Sin presupuesto

El tratamiento del presupuesto nacional en el Congreso está marcado por irregularidades. En primer lugar, los bloques opositores advirtieron sobre la decisión del Ejecutivo de enviar para su tratamiento parlamentario un presupuesto armado con cifras irreales y funcional a la reasignación de partidas por parte del gobierno. El segundo conflicto se planteó el pasado miércoles cuando se hicieron públicas las denuncias sobre supuestas presiones y ofertas de dinero por parte del oficialismo a legisladores opositores para que votaran la aprobación del presupuesto, con lo cual el fantasma de la Banelco volvió a sobrevolar el Congreso.

Lo cierto es que en vísperas de un año electoral, el gobierno nacional ha vuelto a privilegiar el conflicto sobre el acuerdo, contradiciendo lo que enseñan las mejores prácticas legislativas. La intransigencia, como marca de fábrica, volvió a imponerse, con el complemento del intento presunto de la compra de voluntades políticas. La diputada Elisa Carrió habló de la “gran Jarolavsky”, es decir, la maniobra tendiente a dar quórum para el tratamiento de una ley, argumentar en contra de ella, para luego ordenarle a algunos diputados que se retiren para perder la votación.

En el caldero encendido por el clima de confrontación y cooptaciones, se han multiplicado las denuncias que alcanzan a los ministros Aníbal Fernández y Julio de Vido. No quedaron al margen gobernadores supuestamente presionados para que actuaran sobre diputados. Como dato nuevo, declaraciones de Fernández y la presidenta blanquean y legitiman acciones tendientes a la aprobación del presupuesto, al tiempo que difuminan los límites entre lo aceptable y lo reprochable.

Las denuncias y la presunción de que pueden ser ciertas han suscitado investigaciones tanto en la Justicia como en la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara. Es de esperar que las conclusiones sean efectivas, porque así lo reclama una sociedad cansada de peleas y escándalos.

Particular responsabilidad les cabe en este conflicto a legisladores que directa o indirectamente han quedado bajo sospecha por haber recibido tentadores llamados telefónicos o haber sufrido presiones asociadas con el interés de sus provincias. De todos modos, será muy difícil probar estos ilícitos. Lo que está claro, mientras tanto, es la profundización de las diferencias entre el oficialismo y la oposición, y el hecho de que la reconducción del actual presupuesto le dejará al gobierno las manos libres para manejar siderales sumas de dinero en un año electoral, ventaja efectiva que los opositores tratan de acotar.

Por fin, hoy cayó el telón de una puesta en escena del oficialismo, que se retiró del recinto cantando la marcha peronista luego de haberse presentado para dar el debate. Sin embargo, previamente había violado la decisión del plenario de la Cámara de devolver el tema a comisión para que, habida cuenta del fracaso de la sesión anterior, produjera un nuevo dictamen.