De carne ya no somos

El 18º Congreso de la Carne puso sobre el tapete el estrepitoso fracaso de la política oficial en este tema y la necesidad de acelerar una recuperación de un sector clave de nuestra economía.

Federico Aguer

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Contra los hechos, no valen los argumentos. Sobre todo, con números -por lo menos- discutibles. En Argentina, lugar de las paradojas, se desarrolló el 18º Congreso Internacional de la Carne, evento destinado a analizar las características coyunturales del mercado a nivel mundial.

Mientras los especialistas del mundo disertaban sobre los más variados temas, nuestros representantes intentaban explicar a un atónito auditorio nuestra lamentable realidad.

Para la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina, los números hablan por sí solos. La caída del stock de 15% en tres años, con un retroceso de más de 9 millones y medio de cabezas de ganado; una caída de la faena anual de 25%; una caída del consumo por hab/año de 18%; una caída de las exportaciones de frescos y congelados de 54%; un aumento del precio del ganado anual de 91%; y un aumento del precio al consumidor de 75%. En la mesa de los argentinos, la carne vacuna ya es un lujo que tiende a desaparecer.

La entidad, también criticó el aumento del 200 por ciento a los subsidios a los feedlots, dinamitando la tradición de engorde a campo, característica histórica y diferenciadora de las carnes argentinas. Tranqueras adentro, denuncian la desaparición de seis mil pequeños productores ganaderos.

A futuro, analizan que la recuperación de la cadena productiva necesitará por lo menos seis años. “Es de esperar que finalmente se inicie la retención de vientres que por ahora sólo se insinúa, en la certeza de que las terneras retenidas este año serán entoradas con quince meses, finalizando la primavera, momento coincidente con el próximo cambio de conducción política y de gobierno”, auguran desde CICCRA.

La combinación de una menor oferta de carne vacuna con un gradual pero continuo crecimiento de la población, se traduce en una significativa disminución del consumo por habitante. “Es decir, este año estamos registrando el guarismo más bajo de la década, luego de haber verificado el más alto de la misma”, finaliza. Para quienes quieren entender el fondo de la cuestión, que pretendan explicar lo inexplicable poco ayuda a revertir esta triste realidad.