EL ADIÓS A NÉSTOR KIRCHNER

Los escenarios posibles

No son pocos los que ya hablan de una reunificación del peronismo. ¿Pero cuáles deberían ser las condiciones? Tras el efecto multitud, Cristina ante la encrucijada del sectarismo o gobernar para todos.

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El ex secretario de Medios, Enrique Albistur, despide al ex presidente desde un balcón. Foto: DyN

Carlos Sachetto

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CMI

El jueves por la noche, luego de asistir al velatorio de Néstor Kirchner en la Casa Rosada y de presenciar escenas conmovedoras protagonizadas por miles y miles de personas, Felipe Solá dijo impresionado: “Ahí estaba el pueblo”. Lo que pareció ser el descubrimiento tardío de algo cargado de obviedad que todos los argentinos pudimos comprobar en la televisión fue, en realidad, un dato político. El precandidato presidencial del peronismo disidente admitió que él como otros dirigentes deberán replantearse “qué nos diferencia, si nos diferencia algo” del kirchnerismo. Y aunque sostuvo que no podría afirmar que se producirá, abrió las puertas a la posibilidad de una reunificación peronista. Para quienes vaticinan que tras la muerte del ex presidente habrá grandes cambios en el escenario político, ¿no sería eso algo absolutamente decisivo en el rumbo a tomar?

En ese caso, importa apuntar algunas condiciones básicas y necesarias que deberían darse más allá de las expresiones de deseos o el simple voluntarismo que generalmente gana a los políticos. En el kirchnerismo parecen tener en claro lo innegociable: la primera condición sería que quienes se sumen lo hagan para aportar a “la profundización del modelo que conduce Cristina Kirchner”, con todo lo que eso implica.

¿Bajo qué paraguas aceptarían los disidentes algo así? Lo definió con claridad hace unas horas alguien que no está en ninguno de los dos sectores pero sí en las proximidades de los dos. El ex jefe de Gabinete Alberto Fernández habló de la necesidad de que el kirchnerismo deje de lado la intolerancia y esa irritante e innecesaria confrontación permanente que no para de generar enemigos donde podría no haberlos. Todos coinciden en que ambos sectores tendrían mucho para conversar y discutir, pero nadie ignora que si las distancias se acortan y hay una suma de intenciones, el peronismo tendría asegurada por varios años la continuidad en el poder.

El rol de Cristina

Hasta aquí la descripción de uno de los escenarios virtuales que aparecieron apresuradamente tras la muerte de Néstor Kirchner. Pero habría que considerar también algunas otras cuestiones, y una de las más importantes es el rol y la actitud que tendrá desde ahora Cristina Kirchner. Si bien especular sobre el futuro es algo así como desafiar a Dios, no hay integrante del sistema político ni simples ciudadanos, preocupados por lo que vendrá, que por estas horas no lo hagan.

En la intimidad de su dolor, la presidenta habrá recibido las enseñanzas que le dejó la tragedia. Vio desfilar ante sus ojos a decenas de miles de personas cruzadas por la tristeza y el llanto incontenible, que testimoniaron su acompañamiento militante. Pero también escuchó como una letanía el pedido, casi una orden, de “no aflojar”. Fue uno de esos momentos mágicos en que la representación política adquiere un valor inigualable. Un mandato emocional, afectivo, equiparable pero diferente al que surge de las urnas. Quienes conocen de muy cerca a Cristina descuentan que tomará ese mensaje como un compromiso, como una deuda de gratitud, y que no defraudará a su gente.

Responsabilidad

Pero ese es sólo uno de los costados de la política. Hay otros que tienen que ver con la responsabilidad de un jefe de Estado y que exceden lo emocional y afectivo. Si cree que debe gobernar únicamente para ese sector que le demostró amor y lealtad, podría equivocarse. Hay otra Argentina que observó respetuosa e impactada lo que estaba sucediendo pero no comparte muchas de las ideas, las políticas y los procedimientos de su gestión. El desafío es no caer en el sectarismo y gobernar para todos.

La muerte de un líder -y Kirchner lo era-, siempre tiene un fuerte impacto social. Moviliza y conmueve. Agiganta las virtudes, disimula los defectos y crea climas de conciliación. En estas horas de duelo se han escuchado voces de casi todos los sectores en esa dirección. Que tanto el kirchnerismo como la oposición encuentren caminos razonables de diálogo y convivencia, dependerá de las primeras señales que emita la presidenta.

Cristina ocupará ahora el centro absoluto de la escena, tironeada por los intereses de cada sector. Pero necesita que su gobierno esté sostenido por una construcción política que hasta ahora fue tarea de su esposo. Ya le están pidiendo que asuma la jefatura del PJ. Las tensiones internas que se visualizan hoy en el propio kirchnerismo requieren decisiones firmes y se espera que Cristina lo haga con autoridad. Eso es justamente ejercer el poder. El país vuelve a tener una gran oportunidad. Pero claro, aventurar que se la sabrá aprovechar, también es desafiar a Dios.


Que tanto el kirchnerismo como la oposición encuentren caminos razonables de diálogo y convivencia, dependerá de las primeras señales que emita la presidenta.