llegan cartas

En relación con el 12 de octubre

María Cristina Pepe.

DNI 5.598.785.

Señores directores: A 518 años de la llegada de Colón, es decir, de España a América, todavía hay cuestiones de las que no se habla. A lo largo de la historia muchos genocidios ha sido condenados, pero, prácticamente, casi nunca se hace alusión al tremendo genocidio ocurrido en tierras americanas a causa de la conquista española. No sólo se diezmó a comunidades, pueblos, naciones enteras de indígenas (los más bravíos), sino que se cambió radicalmente las lenguas, las religiones que les eran propias (dos signos identitarios básicos). Otros pueblos, menos guerreros, pasaron a ser esclavos, fueron “domesticados” al servicio de los colonizadores. Se subsumió una cantidad de culturas en “la cultura del indio” (que no es la denominación que corresponde). Quizás, por eso, en Santa Fe tenemos una “Plaza de las dos culturas” (o tal vez de tres, si se reconoce a la africana, que tampoco es una sola). Una de las culturas es la que proviene de España, pero la “otra”: a qué hace referencia: sólo a la ignorancia (que no es ingenua a esta altura) o al silenciamiento de cantidad de pueblos, cada uno portador de una cultura, lo cual implica: lengua, creencias, valores, formas de vida... Terrible simplificación que sigue siendo hija del etnocentrismo. La escuela ha hecho tímidos progresos en la enseñanza de esta parte clave de nuestra historia: la de los latinoamericanos. Historia que cambió para siempre el destino de muchos, antes, y que repercute hoy, ya que la dominación quedó como un signo indeleble en estos territorios americanos. Con el tiempo se dio el mestizaje y España se convirtió en una especie de madre, ya nada de lo hecho podía borrarse. Pero es bueno saber que hubo pocas voces, como la de Fray Bartolomé de las Casas (sólo por nombrar una) que dijeron la verdad sobre la Conquista, que desnudaron lo que ocurría aquí, y cómo ocurría. Denunciaron la masacre de indígenas, la quema de libros (toda una literatura y libros sagrados representativos de distintos pueblos originarios. Sólo se salvaron algunos que permanecieron ocultos mucho tiempo, hasta que algún europeo los tradujo como pudo y desde su mirada. Obras de arte en oro, en el caso de los incas, fueron reducidas a lingotes y trasladadas a España (no siempre con buena suerte, ya que ingleses y holandeses interceptaban el paso de los barcos para robarlos. Muchas embarcaciones se hundieron y hoy, algunos buscadores de tesoros las encuentran con su preciosa carga en el fondo del mar). Sería deseable revisar algunas obras que dan cuenta de lo acontecido. Releer al Inca Garcilaso de la Vega, por ej., en sus “Comentarios reales”: No se trata de deshacer lo que no puede deshacerse, no se trata de denostar a España, porque ya se ha establecido una conexión fuerte con ella en cantidad de planos. Sí se trata de conocer a fondo qué pasó desde 1492 en adelante, con verdad, con valentía: somos hijos de una conquista que desplazó y anuló a muchísimos pueblos originarios, reforzada después (en el caso de Argentina) con la llegada masiva de inmigrantes europeos; esto dio como resultado la hibridez que somos. Hibridez que tenemos que aceptar, pero también explorar. La Historia que no sirve para preguntarse qué sucedió y por qué (abrevando de distintas fuentes), para saber qué pasa hoy y en razón de qué, y de ahí en más qué se avizora para el futuro, no sirve, en realidad, para nada. ¿Los Niveles educativos -todos- asumirán este desafío alguna vez, en serio? Siempre se espera y se trabaja -como se puede- para que esto acontezca.