Al margen de la crónica

Un homenaje muy merecido

El reciente y público “desplante” del maestro del cine francés Jean-Luc Godard, quien adelantó que no viajará a los Estados Unidos para recibir el Oscar honorífico, eclipsó tal vez la figura de otro de los galardonados con la prestigiosa estatuilla otorgada por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas como premio a la trayectoria: el hoy nonagenario actor Eli Wallach.

Es probable que su nombre no sea lo suficientemente recordado, pero muchos personajes que compuso quedaron grabados en la memoria cinéfila. Su interpretación más recordada es, sin dudas, la del estrafalario Tuco en “El bueno, el malo y el feo” de Sergio Leone, una de las cumbres más altas del spaghetti western. Allí era, junto a Clint Eastwood y Lee Van Cleef, uno de los tres pistoleros que inician la búsqueda de un tesoro en plena Guerra Civil norteamericana.

También sobresale su trabajo en “El padrino III” dirigida por Francis Ford Coppola en 1990, donde encarna con gran convicción a Don Altobello, un poderoso e influyente capo mafioso a punto de retirarse.

Pero a lo largo de sus más de cinco décadas de trayectoria trabajó a las órdenes de directores referentes del cine norteamericano como John Huston, Elia Kazan, Don Siegel, John Sturges, Henry Hathaway, William Wyler y Richard Brooks entre otros tantos. Y compartió cartel (en general como secundario) con los más grandes actores de su generación. Hasta llegó a trabajar con leyendas como Marilyn Monroe y Clark Gable.

Últimamente se lo pudo ver en pequeñas intervenciones en filmes como “El escritor oculto” de Roman Polanski y “Wall Street, el dinero nunca duerme”. Que marcan la energía de quien sigue en actividad pese a su avanzada edad. Por todo eso, y por los momentos inolvidables que dejó para la posteridad, el Oscar a Wallach es más que merecido.