Al margen de la crónica

La vida después de Harry

En los años ‘70 el “Harry” más conocido del cine norteamericano portaba un enorme revólver que no dudaba en disparar a quemarropa aunque esto le costase entregar su placa, recurría a métodos fascistas para combatir al crimen y, conocido como “el sucio”, era interpretado con solvencia por el gran Clint Eastwood.

Sin embargo, a lo largo de la última década hubo un homónimo que acaparó todas las miradas y aventajó en popularidad al duro policía que hostigó a tantos villanos tres décadas atrás: el joven aprendiz de hechicero y destacado alumno de la Academia de Hechicería de Hogwarts, Harry Potter, principal protagonista de la saga imaginada y escrita a fines de los ‘90 por la escritora británica J. K. Rowling.

El pasado jueves, este personaje tuvo su séptimo y penúltimo paso por la pantalla grande en el esperadísimo estreno de la primera parte de “Harry Potter y las Reliquias de la Muerte”, adaptación cinematográfica de la última novela de Rowling, que marcó unos tres años atrás el final de las aventuras del mago adolescente.

En una inteligente estrategia comercial, los productores del film decidieron dividirlo en dos partes (la segunda se estrenará en julio del año que viene), para duplicar los dividendos. Pero también debe ser, en buena medida, para postergar la agonía que supone la obligada renuncia a uno de los personajes más taquilleros que dio la historia reciente del cine hollywoodense de tradición más pochoclera.

La pregunta es inevitable: ¿existe actualmente algún personaje en condiciones de reiterar la fama lograda por Harry Potter, soportar siete filmes seguidos y aun así continuar acaparando la atención del público? Habrá que esperar que respuesta surge de las siempre atentas factorías hollywoodenses, que no suelen desechar ninguna oportunidad.