De domingo a domingo

Cómo avanzar sin perecer en el laberinto de los Kirchner

Hugo E. Grimaldi

(DyN)

El signo del actual gobierno, el karma que no puede dominar y el motivo principal de la pérdida de adhesiones es la chapucería, en todas sus acepciones.

Como un ansioso que no puede controlar sus tics, los Kirchner avanzan más de la cuenta y se chocan de frente y de perfil, de modo recurrente, con las paredes de su propio laberinto.

La consigna es parecer, aunque la realidad diga otra cosa. En ese sentido, se asemejan a Diego Maradona quien, en su negativa a bajarse del caballo, los acaba de involucrar, aunque lo que él tampoco atina a comprender todavía es que a veces es bueno desensillar hasta que aclare. Sin embargo, el matrimonio siempre va por más, aunque queden por detrás hechas jirones algunas cuestiones institucionales, de planificación o de simple sentido común.

En esta línea, las obras se anuncian, se vuelven a anunciar y no se terminan. La propaganda oficial consigna que hay más autopistas, más casas y más escuelas, aunque nadie sabe a qué costo. Ni el boleto único se ha podido implementar. Hasta el fracaso de Lafsa, la única línea aérea del mundo que no tiene aviones, le sigue costando a los contribuyentes cuatro millones de pesos al año.

No es la inflación sino lo político

Pero quizás lo económico no sea su mayor problema. Si fuese por el dinero que la gente tiene en sus bolsillos, aunque se deshaga por efectos de la inflación, el matrimonio ya tendría asegurado el mayor de sus desvelos, la reelección en 2011. Hoy, los planetas de la economía están alineados para que eso suceda: la soja sube, la lluvia acompaña y Brasil tira. Al fin y al cabo, el consumo es un placebo maravilloso que además sirve como dormidera.

Quienes tienen más de 30 años saben de qué se trata la inflación y aunque en estos tiempos de dólares en exceso existen ciertos reaseguros que deberían contener los procesos de antaño, la suba constante de los precios está haciendo su trabajo contra el ingreso de los más necesitados, la inversión y la creación de empleo.

La mayor dificultad que expresa el gobierno y que le ha crecido de modo exponencial le viene desde el costado político, donde, por autosuficiencia o por desconfianza, no quiere sintonizar con nadie que no piense igual, sobre todo en terrenos donde suele generar falsas epopeyas que luego se le deshilachan y lo dejan en evidencia a la hora de retroceder o de cajonearlas.

Choca con la Corte, con la oposición, con la prensa, con los que llama los “poderes concentrados”, choca con quien se le cruce y abre heridas a diestra y siniestra, que luego no sabe cómo suturar.

Tal como ha confesado uno de sus integrantes más notorios, resulta todo un problema para el kirchnerismo más fiel cómo hacer para atender los humores del matrimonio presidencial y tejer los hilos de la política al mismo tiempo.

El ministro de la Corte Eugenio Zaffaroni, probablemente el más cercano de los jueces a las posturas K, tuvo que hacer malabares en un reportaje para no quedar descolocado ante sus pares, en relación al caso Santa Cruz. El juez se excusó en que no leyó la causa, pero en el fondo de la cuestión admitió como novedad que la Corte no puede hacer nada para que se cumplan sus órdenes, lo que significa nada más ni nada menos que una claudicación de su parte. O bien que Zaffaroni comulga con la aparición de nuevos paradigmas afines a las hegemonías o, tal como imaginaba esta columna la semana pasada, que la solución del caso deberá aportarla la política.

Aníbal Fernández, quizás el escudero más fiel que tiene el kirchnerismo por trinchera, labia y capacidad, empezó hablando del “cumplimiento imposible”” y ahora ha virado hacia formas más lógicas de acercamiento político, lo mismo que negaba en primera instancia la génesis de tan famosa frase.

En el mismo lote, podría ponerse al gobernador Daniel Peralta, quien, como los teros, gritó bastante en un lado para complacer a los Kirchner, pero por detrás hizo los deberes y mandó un proyecto a la Legislatura provincial para rehacer la situación, quizás seguro de que no se lo van a votar, y una nota a la Corte pidiendo instrucciones.

Si en el caso de Santa Cruz la realidad está marcándole ciertos límites al gobierno, por el lado de la prensa los tironeos se hacen cada vez más ríspidos y avanzan hacia terrenos de difícil tránsito.

Como ha dicho Adepa

Como ha dicho la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), en estos tiempos es posible “escribir y decir” lo que se piensa, pero “en un escenario tenso, de presiones directas e indirectas”, en el que se percibe “un ánimo de cooptación, confrontación y revancha de un gobierno que ha elegido al periodismo como enemigo y busca debilitar sus funciones de contrapeso y de vehículo de auditoría social”.

En un tema conexo con el disciplinamiento de los medios no alineados, el caso Papel Prensa es un ejemplo que combina el deseo de regimentar la opinión, con la búsqueda de un daño patrimonial, en este caso a Clarín y La Nación, socios privados de la productora de papel para diarios.

El mundo del revés, lo acaba de graficar Adepa, tras los proyectos de ley que buscan declarar la actividad de “utilidad pública” y otro que crea un marco regulatorio donde el socio minoritario (el Estado) pasa a ser quien fija las reglas de la actividad: “Ocurre que quien debe ser controlado por el periodismo se convierte en controlante del insumo básico de la prensa”, dijo en defensa de la libertad de expresión.

En relación a la parte más abominable del caso, la presentación que hizo el Estado para dilucidar el modo en que la familia de David Graiver traspasó su acciones en 1976 a Clarín, La Nación y La Razón, también muestra cómo el gobierno se dio cuenta que había amasado un gigante con pies de barro que no puede convencer a nadie, salvo a la militancia más acérrima, y tuvo que retroceder.

Fue tan endeble el Informe del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno (“Papel Prensa-La Verdad”) que la propia presidenta de la Nación dijo con mucho pudor, cuando lo presentó el pasado 24 de agosto, que “tenía certezas y no pruebas” y más tarde, los abogados del propio Estado tuvieron que abandonar la idea de acusar para “meter presos a los responsables” y cambiaron su presentación por un más moderado “para que se investigue”, debido a que los testimonios de otros protagonistas (Isidoro Graiver, Rafael Ianover, la misma Lidia Papaleo) contradijeron de diferentes maneras la tesis oficial.

El ofrecimiento de dos millones de dólares

Pero además, durante la última semana, esa investigación sufrió un vuelco trascendente, ya que el presidente de la sociedad que edita el diario La Nación, Julio Saguier, reveló ante un escribano público que Lidia Papaleo, la viuda de David Graiver, le manifestó hacia fines de mayo que le habían ofrecido hasta dos millones de dólares para que se sume a una operación del gobierno que buscaba demostrar que las acciones de Papel Prensa que tienen en su poder los diarios, le habían sido arrancadas con torturas en tiempos de la dictadura militar, lo que permitiría encuadrar la situación en un crimen de lesa humanidad, por ese motivo, imprescriptible.

Lo más grave de la situación es que Papaleo le refirió a Saguier que ese ofrecimiento y los detalles del plan fueron conversados por ella en la Quinta de Olivos con Néstor Kirchner en persona y que en las reuniones estuvieron presentes su hermano Osvaldo, pero además la presidenta de la Nación, el secretario Moreno, el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini y el diputado kirchnerista Carlos Kunkel, quien, según dijo Papaleo, fue quien la transportó en su auto la primera vez.

Con los Kirchner en Nueva York, hasta la media tarde del sábado no se había escuchado una sola voz del gobierno decir ni una palabra sobre el asunto. Otros adversarios de fuste, el kirchnerismo se los ha sabido ganar entre los empresarios, tras un juego de siete años que ya los hombres de negocios no juegan más.

Ahora, se le plantan al gobierno, sobre todo si se los pretende chucear con un proyecto de distribución de ganancias al que no se oponen porque es un planteo constitucional, pero al que no quieren llegar como convidados de piedra, sobre todo porque se les había prometido consensuar.

Sin embargo, con la venia de Kirchner, el proyecto del diputado Héctor Recalde ya circula por el Congreso y nadie en el ambiente empresario ha podido decir ni “a”, hasta la contundente declaración del Grupo de los Siete de esta semana que teme no sólo por la “cogestión” que se plantea, sino porque la futura ley le otorga demasiada libertad a la reglamentación.

Todo este juego bien laberíntico de confrontación y retroceso que transita el oficialismo se completa con las acciones que se llevan a cabo en materia partidaria con miras a las elecciones de 2011, que involucran no sólo a potenciales aliados, gobernadores e intendentes o al mismísimo Hugo Moyano, sino a la relación política que tienen la presidenta y su marido.

Más allá de que es verdad que las encuestas marcan una mayor recuperación de la figura de Cristina que de la del ex presidente, no parece que por ahora ambos se recelen en cuanto a qué fórmula va a ser la más conveniente para el año que viene.

Un Kirchner-Kirchner

Un Kirchner-Kirchner no puede descartarse y, en todo caso, para llegar a esa instancia deberán resolver la complicada situación que tienen en la provincia de Buenos Aires.

En ese distrito, está el político más afín que mejor mide en las encuestas, no sólo en imagen, sino en intención de voto: Daniel Scioli. El gobernador ha comprendido que desmarcarse un poco le da más rédito todavía y ha comenzado a observar cómo Kirchner se pone a la defensiva con él, tal como le pasa, por otros motivos, con Moyano.

No obstante, seguirá al menos hasta el año próximo siendo amable y sin sacar los pies del plato, en una paciente estrategia de dejar madurar las cosas, en la misma línea que, según algunos allegados, está llevando adelante Carlos Reutemann. En medio de tanto cuerpo a cuerpo local, los Kirchner deben sentir como un bálsamo el periplo por Nueva York que tuvo como epicentro la Asamblea de las Naciones Unidas. Según refieren fuentes del oficialismo, el matrimonio está enfervorizado porque la Argentina “se convirtió en un jugador global y ha vuelto a instalarse en la escena política internacional”.

La presidencia del Grupo de los 77 más China, que el martes asumirá la Argentina, es un hito diplomático bien importante que no se quiere dejar pasar de largo y el “ofrecimiento” a Irán, sobre el juzgamiento en un tercer país de los prófugos de ese país por el atentado de la Amia, ha servido para tener al menos pequeños recuadros en la prensa mundial. Con más tranquilidad afuera que adentro, el sol del mediodía de la calle 54, a metros de la Quinta Avenida, los encontró el viernes último dispuestos a cumplir con el rito neoyorquino de almorzar en el restaurante Bice. En la puerta, se encontraron con el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Muy distendido, el matrimonio no parecía demasiado preocupado por el futuro de Diego Armando Maradona.

El ministro de la Corte Eugenio Zaffaroni, probablemente el más cercano de los jueces a las posturas K, tuvo que hacer malabares en un reportaje para no quedar descolocado ante sus pares, en relación al caso Santa Cruz.

El mundo del revés, acaba de graficar Adepa, tras los proyectos de ley que buscan declarar la prensa de ““utilidad pública” y crear un marco regulatorio donde el Estado pasa a ser quien fija las reglas de la actividad.

La mayor dificultad que expresa el gobierno y que le ha crecido de modo exponencial le viene desde el costado político, donde, por autosuficiencia o por desconfianza, no quiere sintonizar con nadie que no piense igual.