Los fantasmas, los miedos, los amigos y los espías

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Herta Müller, Premio Nobel de Literatura 2009, sufrió toda su vida la persecución y el espionaje de la policía secreta de la Rumania comunista. Su último golpe fue descubrir que su íntimo amigo, el poeta Oskar Pastior, era informante de la Securitate.

Foto: Archivo El Litoral

Rodrigo Zuleta

(EFE)

La escritora Herta Müller, Premio Nobel de Literatura 2009, es una mujer a la que se le nota a primera vista que ha pasado por situaciones que han dejado en ella rastros de temores, propios de alguien que convive con fantasmas.

Un nuevo fantasma ha aparecido ahora con la revelación de que su amigo Oskar Pastior fue informante de la Securitate, la policía secreta del extinto régimen comunista rumano.

La escritora suele hablar con la voz atravesada de tristeza y, a veces, de desconfianza. Lo que dice hace evidente que sus temores tienen que ver con lo que vivió en la Rumania de Ceausescu.

Müller, perteneciente a la minoría rumano-alemana, fue espiada, como tantos otros intelectuales críticos, por la temida Securitate, que continuó siguiendo sus pasos cuando se exilió en Alemania en 1987. Incluso se ha hablado de que hubo planes para asesinarla.

Una de sus mejores amigas estuvo entre quienes la espiaron, lo que justifica cierta actitud de permanente desconfianza.

También en su familia, como en casi todas las familias de la minoría rumano-alemana, había fantasmas que se expresaban en forma de silencios, de temas que flotaban en el ambiente pero de los que no se hablaba.

Así, por ejemplo, Herta Müller nunca pudo hablar con su madre del tiempo que ésta pasó internada, tras la II Guerra Mundial, en un campo de concentración soviético. Para enfrentar esos fantasmas, la escritora trató de reconstruir la experiencia de su madre a través de las experiencias de otros miembros de la minoría alemana y, en especial, de la del poeta Oskar Pastior.

Sus conversaciones con Pastior fueron la base de su novela “Atemschaukel” -titulada en su edición española “Todo lo que tengo lo llevo conmigo”-, libro que inicialmente pensaron escribir a cuatro manos, lo que al final no ocurrió porque Pastior murió repentinamente, en 2006, a mitad de camino.

La amistad con Pastior parecía, en todo caso, haber sido una de las experiencias más importantes de la vida de Müller. Muchas veces, al hablar de él en público, ha estado al borde del llanto y ha conmovido a la audiencia.

La última vez que lo hizo hecho fue anoche, durante una lectura de “Atemschaukel” en el teatro “Berliner Ensemble” de Berlín.

Pastior, como se sabía desde hace mucho, también fue espiado por la Securitate. Lo que no se sabía, y acaba de saberse porque lo ha descubierto el germanista Stefan Sienerth, es que también fue informante de ese servicio secreto.

Sienerth descubrió en Bucarest el acta de Pastior que llevaba la Securitate y que incluye un compromiso de servir como informante, firmado el 8 de junio de 1961, y contaba su descubrimiento en la última edición de la revista literaria Spiegelungen.

Müller, según afirma en declaraciones que publica hoy el diario Frankfurter Allgemeine, se enfrentó hace ya unas semanas a ese descubrimiento y sintió, dice, “ira y horror”, pero también “piedad” por el destino de Pastior.

“Fue como una bofetada”, dijo Müller, quien, sin embargo, tras la indignación inicial, pasó a sentir sobre todo “tristeza y piedad” en consideración a las circunstancias históricas que llevaron a Pastior a comprometerse como informante.

Pastior, según las investigaciones de Sienerth, firmó su compromiso con la Securitate tras haber sido puesto bajo presión en un interrogatorio, y ejerció de informante entre 1961 y 1968, bajo el alias de Otto Stein.

Por las fechas, es imposible que la observación de Herta Müller, nacida en 1953, haya estado entre sus tareas.

Müller, según lo que le dijo al Frankfurter Allgemeine, cuando leía fragmentos de “Atemschaukel” y hablaba, conmovida, de Pastior, ya tenía noticia de su pasado oculto.

Parece haberlo perdonado y tal vez haya pensado que, como se ha sugerido, la Securitate lo chantajeó de diversas formas, entre las que se cuenta la amenaza de revelar su homosexualidad.

Herta Müller ha dicho con frecuencia que todo lo que ha escrito surge de los 30 años que vivió en una dictadura. La revelación tardía sobre Pastior agrega un elemento más a esa experiencia, que vuelve a mostrar que, como ha dicho la escritora en varias ocasiones, vivir en una dictadura es vivir en un lugar donde todos esconden parte de lo que son.