Tesoros, piratas, historias y leyendas

Los tesoros siempre han acicateado la fantasía humana, tanto los legendarios e imaginarios como los reales, ya sean sumergidos o terrestres. Los tesoros han sido -y aún lo son- fuente de creencias, supersticiones e interés exhaustivo que el paso del tiempo no pudo borrar.

TEXTOS. ZUNILDA CERESOLE DE ESPINACO. FOTOS. EL LITORAL.

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Cuando hablamos de tesoros, por lo general acude a nuestra memoria el recuerdo de bucaneros, corsarios, filibusteros y piratas que acumulaban las riquezas que robaban en el mar o bien asaltando poblaciones y huyendo con el botín a bordo.

Muchos son tristemente famosos; entre ellos citaré al galés Henry Morgan, prototipo del aventurero sin escrúpulos quien, no obstante, fue para Inglaterra uno de los grandes hombres del siglo XVII.

Hijo de labradores, nació en 1635. Antes de los veinte años se alistó en una expedición franco-inglesa a Costa Rica a la orden de un viejo filibustero llamado Mansfiel, quien se autotitulaba almirante. Este muere en una batalla y en su lugar es nombrado por los filibusteros Henry Morgan.

Habiendo instalado su cuartel general en Port-Royal, capital de Jamaica se hace amigo de su gobernador Sir Thomas Madyford. Ambos hicieron una pareja política, apoyándose mutuamente sin traicionarse jamás.

Morgen atacó Cuba llevándose un rico botín; poco después la fortificada ciudad de Portobelo (Panamá). Al no disponer de cañones y a punto de retirarse, una patrulla suya trajo a malvivientes, monjes y monjas que atrapó, con la sagacidad que lo caracterizaba comprendió que la victoria estaba de su parte.

Hizo construir largas escaleras que podían sostener a tres o cuatro personas y poniendo en ellas a los religiosos como escudo, las hizo llevar por los malvivientes para ser colocadas en las murallas, éstos soportaron el fuego de los defensores. La presencia de tiradores bucaneros en las filas de los asaltantes, presta una gran ayuda a Morgan quien se apodera de la ciudad por donde pasaba los tesoros del Perú, para ser posteriormente enviados a España.

Quince días permanecieron, los filibusteros, entregados a orgías y aterrorizando a los habitantes para arrancarles sus bienes.

Juan Pérez de Guzmán gobernador de Panamá, fue a renegociar con Morgan (su motivo era la espera de la flota española que debía arribar a Cartagena). Detenido por centinelas, el gobernador hace llegar al invasor una esmeralda extraordinaria preguntándole de qué manera ha podido apoderarse de una plaza fuerte tan bien defendida. El destinario le responde enviándole un fusil de bucanero, añadiendo que pronto irá a Panamá para enseñarle a usarlo. Luego exige el pago de un millón de piastras (monedas de plata) como rescate por la ciudad. Recibida esa suma se marchan, evadiendo la llegada de la flota.

Muchas más acciones de piratería realizó Morgan: fue llamado desde Londres para responder de sus saqueos ante los numerosos reclamos de la Corte de Madrid. Se embarcó sin saber cuál sería su suerte. y al llegar fue recibido como un héroe. Tras algunos días de estar confinado en la Torre de Londres como estrategia ante los españoles, fue liberado.

Su estancia en Londres fue una farsa, se lo trató como a un personaje relevante, los nobles rivalizaban para invitarlo a sus castillos y honrarlo, el rey lo ennoblece y le da el título de gobernador interino de Jamaica adonde regresa como triunfador.

Los tres años de residencia en Londres transformaron al aventurero: ahora era Sir Henry, y exigía que se lo nombrara de esta forma. Usaba camisas de encaje, trajes de seda y un sable con puño de plata, se volvió contra los filibusteros, trataba a sus amigos de antaño de carroña, canalla, pestilencia peligrosa. Cuando ejerció el cargo de gobernador interino por unos meses, persiguió a éstos con más saña que ningún antecesor.

Al final, fue relevado de su cargo porque siempre estaba borracho y, con una rudeza exorbitante, se comportaba pésimamente. Su salud se resintió por el ron, que continuó bebiendo descontroladamente y, por la vida disoluta que llevó, murió a los 53 años el 25 de agosto de 1688. En sus exequias se le dispensaron los honores de un virrey.

Un acontecimiento posterior impide que la tumba de Morgan sea encontrada y los fabulosos tesoros de oro, piastras, gemas preciosas y joyas que el acumuló en Jamaica.

EL DESTINO DE PORT-ROYAL

El 7 de junio de 1692 un cataclismo de extraordinaria violencia hizo desaparecer bajo las olas del mar de las Antillas la ciudad de Port-Royal, capital de Jamaica. Esta ciudad, una de las más ricas de la época, fue cubierta por una marejada alta que causó destrozos y propició el horror. Fue cuestión de pocos minutos en que los barcos cargados en los muelles fueron reducidos a un montón de tablas. Como estaba construida en un terreno de base arenosa, perdió una inmensa parte, que se hundió, y perecieron centenares de habitantes.

La capital de los piratas se convirtió en un recuerdo. Pero en un recuerdo inolvidable que, con el transcurrir de los años, fue agigantándose. Y en opinión de los buscadores de tesoros, las ruinas hundidas de Port-Royal son uno de los lugares del mundo donde se acumulan riquezas en mayor cantidad, porque era un centro de pillaje donde se almacenaba todo lo que les fue arrebatado a los galeones españoles.

La desaparición de Port-Royal ha dado paso a la leyenda: durante siglos se ha visto elevarse en el fondo de las olas la iglesia de esta ciudad de la que se ha dicho era la más rica del universo y todavía se dice que cuando la tempestad agita las olas, las aguas mueven campanas cuyo tañido se oye desde la tierra.

HISTORIAS DE MUJERES

¿Hubo mujeres piratas? ¡Claro que si! Anne Bonny se enamoró de Calico Jack, abandonó a su marido y, junto a su amante, ejerció la piratería. Vestía ropas masculinas, era experta en el manejo de pistolas y machetes y considerada tan peligrosa como cualquier marinero. Una vez fue capturado un joven marinero llamado Mark Read. Anne descubrió que se trataba de una joven disfrazada cuyo verdadero nombre era Mary Read. Le permitió quedarse y se hicieron amigas.

Todos supieron que a partir de ese momento había dos mujeres a bordo. Ellas ejercían los oficios de marinero o de soldado según la ocasión, incluso participaban en los abordajes y en el reparto del botín.

El gobernador de Jamaica mandó una nave artillada con la misión de capturar a Calico Jack, quien en realidad se llamaba Jack Rackhan.

La misión tuvo éxito, ya que fue capturado en 1720. En esa circunstancia la tripulación, completamente ebria, se rindió sin librar combate; a excepción de Mary Read y Anne Bonney, las únicas que combatieron hasta el fin.

En Santiago de la Vega (actualmente Spanish Town), en Jamaica, tuvo lugar el proceso. Fue en esa época un gran escándalo el saber que había dos mujeres entre los acusados. Mary, que estaba embarazada, pidió el indulto. El perdón le fue concedido, mas ella murió posteriormente en el alumbramiento.

Anna Bonney fue condenada, pero se salvó debido a la intervención de los amigos de su padre.

Quedó como anécdota que cuando ahorcaron a Calico Jack, ella expresó: “Si Jack hubiera sido un verdadero hombre, no se hubiera dejado colgar como un perro”.

+datos SIMBOLOGÍA

Calico Jack fue el pirata que inventó la bandera de paño negro cruzada por dos tibias y en el centro una calavera de color blanco que, a partir de su creación, identificó a los piratas.

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PLATA YVIGUY (*)

Como un ramalazo de la Guerra de la Triple Alianza, en la que Paraguay se enfrentó a Brasil, Uruguay y Argentina, del cántaro de la inventiva popular, cual mágico líquido preservador de la memoria, ha brotado esta leyenda que recorre todo el territorio paraguayo.

Paraguay iba perdiendo la guerra, era preciso esconder objetos de valor a fin de que no constituyeran un botín cuantioso para los odiados enemigos. Tanto las familias pudientes como las humildes comenzaron a enterrar sus pertenencias de valor; lo hacían tomando puntos de referencia, para ubicarlas y recuperarlas cuando el peligro hubiera pasado.

En arcones, en vasijas, en cofrecitos, según la magnitud de lo que poseían fueron cumpliendo con esta tarea: un árbol que sobresalía entre los demás, montecitos de piedras distribuidas de manera singular y mil artilugios les sirvieron como puntos de referencia que pasarían inadvertidos para los otros pero no para sus dueños.

Muchos no pudieron retornar jamás y los tesoros permanecen aún en el lugar en que fueron ocultos.

Se dice que una de las señales frecuentes que revela la presencia de estos bienes enterrados en los momentos de desesperación del valiente pueblo paraguayo son haces fugaces de luz y no son pocos los que aseguran haberlos divisado. También se manifiesta que un perro blanco sin cabeza aparece de noche para custodiar esos depósitos ocultos.

Las personas de buenas cualidades morales son las elegidas para hallarlos pues, de esta manera, se las premia. En cambio, los ladrones y los buscadores profesionales de tesoros siempre salen burlados y jamás los hallarán porque están castigados de antemano por su codicia.

(*) Leyenda de Paraguay.

EL GALLO DE ORO (*)

En la época en que Don Juan Manuel de Rosas gobernaba el país y los jesuitas fueron expulsados, éstos se vieron obligados a enterrar sus tesoros en distintos sitios de la selva, en caseríos o en lugares cercanos a las iglesias. Lo hicieron apresuradamente, y muchos fueron los objetos de valor enterrados; más, el que quedó grabado en el recuerdo popular fue un gallo de oro.

Según cuentan, éste estaba primorosamente labrado y tenía un sistema que hacía despertar cada amanecer a los indios con potentes y artificiales quiriquies, que se expandían como un río sonoro, alertando a todos sobre la hora en que comenzaba la faena diaria.

Para la mentalidad de los guaraníes este canto tenía origen mágico. Luego de que fuera enterrado por los jesuitas, afirmaban que el galliceo de oro seguía cantando en horas tempranas siendo inútiles los esfuerzos por encontrarlo.

Aún hoy se cree oír su potente canto y se lo sigue buscando; no sólo por el valor que representa sino para que no continúe perturbando el sueño de los ascendientes de aquellos guaraníes que trabajaron en las reducciones.

(*) Leyenda argentina.

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