EDITORIAL

Avanza el narcotráfico

Las señales son contundentes. Si bien la Policía de la provincia de Santa Fe sigue rompiendo récords históricos en cuanto a decomiso de drogas, los narcotraficantes continúan extendiendo sus redes y llegan a rincones en los que este flagelo era apenas una anécdota hasta hace poco tiempo.

La información oficial dice que, hasta ahora, habían sido detectadas once cocinas de cocaína en el territorio provincial; todas en el centro y sur santafesino. Sin embargo, en los últimos días se supo con sorpresa que en Tostado, cabecera del departamento 9 de Julio, la policía encontró un laboratorio con nada menos que 40 kilos de esta droga y gran cantidad de precursores químicos. En el mismo operativo quedaron detenidas dos personas de nacionalidad boliviana.

Pocas horas después, el escenario de los operativos se trasladó a Santa Fe, Santo Tomé y Sauce Viejo. En estos casos se secuestraron cantidades importantes de cocaína y marihuana, en parte acondicionada y fraccionada para la venta. También encontraron sustancias químicas para “estirar” la droga. Con lo incautado, se podrían haber elaborado 7.500 “porros” de marihuana y preparado 4.200 dosis de cocaína.

La provincia de Santa Fe no es la excepción en cuanto al avance del “narconegocio”. Tanto es así, que el último informe de Sedronar reveló que casi un 2% de los alumnos de todo el país consume pasta base. El relevamiento fue realizado por la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico sobre una encuesta a 82.489 estudiantes de todo el país de entre 13 y 17 años. Y reveló que, de ese total, 1.484 alumnos (un 1,78%) reconocieron que consumen paco de manera habitual. Según el titular del Sedronar, José Granero, eso está marcando un consumo que ya no es el de la clase social más baja. Se trata de estudiantes secundarios, cercanos a la clase media. El paco es conocido como una “droga de exterminio”, porque puede producir una adicción casi inmediata.

Pero la cocaína y la marihuana no son las únicas sustancias que preocupan. En realidad, la encuesta reveló que 58.814 adolescentes consultados consumen alcohol en exceso y 36.212 fuman cigarrillos.

¿Por qué volcarse al consumo de estupefacientes? Según el Sedronar, el fenómeno se debe a la escasa disponibilidad de dinero, la nula actividad laboral de los estudiantes y una baja o negativa expectativa en el futuro para desarrollar proyectos personales o para terminar los estudios secundarios.

Limitar el flagelo de la droga a la compra y venta de estupefacientes sería un error. Frente a los datos de la realidad, resulta imprescindible que desde el Estado -nacional, provincial y local- se trabaje sobre los efectos sociales que el consumo está produciendo. La violencia desenfrenada es uno de estos problemas. Pero eso no es todo: amplias franjas de adolescentes -también jóvenes y adultos- necesitan de manera imperiosa tratamiento y reinserción social. Por ahora, no existe un sistema que los contenga.

Una deuda pendiente que no puede seguir esperando.