Revelaciones y diplomacia

El escándalo por la revelación de documentos secretos del gobierno de Estados Unidos está dando que hablar a todo el mundo, pero es muy probable que, como todo escándalo debidamente manipulado, en poco tiempo sea sepultado en el olvido. En realidad, las revelaciones que hasta el momento se conocen no comprometen la seguridad del imperio y no hay motivos para suponer que lo que se publique en el futuro cambie esta situación.

Lo sucedido en todo caso pone en evidencia el avance de las tecnologías y la habilidad de algunos operadores informáticos para penetrar en los sistemas de seguridad de los gobiernos. Lo que le sucede a Estados Unidos puede ocurrirle a cualquier país y, en ese sentido, es aconsejable que los gobiernos sean prudentes a la hora de evaluar lo sucedido. Como dijera un conocido historiador inglés, lo ocurrido es una pesadilla para el diplomático y el sueño de todo historiador. En efecto, si toda diplomacia incluye la simulación, el secreto y la discreción, está claro que lo sucedido es algo así como una catástrofe, mientras que en el caso del historiador implica la posibilidad de disponer de documentos de primera mano a los que, en circunstancias normales, sólo pueden acceder después de varias décadas. No es ninguna novedad que los embajadores elaboren informes acerca del gobierno donde están destinados, como tampoco nadie se siente sorprendido al saber que esos informes son enviados al país de origen. Esto lo hacen todas las diplomacias y, por supuesto, también la de Estados Unidos. Asimismo, se sabe que las fuentes de esos informes suelen ser políticos locales, aunque se incluyen lobbistas, empresarios, confidentes del poder y, en más de un caso, funcionarios de la embajada dedicados a esos fines.Lo que en esos informes se dice en la mayoría de los casos carece de importancia; en otros, es apenas una pincelada o una sugerencia, y sólo en muy contadas ocasiones es una verdad digna de ser tenida en cuenta. No hace falta una compleja oficina de prensa para saber, por ejemplo, que Berlusconi se dedica a pasar momentos muy agradables con mujeres jovencitas. O que Karzai, el jefe de gobierno sostenido por los yanquis en Afganistán, es algo paranoico, o que Putín es el poder real en Rusia.

Respecto de la Argentina, nadie debería sorprenderse por la información que se conoce, ya que muchas de estas valoraciones o imputaciones fueron en reiteradas ocasiones tapas de los diarios. Los problemas de salud de Kirchner, por ejemplo, no fueron un invento de los norteamericanos, del mismo modo que a la supuesta bipolaridad de la presidenta no la diagnosticó un psiquiatra de Nueva York, sino que fue tapa de una conocida revista argentina. En cuanto a las declaraciones de Massa calificando de manera despectiva a Kirchner o a las conversaciones de Alberto Fernández con funcionarios de la embajada, es muy probable que ello sea cierto, lo cual seguramente perjudicará sus carreras políticas, pero desde el punto de vista de la gobernabilidad no agrega ni quita nada a la realidad nacional o a la imagen| de nuestros gobernantes.