Palabras que pierden letras

1.jpg

Enrique José Milani

No lo hacen por capricho ni se despojan de ellas para lucir más. Tampoco se trata de las que, a lo largo de la historia del idioma, se han desprendido de sonidos y grafías para adquirir la forma actual, como por ejemplo, telaraña (tela de araña), navidad (natividad), Bartolo (Bartolomé), norabuena (enhorabuena), cine (cinematógrafo), virrey (vicerrey), hijodalgo (hijo de algo), vizconde( viceconde), tentempié (tente en pie), y los muy actuales: dire, profe, seño, micro, foto, metro, subte y sute, moto, quilo y kilo, radio, tele, taxi, zoo, cole (colegio y colectivo), cumple, Agus, Caro, Tere, Marti, Delfi, etcétera.

Centraremos nuestra atención sólo en aquellas que, por razones preceptivas, especialmente por eufonía (buen sonido), suelen suavizar o facilitar la pronunciación, no permiten el encuentro de ciertas sílabas o letras. Por ejemplo, no decimos “uno cuadro”, sino “un cuadro”; tampoco “bueno día”, sino “ buen día”. La preceptiva llama a este fenómeno “figuras de dicción o metaplasmos” (en griego, transformación), dado que las palabras pueden verse alteradas por añadidura, supresión, trasposición, contracción o sustitución de letras. La supresión se denomina apócope, palabra de género ambiguo, aunque para la Academia es femenino por su etimología y prescripción, si bien ella misma vacila y emplea, siquiera una vez, el masculino en la Gramática de 1931. Hubo y hay escritores que también lo hacen, por ej., Zamora Vicente (Dialectología, p. 26).

Pero vayamos al grano. Los sustantivos no se apocopan para modificar su grafía o sonido cuando anteceden a otras voces, sino que dicha modificación responde a otras razones. Por ej.: Domingo se acortó en Mingo, Satanás en Satán, Sebastián en Bastián, Álvaro en Álvar (el famoso Álvar Núñez), frayle en fray, parágrafo en párrafo, etc. La apócope aparece de manera regular con algunos adjetivos: a) calificativos: bueno (buen amigo), malo ( mal consejero), santo (San Agustín); éste no la admite cuando modifica a nombres comunes o se integra en locuciones nominales: todo el santo día, este santo hombre, el Santo Padre, Santos Lugares, Santo Oficio, Santo Dios, Santo Jesús, Santo Abrahán, Santo Job. La sufre ante nombre propio de persona que no empiece por to- o do-: San Pedro, San Pablo, Santo Tomás o Tomé, Santo Domingo. (No se dice San Santiago, pues es redundancia, ya que proviene del anticuado Sant Iago, y éste, del latín Sanctus Iacob). “Grande” en general se acorta, cuando precede a sustantivo masculino o femenino, máxime para expresar estimación o excelencia: gran señor, gran oportunidad, gran señal, gran maestro; e incluso cuando se interpone otro adjetivo: Tomó un gran primer plano, Fue el último gran acto de su vida. No se apocopa en las construcciones superlativas, en las exclamativas con “cuán”( enfático), ni en la coordinación con otro adjetivo:¡Cuán grande felicidad los embargaba! Fue el más grande benefactor del pueblo; grande pero humilde.

b) Los posesivos mío, tuyo, suyo con sus femeninos y plurales se convierten en mi, tu, su, mis, tus, sus, cuando preceden al nombre, aun cuando se intercale otra palabra: mi padre, tu vida, su gloria, mis ansias, tus pesares, sus caros ideales, su nunca bien ponderada gracia. En próxima nota seguiremos considerando el comportamiento de otros adjetivos y adverbios.