Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Tertulia con un profesor: Román Gubern

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“De la hipótesis del lago a la imagen digital” fue el título de la charla brindada por el experto y talentoso crítico e investigador. Foto: Archivo El Litoral

Roberto Maurer

(Enviado especial)

Como es común, al Festival de Mar del Plata llegan personalidades de categoría intelectual y artística, cuyo principal contacto con el público es el formato de “clase magistral”, una denominación algo pomposa que ha sido reemplazada por la más informal “Charla con los maestros”. Los encuentros se desarrollan en la sala teatro del Hotel Provincial, otro espacio del inagotable establecimiento.

Una de las presencias más atractivas es la de Román Gubern, miembro del jurado, cuya charla, asistida por dos chicas argentinas y discípulas suyas en la Universidad de Barcelona, se tituló “De la hipótesis del lago a la imagen digital”, sobre la base de las ideas que se encuentran en un divulgado e imprescindible texto suyo, una historia de la comunicación que parte de la imagen del homínido espejada en el agua, hasta llegar con elegante acrobacia a las flamantes tecnologías.

La palabra del historiador del cine, semiólogo, estudioso de la cultura de masas y guionista catalán fue apasionante por su diversificación y la originalidad de su pensamiento, a los que integra anécdotas y divertidas disgresiones. Es la ciencia del buen conversador.

El propio Gubern admitió su naturaleza intelectual inclasificable: “Soy interdisciplinario, por eso no he creado una escuela, picoteo tanto en la semiología como en el psicoanálisis y la etología”.

RECORDANDO A DON LUIS

Un par de días antes había fallecido el cineasta Luis García Berlanga, a quien Gubern quiso evocar al comienzo de la charla como a un “amigo querido”, y a quien definió como “el rey de la comedia negra y esperpéntica, el Quevedo de nuestro cine”.

Relató un episodio del posfranquismo, cuando García Berlanga organizó un festival de cine erótico con un jurado plural de heterosexuales y homosexuales, y puso a Gubern como jurado de la sección “El tacón aguja”, reservado al cine fetichista y sadomasoquista. “Acepté por amistad y durante tres años me tragué películas sadomasoquistas, que no se las recomiendo, son horrorosas... horrorosas”.

EN EL HORNO

En su interés por la etología, mencionó experimentos de hace unos años, que confirmaron que los primates se reconocen en el espejo, lo que establece la continuidad biológica entre los primates y el hombre aunque en el aspecto intelectual esa continuidad es más accidentada. “Es un tema que tengo en el horno”.

El eje de la charla fue la revolución digital, con la cual “la imagen adquirió la flexibilidad de la pintura, es decir que podemos mentir y a la vez ocultar que la imagen miente”, dijo, señalando que en ese sentido “Jurasic Park” había sido fundacional.

“Las tecnologías ya no son extensiones humanas, sino una delegación de facultades, como las cámaras de vigilancia, que constituyen una visión sin sujeto”. Otro efecto se encarna en “los que no salen” o sea quienes se atrincheran en un bunker virtual que denominó “la cultura del dormitorio adolescente”.

En su análisis de las nuevas tecnologías (“la investigación, siempre y en todo el mundo, está en manos del poder militar”), también mencionó el riesgo de la extrema facilidad para realizar cosas, pero aclaró que “no hay que ser tecnófobo”, y legitimó sus críticas citando a Paul Virilio y su idea de que “se progresa detectando las disfunciones y los efectos perniciosos de las nuevas tecnologías”.

VARIACIONES

También se refirió a que, si bien no coincidía demasiado con McLuhan, su profecía de la aldea global se había cumplido con Internet. Y en relación a los nuevos productos de la ingeniería de Hollywood como el 3D, con los conocimientos de ofmaltólogo, dijo que se trataba de un fenómeno mentiroso, y que el efecto tridimensional solamente se lograba con la holografía.

Con una continuidad perfecta, Román Gubern habló de su tarea como guionista, de Buñuel y del franquismo en relación con la experiencia de la dictadura argentina. En la primera intervención del público, un señor para preguntarle por el viaje a la Luna.