La Rabia Oscura

Mario Mactas

Al volver al país, después de unos días en Mallorca, Ibiza y Barcelona en cierto modo mi segundo hogar, pude sentir la rabia oscura otra vez. Ya en Ezeiza pude observar el revuelo y el desorden de siempre. Sentí la sensación de que las cosas sí, en general las cosas no van bien.

La gente se ve sin esfuerzo, no tiene ánimo sino para enfurecerse y detestar. Es que hay razones: un lugar en este mundo que podría brillar y ser un sitio para la felicidad y la ilusión, es todo lo contrario. No hay manera de discutir el hecho de que vamos en una dirección tortuosa: asuntos que ya ni se hablan y han sido resueltos, son motivo de discusión interminable.

Como siempre, no hay clases: colegios ocupados con aprobación de padres y profesores no todos: miren los quinientos, todo un número, de Ciencias Sociales de la UBA que protestan porque no pueden trabajar ofrecen, sin que haya que esforzarse, la idea de un camión a toda marcha hacia el acantilado. Pobres y desquiciados forman un paisaje de bienvenida desolador.

Una pena, desde luego, pero de la que tenemos la culpa, de la que somos responsables. No son los “poderosos”, ni los imperios, ni las conjuras: somos nosotros. Reconozco que en ocasiones he votado a dementes y seres destructivos, cuando no completamente ignorantes y aldeanos. Ya no. Sólo se vive una vez. Pero ya no. Si quieren que sea así, muy bien, lo admito, hagan lo que quieran. Pero no cuenten conmigo.