La defensa de los recursos

Argentina se debe un debate sobre sus recursos naturales y humanos en el contexto mundial a largo plazo. Otro tema importante tapado por las urgencias, que se puede lamentar demasiado tarde.

Federico Aguer

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No hace falta recorrer mucho el campo para constatar algunos fenómenos que, inexorablemente, se vienen imponiendo tranqueras adentro, referentes a la concentración en pocas manos de las actividades productivas. A la par, la creciente incorporación de empresas extranjeras en los establecimientos agropecuarios plantea el dilema de la seguridad alimentaria en el mediano y largo plazo.

El problema no es que los campos sean propiedad de extranjeros, sino que grandes empresas transnacionales acaparan en sus manos todos los eslabones: la tierra, la producción, la maquinaria, el transporte, la industrialización y su salida del país. De esta manera, se dificulta el control de un Estado que de ya de por sí adolece de esa facultad en muchas instancias de la vida nacional.

Este año, el sector agroindustrial sigue siendo prácticamente la única fuente genuina de divisas que ingresan a la economía nacional. En el primer semestre de 2010 el ingreso neto de divisas generado por el sector “oleaginosos y cereales” fue de 19.946 millones de dólares versus los 14.422 en el mismo período de 2009, es decir, un incremento del 38 por ciento. En enero-septiembre de 2010 los cobros totales por exportaciones registrados por el BCRA fueron de 49.887 millones de dólares, de los cuales el 53 por ciento fueron aportados por los rubros oleaginosos y cereales y alimentos, bebidas y tabaco.

Nuestro país está bendecido por sus características naturales, además de ser uno de los pocos en el mundo con la posibilidad de ampliar las superficies cultivables, lo que lo consolida en el centro del eje futuro de la oferta mundial de alimentos.

El desembarco de países como China con intenciones de comprar grandes cantidades de hectáreas para sembrar soja es un dato que avala este proceso. De hecho, la reciente visita del Ministro de Agricultura de aquel país no hace más que augurar algún acuerdo binacional en este sentido.

Si la principal fuente de divisas es el campo, bueno sería que se generen mecanismos de protección e incentivo a estos recursos, cada vez más necesarios para todas las economías del mundo.

No es casual que nuestros vecinos latinoamericanos estén realizando fuertes inversiones en reequipamiento y modernización de sus fuerzas armadas, a sabiendas que la disuasión es la mejor manera de prevenir los conflictos.