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“El caballo blanco de Mozart”

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Páginas disímiles conforman “El caballo blanco de Mozart”, que recoge artículos y breves ensayos de Arnaldo Calveyra. La vigencia estremecedora de la música de Mozart, un kiosco de venta de billetes de lotería, el recuerdo de Antonio Machado en el Ateneo de Madrid, un viaje en ómnibus de Colonia a Montevideo, un homenaje a Juan Rulfo y a su “Pedro Páramo”, el recuerdo de un profesor de Música bienamado, el elogio de “La invención de Morel” de Bioy Casares, son algunos de los temas tratados en este libro que acaba de publicar La Bestia Equilátera.

Uno de los ensayos interesantes versa “A propósito de realismo en los años cuarenta en Argentina”, y el autor comienza recordando que el año 1945 fue clave “en la instalación del gobierno populista del general Perón, yo no tenía veinte años y quería ser escritor...”, y como primera constatación señala que entonces “casi no pasaba día sin que alguien no condenara la irrealidad en la cual parecía complacerse nuestra literatura, tributaria desde sus orígenes de la literatura europea, y para intimarnos al deber de realismo, de una descripción lo más rigurosa posible de nuestra realidad”. Se pedía una literatura nacional que se liberara de los modelos europeos, y para más complicación se sumó la noción de realismo socialista y su corolario: el arte optimista. “Con esta serie de normas preestablecidas, resultaba difícil que un cierto realismo encontrara su camino, diría “normal’, para desarrollarse y para que un día pudiera fructificar”.

Y agrega Calveyra: “Es curioso pero esta incesante petición de realismo nos llegaba siempre mezclada de autoritarismo”. En ese contexto, desde luego, una literatura como la de Borges y sus “elucubraciones” (como algunos decían) estaba llamada al fracaso.

“En cuanto a la epopeya populista”, leemos más adelante, “se hallaba en lo mejor, volvía nuestra irrealidad de más en más cierta, de más en más real, proseguía su tarea de oscurecer aún más el panorama con sus verdades de más en más aproximativas, de más en más acá de cualquier verdadero examen, todo ello en medio de encuentros multitudinarios en Plaza de Mayo y gracias a una secretaría de información puesta a funcionar a tiempo completo. País vuelto cristal inmenso preso en la niebla”.