Charla con Julio César Labaké

Llamado a apuntalar la familia

El pensador católico abrió el Instituto para el matrimonio y la familia en la Universidad Católica local. El rol de los padres que no renuncian a la adolescencia y el mensaje de los medios de comunicación que comparten el proceso educativo.

Mario Cáffaro

[email protected]

Julio César Labaké es docente, filósofo, psicólogo, psicoterapeuta, autor de varios libros sobre la temática de la familia y estuvo en Santa Fe dictando la charla de presentación del Instituto para el Matrimonio y la Familia que funciona en la Universidad Católica de Santa Fe, donde expuso sobre “La familia, fuente de la educación en valores”.

Sobre la situación actual de la familia en la sociedad argentino conversó en su visita a El Litoral.

—Matrimonio y familia parecen ser términos antiguos y vapuleados en la sociedad actual...

—La crisis de la familia actual es un síntoma de una sociedad en crisis, pero, a la vez, es inevitable que, siendo una célula natural, la sociedad después sufra las consecuencias de esta crisis de la familia. La crisis de la familia tiene un elemento detonante que es muy fuerte en la cultura que estamos viviendo; el problema comienza en la crisis que tiene la permanencia en el amor porque, si la familia tiene una característica, es la necesidad de la permanencia del grupo familiar.

Como psicoterapeuta lo veo permanentemente en los niños, adolescentes y jóvenes que atiendo. Aunque se resuelva y uno lo comprenda humanamente, aunque la separación de los padres se haga razonablemente, siempre hay una herida y, cuando hay necesidad de matrimonios ensamblados, siempre hay dificultades que se agregan a la problemática de por sí grave de la educación.

Esto tiene que ver con el planteo del amor como realización de deseos y no básicamente como proyecto de vida. En este enfoque del noviazgo y del matrimonio hay hoy en día una fuente de crisis para la institución matrimonial y familiar.

—Para usted, ¿qué está primero: la crisis social o familiar?

—Lo que podemos resolver a un cierto nivel satisfactorio, prudencial, prudente y discreto es primero la familia, porque es donde podemos actuar con elementos que son más resolubles; a la cultura hay que tratarla con decenios o centenares de años. En cambio, reconstituir un grupo familiar es una tarea un poco más cercana, porque es un grupo más reducido y porque, si se plantean ciertos criterios que están en los fundamentos, como concebir el amor como proyecto de vida y no simplemente como realización de deseos y de placer, ya tenemos una base mayor para la estabilidad. El segundo elemento tiene que ver con que los padres redescubran su rol de adulto, que hoy se está perdiendo mucho porque se ha idolatrado la juventud como modelo de vida. El adulto no termina de renunciar a su propia adolescencia y tenemos padres que no terminan de asumir la autoridad que es indispensable para plasmar la personalidad humana.

Fidelidad a los compromisos

—En esta sociedad líquida, a decir de Baumann, ¿cómo hacer que el amor sea perdurable?

—La gran labor educativa para rescatar este elemento básico de la sociedad es trabajar sobre la posibilidad de un autogobierno que nos permita fidelidad en los compromisos, no solamente en el amor matrimonial, sino estabilidad en los compromisos a todo nivel; primero, con una escala de valores porque, si uno no acepta que hay una serie de valores que lo compromete, queda librado a la espontaneidad del deseo o del impulso y esto es lo que después trae como consecuencia que, cuando llega una crisis, en lugar de verla como ocasión de crecimiento, se la percibe como terminación de un proceso.

Trabajar en educación para que los chicos descubran, lo comprendan razonable y afectivamente que hay valores que comprometen la vida y que esos valores rescatan, le dan sentido a la vida, es una de las tareas que la educación hoy debe cumplir.

Si los adultos nos ponemos de acuerdo, lo podemos llevar adelante. Es una tarea educativa que tiene que desideologizarse; hoy en día hemos reducido la educación a planteos sociológicos, creo que la base del proceso educativo está en formar la capacidad de conciencia para el autogobierno. Esto no es solamente formar ciudadanos, sino que, junto con el formar ciudadanos, la educación tiene que preocuparse por formar conciencias capaces de autogobierno. Esto nos ayudará a lograr un poco más de estabilidad.

—Hoy, los mayores adolescentes comparten espacios y otras cosas con los jóvenes...

—A tal punto que los adultos llegamos a creer lo que no es verdad. Acabo de hacer una encuesta para un libro que tendrá como tema “la pedagogía de la ley”. He encuestado a 641 adolescentes, entre 12 y 17 años, las respuestas son simplemente el reflejo de la realidad que conozco como docente y como psicoterapeuta.

La pregunta es si realmente los chicos desean que los padres y los educadores los dejen hacer lo que ellos reclaman y desean, sí o no. El 82 % de los chicos dijo que no quieren hacer todo lo que reclaman y desean. El 12 % dijo sí y es comprensible dentro de la mentalidad actual. A la misma pregunta se las formulé a 2.500 padres y docentes, preguntándoles qué creen ellos que responderían los chicos, si deseaban no tener límites.

La escuela

—También ha cambiado el rol de la escuela.

—Hoy se la han multiplicado las tareas a la escuela, lo cual es otro problema que nace de la cultura que vivimos, una cultura generada por la falta de trabajo. Se han suprimido fuentes de trabajo y éste genera hogares donde los padres no tienen los medios para atender a la familia y una serie de otros hechos, entre ellos, la degradación de la imagen paterna que no es capaz de sostener a la familia con lo cual se rompe la imagen del padre para los hijos, etc.

Para buscar una solución al problema, tenemos que atacarlo desde donde sea más fácil llegar a tener un resultado positivo y el más cercano es la familia porque es un ámbito donde podemos hacer una reflexión más serena, son menos personas que se pueden entender. Desde la familia, tendría que extenderse a la escuela y tendríamos que tomar conciencia de la responsabilidad de los medios, de todo lo que genera opinión pública porque eso refuerza o debilita el mensaje recibido en el hogar y en la escuela.

—¿De qué tarea se trata?

—El Estado en general no es buen educador y se corre el peligro de que el Estado pueda quedar ideologizado por su tendencia política. Es una responsabilidad indivisible: de la familia, de la escuela que tiene que repensar su rol y del Estado que debe buscar el bien común en todas sus dimensiones, no es solamente proporcionar solución inmediata para un problema puntual con lo cual hasta se podría pensar en generar clientelismo político. Se debe replantear buscar el desarrollo pleno del hombre y al buscarlo se le va a dar una posibilidad de madurar a la persona que debe actuar como padre o docente.

a_fr.jpg

“Lo que podemos reconstituir en primera instancia es el grupo familiar; el proceso cultural demanda años”, dijo Labaké. Foto: Flavio Raina

Perfil

Julio César Labaké

es maestro, bachiller en Filosofía, licenciado en Psicología, doctor en Psicología Social, psicoterapeuta, conferencista y escritor.

Es miembro de Número de la Academia Nacional de Educación. Es miembro honorario del Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

Ha sido director nacional de Educación Superior y director de Formación y Capacitación Docente del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación.

Recibió, entre otras distinciones, el Diploma de honor El Niño y la Televisión, el Diploma de la Secretaría de la Unesco para Argentina y Uruguay por su testimonio de vida y aporte a la solidaridad, el “Testimonio 2002”, del Movimiento Familiar Cristiano de la República Argentina, Excelencia Educativa, de Adeepra, 2003. En 2004, recibió del cardenal Jorge Bergoglio, primado de la Argentina, el premio Juntos Educar, por sus aportes en el campo educativo y por su ejemplo de vida y dedicación para las nuevas generaciones.

Si uno no acepta que hay una serie de valores que lo compromete queda librado a la espontaneidad del deseo o del impulso (...) Cuando llega una crisis en lugar de verla como ocasión de crecimiento se la ve como terminación de un proceso.

b_fr.jpg

Si la familia tiene una característica es la necesidad de la permanencia del grupo familiar.

La opinión de los padres era que el 55 % de los chicos dirían que sí, que quieren que los dejen hacer lo que reclaman y desean. Esto indica la confusión que tenemos los adultos con respecto a la realidad de los chicos, pero también en cuanto a nuestro rol de adultos.

Tres hogares

—¿Cómo compatibilizar esta situación?

—La respuesta es multicausal. Cuando entramos en temas cuya respuesta tiene base cultural, tenemos que andar muy despacio porque la respuesta no es simple, sino muy compleja.

Hoy en día, el ser humano ha pasado a vivir en tres hogares: ya no es la primacía total del hogar de la familia el ámbito de plasmación de valores; antes era la familia unida con la escuela, hoy ya no está tan unida la familia con la escuela, que ha pasado a ser un segundo hogar... Y ha crecido el tercer hogar, que es el hogar-ciudad que se expresa a través de los medios de comunicación que no tienen como objetivo la formación y el desarrollo humano, sino que su objetivo normal está dictado -en última instancia- por una razón comercial: si no tengo rating, no vendo y no existo.

El objetivo no es humanístico formativo, sino es informativo y de entretenimiento, y eso está comandado de alguna manera por el rating, de modo que el interés en última instancia comercial se impone a la responsabilidad educativa.

Un gran factor de educación social de lo que se habla poco son los medios masivos de comunicación. Si divulgaran un valor de vida más basado en valores y compromisos, eso ayudaría a que el discurso de la familia, que -en intención general- apunta a formar hombres equilibrados, se equiparase un poco más con el discurso de la escuela y de los medios masivos de comunicación que es el lenguaje del hogar-ciudad en el cual hoy vivimos, aunque estemos enterrados con llave en nuestro hogar de familia.

—El otro tema es que ha cambiando el concepto de familia, incluso con las leyes por las que se habilita el matrimonio homosexual.

—Es otro desafío de la realidad actual. Deberíamos apuntar a redescubrir cuáles son los elementos constitutivos del hogar que sirva para la formación humana. Como ideal, no puedo negar que el matrimonio heterosexual parecería reunir mejores condiciones, pero todo hogar debe, para ser tal, reunir tres condiciones: ser un ámbito de vida que sea estable; ámbito de seguridad afectiva y un ámbito de formación en valores que le den la base para poder desarrollarse en la vida al niño y le confirmen esa base al adulto. Todo hogar ensamblado o no, monoparental o no monoparental, tiene que lograr reunir estas tres características porque son las que permite que se desarrolle la base de la personalidad equilibrada.

El adulto no termina de renunciar a su propia adolescencia y tenemos padres que no terminan de asumir la autoridad, que es indispensable para plasmar la personalidad humana.