9 de octubre habrá una cena patronal a beneficio de las obras en la capilla.