Para Mario Vargas Llosa

“El nacionalismo es una de las peores fuentes de la violencia”

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El escritor peruano desgrana algunas de las claves de su nueva novela, que se publica esta semana en los países de habla hispana.

Foto: DyN

El reciente ganador del Premio Nobel de Literatura se enfrenta ahora a la publicación de “El sueño del celta”.

 

De la redacción de El Litoral

“Abrumado” por las innumerables muestras de cariño que ha recibido tras ganar el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa se enfrenta ahora a la publicación de su nueva novela, “El sueño del celta”, en la que explora los límites de la maldad y reflexiona sobre los peligros del nacionalismo.

“El nacionalismo es una de las fuentes peores de la violencia”, y está detrás de “las peores carnicerías que ha vivido la Historia moderna. Las dos guerras mundiales son producto del nacionalismo, y las grandes tragedias de América Latina también están motivadas por esta ideología”, afirma Vargas Llosa en una entrevista telefónica con EFE.

Desde Nueva York, donde trata de “sobrevivir” al aluvión de compromisos que le han surgido tras ganar el máximo galardón de las letras mundiales, y donde procura seguir con sus clases en la Universidad de Princeton, el escritor peruano habla de su estado de ánimo y desgrana algunas claves de esta novela que Alfaguara publicará el 3 de noviembre en los países de habla hispana.

Desde que la Academia Sueca lo encumbró el pasado 7 de octubre, Vargas Losa (Arequipa, 1936) no para de recibir felicitaciones, y eso “ha sido como otro premio”, dice este portentoso narrador, siempre apasionado al hablar de su oficio de escritor.

Esa pasión late en las 450 páginas de su nueva novela, en la que da un paso más en “la cartografía del poder” por la que le dieron el Nobel -a Vargas Llosa le gusta la fórmula que utilizó la Academia Sueca porque él considera su obra “una exploración del poder y sus estragos“-, y reivindica la figura del irlandés Roger Casement (1864-1916), un personaje “fascinante” donde los haya.

Casement fue cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX y amigo de Joseph Conrad. Fue uno de los primeros europeos en denunciar los horrores del colonialismo en el Congo.

Su estremecedor informe sobre las atrocidades que allí se cometían con los nativos (Ediciones del Viento lo recupera ahora en “La tragedia del Congo”) tuvo gran repercusión en la sociedad de su tiempo, como también sucedió con el que hizo tras su viaje a la Amazonía, para comprobar “in situ” los abusos sufridos por los indígenas del Putumayo, en la frontera entre Colombia y Perú.

Más imaginación que historia

Una biografía de Conrad le descubrió a Vargas Llosa la existencia de Casement, cuya trayectoria, dice a EFE, parece sacada “de una novela y, al mismo tiempo, es un personaje misterioso porque hay muchas partes de su vida que están en sombra y que son objeto de controversia”.

“Eso a mí me estimuló porque me dejaba mucho campo para la invención, para la fantasía, para llenar todos esos huecos de su existencia”, comenta el escritor, quien no duda en afirmar que en su nueva novela “hay más imaginación que historia”, igual que sucedía, añade, en “La guerra del fin del mundo” y “La fiesta del chivo”.

“Casement es un hombre fascinante y que representa algo infrecuente: por una parte es un héroe, un hombre que dedicó su vida a una causa muy justa; y, por otra, un ser humano con sus debilidades, errores y contradicciones”, señala Vargas Llosa, que refleja con su habitual maestría las luces y sombras del personaje.

Y es que Casement “es una contradicción viviente desde que nace hasta que muere”, subraya el autor de “La casa verde”. Su dura experiencia en África y en la Amazonía lo llevó a ver cierta similitud entre el colonialismo de esas zonas y el que sufría Irlanda.

Dejó de ser probritánico y se convirtió en un independentista irlandés. Considerado un traidor por el Imperio Británico, fue condenado a muerte.

Mientras esperaba en la prisión la conmutación de la pena, la Inteligencia británica puso en circulación unos diarios, que ponían de relieve la homosexualidad de Casement y que estaban llenos de “obscenidades pestilentes“

Todavía es “un misterio” si estos diarios fueron “manipulados para difamar” a Casement. Fueran falsos o ciertos, la tesis de Vargas Llosa es que el cónsul británico “los escribió, pero no vivió todo lo que allí contaba”. “Jamás hubiera podido ser por veinte años diplomático si hubiera hecho la décima parte de las cosas que cuenta en ellos”, subraya.

Entusiasmo por el personaje

Vargas Llosa derrocha entusiasmo al hablar de Casement. “Fue un gran luchador contra el colonialismo, el imperialismo, en una época en que todavía esas palabras tenían buena prensa. En Europa creían que el colonialismo llevaba la civilización a la barbarie, el cristianismo a la idolatría, y que llevaba la modernidad y prosperidad”.

Pero en África se dio cuenta de que, “el colonialismo llevaba miseria, dolor y crueldad a un mundo primitivo, y que detrás de todo eso lo que había era una falta de legalidad y una codicia feroz”, afirma Vargas Llosa, quien asegura que no ha “exagerado nada” al narrar las atrocidades que se cometieron en el Congo y en la Amazonía. La evolución ideológica de Casement hacia el independentismo radical “debió de ser muy desgarradora para él”.

Pero “era un hombre muy decente”, y “rectificaba si la realidad le demostraba que estaba equivocado. Y en eso también es una persona bastante ejemplar, ¿no?”, pregunta Vargas Llosa, antes de recalcar que el radicalismo “es uno de los peligros del nacionalismo”.

“Yo creo que hay una cara del nacionalismo pacífica, democrática. Sin ninguna duda, hay partidos nacionalistas que juegan el juego democrático, que no son violentos, pero el nacionalismo en sí es una ideología que empuja hacia la violencia”.

Y, si no, ¿por qué el nacionalismo ha sido la fuente de las peores carnicerías que ha vivido la Historia moderna?, concluye.

Aún sin discurso

Mario Vargas Llosa no ha tenido hasta ahora “el tiempo mínimo para pensar” en su discurso de recepción del Premio Nobel. Desde que lo ganó el pasado 7 de octubre vive dominado por la emoción del sinfín de felicitaciones que le llegan y por el agotamiento que implica merecer un galardón de esta categoría.

“No se puede imaginar hasta qué punto estoy cansado”, le dice Vargas Llosa a EFE desde Nueva York, en la entrevista telefónica que concede con motivo de la inminente publicación de su nueva novela, “El sueño del celta” (Alfaguara), que el escritor peruano presentará en Madrid el 3 de noviembre.

“Sigo con mi trabajo, con mis artículos, y alejado de mi propio mundo, donde tengo más apoyos. Pero estamos tratando de sobrevivir”, señala el escritor, que aún no ha podido ir Perú, donde “ha habido muchísimas manifestaciones de cariño y de amistad”, como las que ha recibido “en España”. Viajará a Lima “después” de la concesión del Nobel.

Aunque no sabe aún cómo será su discurso, sí tiene una idea de lo que expusieron los anteriores ganadores. La Academia Sueca le ha enviado un volumen con esas intervenciones y ha visto que “casi todos ellos son un testimonio muy personal de la relación de los escritores con su vocación, con su país, con hechos centrales, neurálgicos de su existencia. Y yo -dice- voy a abordarlo por ahí”.

Vargas Llosa ya ha hablado a lo largo de su vida de esas cuestiones en sus libros, en sus conferencias y artículos, por lo que tendrá que “hacer una síntesis” de cara al discurso.

El escritor es consciente de que haber ganado el Nobel le dará una mayor repercusión a cualquier cosa que diga, y eso le obligará a hacer “un esfuerzo mayor de responsabilidad”.

“Yo siempre lo he hecho a la hora de opinar, pero sin duda que, a partir de ahora, voy a tener que ser mucho más riguroso y preciso en lo que escribo y digo”, asegura el autor de novelas imprescindibles como “La casa verde”, “Conversación en La Catedral”, “La guerra del fin del mundo” o “La fiesta del Chivo”.