Los Martinet: una familia francesa

Graciela Torasso Martinet -una profesora de Historia oriunda de Estación Clucellas- envió por mail un resumen del libro sobre la historia de su familia, que pudo concretar tras el fallecimiento de su madre.

TEXTOS REVISTA NOSOTROS.

Los Martinet:  una familia francesa

Philibert Martinet -inmigrante francés- junto a su esposa Amalia y sus hijos.

 

El primer encuentro de los primos Martinet fue en Sa Pereyra, el 13 de octubre de 2002.

“Al estudiar el profesorado de Historia, Sara, mi madre, tuvo la ilusión de que escribiría la historia de su familia. Pasaron los años y esa ilusión se convierte en una promesa incumplida, hasta que un día la conciencia pudo más y luego de su fallecimiento escribí un libro titulado “Nuestras raíces: Los Martinet”, comenzó su relato Graciela Torasso Martinet, quien vive en Estación Clucellas, “hija de Sara Martinet, nieta de Luis Martinet y bisnieta de Philibert Martinet, oriundo de Francia”, aclaró.

Respecto a la tierra de sus abuelos, Graciela contó que “Francia está dividida en 90 departamentos, uno de ellos es Saboya, ubicado al sureste de este país. No siempre ha sido la tierra de prosperidad y desarrollo que es hoy en día; como toda zona de montaña ha sido tradicionalmente zona de emigración. A mediados del siglo XIX, esta región atraviesa una crisis particularmente grave: el gobierno no tiene los medios para alimentar el número de bocas, principalmente en la cruda estación invernal”.

En contraposición -explicó- Argentina necesitaba poblar las grandes extensiones de la pampa húmeda y, mediante la Constitución firmada en 1853, comenzaron a surgir colonias. Primero fue Esperanza, luego San Jerónimo Norte y por último San Carlos. El primer contingente saboyano llegó a la Colonia San Carlos en 1860 y el segundo en 1875. Es en esta oleada que llegó mi bisabuelo: Philibert Martinet, fundador de nuestra familia en la Argentina.

Es muy probable -continuó- que como otros saboyanos huyó de la crisis en busca de nuevos horizontes. Philibert era hijo de Jean Louis Martinet y Claudine Guichet, había nacido el 7 de junio de 1845 en Chambery.

TRABAJO EN EL CAMPO

Philibert vivía con sus padres y dos hermanos Francois y Claudine, y decidió emigrar a la Argentina. Llegó el 17 de noviembre de 1875 en el segundo contingente, motivo por el cual no gozó del reparto de tierras que se había realizado al fundar la Colonia San Carlos.

Tenía 30 años, llegó solo y soltero. Este año se cumplen 135 años de su llegada. Trabajó por espacio de un año ad-honorem, luego lo hizo como peón de campo. Más tarde compró algunas hectáreas y se levantó un ranchito. Gladys Martinet contó que su abuelo era un hombre culto, inteligente, muy buen lector, que le daba mucha importancia a la educación.

Graciela continuó contando: “Conoció a una vecina: Amalia Teresa Sacavino, italiana (Udine), quien sería su esposa. Se casaron en la Iglesia San Carlos Borromeo el 15 de noviembre de 1879, cuando él tenía 34 años y ella 22. Philibert le escribió a su hermano Francois y le contó cómo se trabajaba el campo en América: las cosechas de trigo eran buenas pero muchas veces los precios bajos y las langostas no le permitían ver las ganancias. En 1878 compró 200 hectáreas, que destinaría para cultivar y para pastura de animales.

Philibert y Amalia tuvieron 9 hijos: María, Luis (abuelo de Graciela), Melania, José, Carlos, Vicente, Lucía, Claudia y Luciano. Falleció en San Carlos el 26 de junio de 1925 y Amalia, el 14 de enero de 1939.

FAMILIAS DIFERENTES

En relación a su abuelo Luis Antonio, Graciela contó que “nació en la Colonia San Carlos el 1º de junio de 1882 y, al igual que sus hermanos, se dedicó a las tareas del campo. En la casa se hablaba solamente francés y reinaba una gran disciplina. Cuando tenía 17 años conoció a una vecina, Alejandrina Virginia Salatín, de 19 años, hija de Francisco Salatín y Pabla Sat, oriundos de Venecia, Italia, de la que se enamoró y fueron novios “a escondidas’”.

La familia de Philibert Martinet poseía tierras, herramientas y animales, y aunque llevaban una vida sacrificada por el trabajo del campo, vivían en forma holgada económicamente. La familia de Francisco Salatín era humilde porque no poseía bienes raíces.

Otra situación que los diferenciaba -agregó Graciela- era la religión: Luis optó por la religión protestante y Alejandra (así la llamaban) era católica. Sin embargo, aclaró que “los unía un gran amor que les ayudaría a hacer frente a todas las vicisitudes de la vida. Se casaron por civil el 7 de marzo de 1903 y no lo hicieron por la Iglesia católica por la diferencia de religión.

Por otra parte, mencionó que “la madre de Luis le impuso a Alejandra que debía vivir en la casa paterna Martinet y así se hizo. Según lo relatado por mi madre Sara, hubo entre Luis y Alejandra un pacto secreto: Luis le propuso a Alejandra que si ella deseaba casarse por iglesia, los futuros hijos serían bautizados al protestantismo, caso contrario los hijos serían bautizados al catolicismo”. Alejandra nunca dudó de su decisión -aseguró- y con mucho dolor renunció a su casamiento por iglesia, a pesar de que provenía de una familia muy católica, para que sus hijos fueran de esa religión.

UNA SEPARACIÓN

Por otra parte, Graciela recordó que “Amalia Sacavino (la gran mamá) recibió bien a Alejandra pero le asignó los trabajos más pesados. Ésta los toleró por un tiempo y en una visita que hizo a su madre, Pabla, le anunció que estaba embarazada. Entonces su madre le propuso que le dijera a la suegra que debía cuidarla por estar enferma y había enviudado tiempo atrás. Así se hizo: Alejandra se mudó al campo adonde vivía la madre y Luis debió presentarse a cumplir con el servicio militar, ya que tenía 20 años”.

Y continuó: “Alejandra sufrió mucho esta separación, no tenía noticias de Luis y se comentaba que los soldados reclutados estaban afectados a sofocar una rebelión contra el gobierno. El 9 de enero de 1904 nació su primera hija, una hermosa niña de ojos celestes a la que bautizaron Amalia (era una tradición familiar que la primera hija llevara el nombre de la abuela paterna)”.

Poco tiempo después -agregó-, Luis regresó y decidieron retirarse de su casa paterna. Al hacerlo automáticamente el padre lo desheredó y ellos decidieron formar un hogar en Sa Pereira, adonde se trasladaron con su hija Amalia. Primero trabajó en el campo y luego en la casa Chauptem. En este pueblo nacieron María Florentina, Lucía, Romilda, Alfredo, Clara, Vicente, Elvira y Sara, mi madre.

En este sentido, Graciela acotó que “en 1925, Luis se trasladó con su familia a Estación Clucellas y trabajó como recibidor de granos en la casa Marconetti, luego Capello y por último Martinetti, es en este pueblo donde nació su última hija, Elsa (Chichina), en 1926. Desde el 1929 hasta 1983 la familia Martinet tuvo la oportunidad de tomar el servicio telefónico en Estación Clucellas, durante 54 años (primero Lucía, luego Alejandra, Sara y Elsa)”.

ENFRENTAR TODO

Por último, Graciela mencionó que “el matrimonio de mis abuelos se caracterizó por haber hecho frente a muchas vicisitudes: la oposición de sus padres y el haber medido el dinero para poder mantener a su familia. Luis no recibió ninguna herencia de sus padres, mientras que sus otros hermanos en San Carlos vivieron holgadamente. Se preocuparon siempre por mandar a sus hijos a la escuela y trazarles un camino: los dos varones, futuros jefes de familia, tuvieron un trabajo cuyo sueldo les permitía mantener a su esposa y sus hijos”.

Los dos tenían carácter fuerte -agregó-: Luis era alto, rubio, de ojos celestes, serio, trabajador, ingenioso, poseía un galpón donde instaló un tallercito. Todo lo hacía y lo arreglaba, desde una fiambrera hasta el horno de la cocina. Le gustaba la huerta y era apicultor; envasaba esa miel y elaboraba dulces caseros.

Alejandra se caracterizó por ser una madre luchadora, de decisiones rápidas, cuidó a su madre Pabla hasta que murió, a los 99 años. Cosía su ropa y la de los hijos. Era económica, se las ingeniaba para arreglar la ropa una y otra vez transformándola de tal manera que vencía el paso del tiempo. Luis falleció el 10 de diciembre de 1971 a los 89 años. A Alejandra le costó reponerse, tenía momentos de lucidez, pero la mayoría de las veces vivía en un tiempo irreal, y el 6 de julio de 1973, a los 93 años, falleció.

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Luis Martinet y Alejandra Salatin, abuelos de Graciela Martinet.

La familia de Philibert Martinet poseía tierras, herramientas y animales, y aunque llevaban una vida sacrificada por el trabajo del campo, vivían en forma holgada económicamente. La familia de Francisco Salatín era humilde porque no poseía bienes raíces.

Argentina necesitaba poblar las grandes extensiones de la pampa húmeda y, mediante la Constitución firmada en 1853, comenzaron a surgir colonias. Primero fue Esperanza, luego San Jerónimo Norte y por último San Carlos.

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ENCUENTRO DE PRIMOS

“Con la muerte de Alejandra desapareció un matrimonio que dio origen a una gran descendencia. Ellos demostraron y nos enseñaron que la unidad familiar es esencial; mientras que ellos vivieron, los hijos viajaron muy seguido a la casa paterna, a quienes les inculcaron que -ante los problemas- debían ayudarse mutuamente, debía haber comunicación entre los hermanos”, resumió Graciela Torasso Martinet.

Y continuó: “Los hijos de Alejandra y Luis también lo hicieron con sus hijos y hoy la mayoría de los primos seguimos teniendo buenas relaciones; es el legado que ellos nos dejaron.

Desde marzo de 1903 -fecha de su casamiento por civil- hasta la edición de un libro que narra la historia de su familia, septiembre de 2010, la descendencia de ellos es la siguiente: 10 hijos, 22 nietos, 49 bisnietos, 93 tataranietos y 12 choznosnietos”.

Por último, comentó que el 13 de octubre del año 2002 “nos reunimos los primos Martinet en Sa Pereira. Fueron momentos de gozo y alegría. El próximo 24 de octubre nos reuniremos nuevamente en el mismo lugar. Cada uno llevará su propia historia. Lo importante es que estemos juntos nuevamente. Sabemos que nos unen las raíces, Nuestras Raíces: los Martinet, como es el título del libro”.

Por último, Graciela Torasso Martinet agradeció “a todos los familiares y amigos que me acercaron datos importantes y a la Asociación Saboyana de San Carlos Norte por el suministro de información”.

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Luis y Alejandra con sus diez hijos.

Philibert vivía con sus padres y dos hermanos Francois y Claudine, y decidió emigrar a la Argentina. Llegó en el segundo contingente, motivo por el cual no gozó del reparto de tierras que se había realizado al fundar la Colonia San Carlos.