Había viajado a Madrid para realizar una pasantía de investigación

En un bochornoso episodio echan

de España a una docente rafaelina

María Cecilia Tonon, licenciada en Historia y docente de la UNL, viajó a Madrid para realizar una pasantía en la Universidad Complutense, pero debió regresar al país a las pocas horas, luego de una serie de absurdos inconvenientes vividos en el aeropuerto.

De la Redacción de El Litoral

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Se trata de María Cecilia Tonon, licenciada en Historia, que es docente de la Universidad Nacional del Litoral y quien viajó a Madrid para una pasantía de investigación en la Universidad Complutense, pero debió regresar al país a las pocas horas, luego de una serie de absurdos inconvenientes en el mismo aeropuerto, “víctima de la confusión y la deficitaria intervención de personal de la Embajada Argentina”, según señaló en una carta que envió al correo de lectores del diario La Opinión de Rafaela.

En la misiva, la docente describe que “soy María Cecilia Tonon, licenciada en Historia, docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral. En agosto del presente año, tuve la oportunidad de obtener una beca en el marco del Programa de Becas de Movilidad Docente a Madrid (España) del Ministerio de Educación de la Nación para realizar una pasantía de investigación en la Cátedra de Memoria Histórica del siglo XX, dirigida por el Dr. Julio Aróstegui, de la Universidad Complutense de Madrid.

“La misma se desarrollaría entre el 3/10/2010 y el 4/12/2010. Por motivos de salud, tuve que aplazar mi viaje por una semana, concretando finalmente el vuelo el 10/10/2010.

“Llegué al aeropuerto de Barajas aproximadamente a las 14, hora de Madrid, y en cuanto presento mi pasaporte y me consultan sobre el motivo del viaje, les explico que se trata de la realización de una pasantía de investigación en la Universidad Complutense de Madrid y le entregó la carta de invitación que el profesor Aróstegui había confeccionado.

“Seguidamente, me solicitan el tiempo de estadía y el lugar de residencia, que yo confirmo anexándole la constancia del Colegio Mayor Argentino en el que constan todos los datos. Finalmente, me consultan cuánto dinero llevo, al que yo respondo con la suma de 1.200 euros.

Luego, el oficial me retiene el pasaporte y me dice que me siente a un costado que sus “compañeros’ me iban a hacer una entrevista, luego de lo cual yo pregunto si había algún problema y me responde con el mismo argumento.

“Sin mediar otras palabras, hago lo que me dicen y luego de una espera de alrededor de 45 a 60 minutos, me llama un encargado del control (que “no me puede decir su nombre’ y que responde al Nº 96888). Allí me dice que “algunas embajadas creen que por tratarse de un período de estadía menor a los tres meses, no se requiere visa, pero que en caso de estudio, las leyes españolas requieren el visado de estudio’. Ante esa respuesta, yo contesto que mi llegada a España no es por razones de estudio, sino que soy docente de una Universidad argentina, que fue invitada por una cátedra de una Universidad madrileña para realizar una pasantía de investigación. Haciendo caso omiso a mi explicación, me dice que tengo que esperar porque iba a tener otra entrevista y que a partir de allí su “jefe’ iba a determinar. Luego de un nuevo tiempo de espera, me llevan a otra oficina, me piden que deje mis objetos personales que guardan en un cuarto y que espere que ya me iban a llamar. Luego de una larga espera, me vuelve a llamar el mismo agente y me dice que me iba a tomar un declaración que para ello el gobierno español me había asignado un abogado y que si no, yo podría buscar otro (¿?) para que esté presente y certificara la realización de la toma de declaración”.

El interrogatorio

Tonón relató que, durante el interrogatorio que le realizaron las autoridades españolas, las consultas giraron en torno “a motivos de mi viaje. (Volví a repetirle lo que le expliqué en la primera entrevista). El tiempo y el lugar de estadía (ídem anterior). Si iba a percibir algún tipo de remuneración por mi trabajo (le dije que de ninguna manera, y que mi viaje había sido financiado completamente por el Ministerio de Educación de la Nación en el marco del Programa de Becas de Movilidad Docente a Madrid).

“Con qué dinero contaba para mantenerme los dos meses (le repetí: los 1.200 euros, además de un dinero personal en una cuenta bancaria, tarjetas de crédito, etcétera).

“Por qué, si la estadía empezaba el 03/10, yo recién había arribado el 10/10. (Les expliqué que se trató de un problema de salud. Allí no me animé a entregarle el certificado médico que llevaba porque no sabía si me iba ayudar o sería más contraproducente aún).

“Por qué, si la beca terminaba el 04/12, mi pasaje era recién para el 10/12 (le expliqué que era la fecha en que había conseguido un pasaje promocional).

“Finalmente, volví a recalcar que mi viaje no se encuadraba dentro de un curso de estudio, sino que, como otros colegas que vinieron con la misma beca, se trataba de un intercambio docente entre universidades.

“Luego de revisar la declaración, procedí a firmarla y me dijo que no podía ser admitida por faltarme ese visado. Luego de esa repuesta, le pregunté si había alguna solución posible, que quería hablar con la Embajada, que si tenía algún sentido hablar con mi Embajada o era ya una decisión tomada. Lo que me respondió es que yo podía hacer las llamadas que creyera conveniente, que la Embajada se podía poner en comunicación, y en ese momento, desde un escritorio más atrás, otro oficial que seguramente debía ser el “jefe’ y que había participado silenciosamente de toda la situación, comentó en voz bien alta: “La Embajada puede hablar todo lo que quiera, pero quien decide es la Policía Española’.

“Traté de comunicarme con la Embajada, pero por el feriado me respondía sólo un contestador telefónico. Dejé el mensaje. Al tiempo me llamó el cónsul general adjunto, J. Eduardo Valenzuela, quien me dijo que sabía de mi situación, que no podía hacer nada porque las leyes españolas estipulaban el visado en caso de estudio, a partir de lo cual yo procedí a explicarle que yo no venía por estudio y todas las mismas explicaciones que le di a la Policía Española. Me dijo que la única institución que podía tener injerencia en este caso era la Universidad Complutense de Madrid porque era la institución española que podía mediar en mi situación.

“Intenté llamar a los teléfonos de la UCM, pero no había nadie, también en virtud del feriado. Posteriormente, llamé al Colegio Mayor Argentino explicándole mi situación y debo decir que fueron los únicos que intentaron por todos los medios tratar de solucionar mi situación”, señaló la educadora.

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Humillada. Así se sintió María Cecilia Tonon, licenciada en Historia, docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral en su poco feliz arribo al aeropuerto de Barajas.

Foto: El Litoral

Perdió el embarazo

El episodio, al que ella mismo calificó de “bochornoso” en diálogo por Radio 10, provocó trastornos en su embarazo de tres meses, que perdió. “Fui demorada e incomunicada cuatro horas y despachada en el avión y ni siquiera me dieron a mí el pasaporte, sino que se lo dieron al jefe de Cabina”, comentó.

“Fui invitada por el catedrático de Historia Contemporánea, de la Universidad Complutense de Madrid, Julio Aróstegui, y el gobierno argentino me pagó el viaje de ida y vuelta y la estadía”, contó Tonón.

“Acá parece que un reconocimiento de una beca es un trastorno... Yo, ¿debería haber mentido y decir que era turista?”, remarcó. “Faltaba que me llevasen esposada, dos policía me devolvieron al avión”, dijo la educadora.

“Además del pasaporte de rigor, yo necesitaba una carta de presentación y era toda la documentación que presenté, pero igualmente no me dejaron entrar”, comentó.

La mujer reconoció que al regreso perdió el bebé, “aunque no sé si eso fue por esa situación en particular”, dijo en declaraciones a C5N.

Amarga experiencia

“Ni siquiera me devolvieron en mano mi pasaporte, se lo dejaron al jefe de Cabina.

“De esta situación sólo me queda una amarguísima experiencia. La vivencia de la humillación, la indefensión, la impotencia, la prepotencia, la incoherencia, la desidia, el abuso de poder.

“¿Cómo volver después de esto? ¿Con qué ánimo moral? ¿Con qué certezas?”, se interrogó la docente universitaria.

“En un momento de la conversación telefónica, el cónsul adjunto me dijo: “Mire, aquí pasan cientos de turistas y cada tanto toman a algunos al azar, esta vez le tocó a Ud.’. Ante esta frase: ¿qué me quedaba? La amarga realidad. Me tocó a mí. En otra oportunidad, ¿a quién le “va a tocar’? ¿Quién me/nos asegura, como ciudadanos argentinos, entonces, que “no me/nos vuelva a tocar’? ¿Alguien puede darme una respuesta?”, disparó Tonón indignada.

/// EL DATO