Precauciones para una economía que va bien

La expansión económica ubicó la proyección de crecimiento en la Argentina para este año en torno al 9%, una tasa similar a las verificadas entre los años 2003 y 2008. Esa marcada expansión económica obligó a revisar al alza las proyecciones de crecimiento para 2010, pero a la vez abre interrogantes sobre lo que puede suceder con la economía el año próximo, sobre todo porque ya no está Néstor Kirchner, quien fue en los últimos años el real ministro de Economía.

Deberán tenerse en cuenta varios elementos para evitar la confusión de lo que parece ser la más exitosa respuesta de la economía argentina a la crisis económica internacional de 2008/2009, que todavía sacude a varios países europeos y a Estados Unidos. Este mes comenzará a delinearse el futuro de la economía mundial, al menos para los próximos dos años. Esto obliga a los dirigentes argentinos a redoblar sus esfuerzos y a prestar mucha atención. La emisión monetaria en los Estados Unidos y la guerra de las monedas en el resto no deberían ser condicionantes para sostener el modelo local. A ello se agrega que en el tercer trimestre la confianza de los consumidores se ubicó en el nivel máximo de los últimos dos años, motivo que sostiene con firmeza la recaudación.

Pero aun así, los desafíos económicos de la Argentina para el próximo año no son sencillos y ameritan atención. Los analistas coinciden en señalar que los principales retos que se destacarán en la agenda serán: inflación, escasez de energía y gasto público. La inflación real alcanzará este año un piso de 25 por ciento, con lo cual se licuarán los incrementos salariales. El problema energético no es de fácil solución; lleva tiempo e inversiones. En julio pasado la industria no pudo crecer más porque reaparecieron los cortes de gas debido a la demanda que generó el persistente invierno. También se deberán tener en cuenta la dependencia del clima y la realidad con que se maneje el mercado internacional de granos. La balanza comercial es otro de los temas que necesita atención y corrección. El resto son situaciones de coyuntura y sus resoluciones quedarán condicionadas a las decisiones de Cristina Fernández de Kirchner.

En el horizonte cercano hay un hecho que no debería pasar desapercibido: los industriales y la CGT acordaron no tratar por ahora el proyecto de ley sobre reparto de ganancias. Es un gesto a valorar, porque se retira un componente ríspido no sólo en la relación entre esos sectores sino por la desconfianza que comenzaba a generarse aquí y en el exterior. Lo importante sería alcanzar consensos y acuerdos de largo plazo, porque lo que está en juego hoy no es exclusivamente el crecimiento sino el desarrollo económico del país. Son metas que obligan a asumir responsabilidades.