/// OPINIÓN

La Selección no se mancha

Gastón Dubois

La Selección Argentina de fútbol necesita más que nunca el aliento de sus hinchas, pero también necesita del apoyo de sus ídolos. Maradona tiene que entender que su aval a este proceso debe ser incondicional. Y debe hacerlo explícito para no caerse de su status de máximo ídolo dentro del fútbol argentino al mote de enemigo. Su fútbol, y sobre todo su amor por la camiseta, hicieron que se ganara el primer lugar en el podio de los ídolos, pero no puede rifarlo cada vez que declara (públicamente) “bajezas verbales” en contra del actual proceso.

El ex astro del fútbol mundial tiene que entender que su tiempo como técnico de la Selección terminó con el pitazo final en el partido contra Alemania. Tiene derecho a querer una revancha, pero los popes de la AFA eligieron a otro técnico y hoy su oportunidad de desquite parece lejana. Además, mucha gente (como lo reflejan las encuestas) reclama por otro técnico. Algún día, quizás, tenga otra oportunidad, pero hoy, a la luz de los acontecimientos, su vuelta a la Selección no es más que una quimera.

Las oportunidades llegan siempre en el momento menos pensado, y Diego debe ser paciente. No presionar para volver, puesto que su regreso sería cumplir con el capricho de un técnico al que le falta hacer experiencia como entrenador. Maradona tiene que hacer su práctica en algún club y ganarse los pergaminos y el respeto como DT que como jugador supo obtener dentro de la cancha.

Desde ya, no dudo en afirmar que la “casa de Diego” es la Selección, pero a veces es necesario entender que acumular experiencia y aprendizajes en algún club te posicionan mejor en la grilla de partida para llegar a la Selección. Él, más que nadie, supo hacerle ganar prestigio al equipo nacional y hoy lo que le pasa a nuestro fútbol es que empieza a perder ese prestigio.

Los magros resultados, la falta de llegada a instancias finales y, sobre todo, el pobre funcionamiento futbolístico de los últimos años, conspiraron contra nuestra Selección y nos llevaron a la desazón, perdiéndole el respeto a la pelota, al buen juego y, sobre todo, a ese orgullo de pertenecer a la elite del fútbol mundial: 24 años sin ganar título alguno en mayores es una muestra suficiente.

Que nuestro ídolo no se contagie porque, como dijo él, “la pelota no se mancha”, pero la Selección tampoco.

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