GRACIELA GENOVÉS EN ZURBARÁN

“Puedo armar el mundo que quiero”

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Se expone una selección de acuarelas donde prevalecen las figuras femeninas y los desnudos. Foto: PINTURA DE GENOVÉS

La artista estuvo en Santa Fe para dejar inaugurada su muestra. Dialogó con El Litoral sobre su pintura, intenciones y destinos.

ANA LAURA FERTONANI

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La artista Graciela Genovés estuvo en Santa Fe para inaugurar su muestra “íntima”, como la definió, en la galería Zurbarán Santa Fe, ubicada en la casa de Gabriela Garrote, en el Club de Campo El Paso, un lugar no accesible para la mayoría de la gente, pero que permanecerá abierta todo enero, lo que da tiempo para visitarla (teléfono 482-0218).

Se expone una selección de acuarelas unidas por la temática: desnudos que la artista pinta desde hace muchos años. “Algunas son estudios, no pasan de ese nivel, y otras tienen algo más, ya sea por lo que expresan, que me dieron ganas de mostrarlas”’, dice la artista que vive en Capital.

Sus creaciones no sólo tienen que ver con desnudos, sino también con paisajes, naturalezas muertas, rincones de su taller, pilas de libros, flores, lo que la rodea... que pinta en óleo y en acuarelas.

Nació en La Plata; estudiaba Medicina cuando decidió que absolutamente no era lo suyo. “Siempre había pintado, pero no me lo había tomado como una posibilidad de profesión, no existía en mi familia esa posibilidad. Me di cuenta de que me gustaba cada vez más y me anoté en la facultad de Bellas Artes de La Plata. Fue en el ‘83, coincidió con el cambio de la dictadura a la democracia, una apertura en muchos aspectos...”.

LA INSPIRACIÓN

—¿Cómo es tu dinámica de trabajo?

—Me gusta mucho pintar en tamaños grandes, entro en ese mundo. Cualquier artista tiene una tendencia escapista, porque podés pasar horas de tu vida en una realidad ficcional, uno puede armar el mundo como quiere, poner lo que le gusta y sacar lo que no le gusta, de manera que cuando trabajo me sumerjo y me cuelgo. También trabajo en otros tamaños, siempre hay un proceso de calentamiento: llego, vi lo que hice, y no estoy muy segura de lo que voy a hacer; barro, limpio, ordeno, y después me voy enganchando en algo que no me gusta de lo que hice y me voy introduciendo en todo el mundo y llega un momento en que, si puse música, ya no la escucho, y el mate se enfría...

—¿Tenés alguna obra que sea la que más querés?

—Uno se enamora de algunas obras, generalmente de las más recientes, que son como una puerta donde va a haber todo un camino. Las exposiciones sirven para ver los trabajos con una relativa objetividad, pero también para dar por terminada una etapa, y poder continuar; si no, uno se queda muy enganchado con algunos trabajos. Con la venta pasa lo mismo: a veces las pinturas se van lejos y sé que no las voy a volver a ver... Y, sí, da lástima, pero es como los hijos, que hagan su vida. Y en la medida en que se van es que podés pintar otras. Si tuviera el taller lleno de cuadros, me costaría empezar uno nuevo porque me preguntaría para qué.

DIÁLOGOS

Graciela menciona que tiene un diálogo permanente con la historia de la pintura: “Me interesa mucho el lenguaje, cómo se ha pintado. Gracias a Osvaldo Attila, que fue mi maestro, me enseñó a leer los cuadros, no sólo lo que los historiadores y críticos dicen, sino a leer en la imagen en sí, mi referencia es toda la pintura de Occidente”.

De sus referentes toma algo y también se basa en los trabajos de ellos para el propio: “en esta última etapa intenté hacer un equivalente a la pintura de Rembrandt en cuanto a su estructura de valor de claros y oscuros en colores. Hay zonas de gran contraste y otras que no; yo intento hacer lo mismo pero en color, sumerjo todo en un solo tono, por ejemplo, de rojo, y de ahí sobresalen otros colores. Es un diálogo permanente que tengo con ellos”.

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Nació en La Plata, es profesora y licenciada en Artes Plásticas.

Foto: MAURICIO GARÍN

/// análisis

Pintura

Graciela Genovés

Mi pintura tiene un color post impresionista, es decir que tiene una paleta cromática, con contrastes de colores fuertes, donde lo que predomina no es la diferencia entre el claro y oscuro, sino entre los tonos, y los de temperatura. Tomo temas que me rodean, urbanos, situaciones que veo por la calle; esto lo entronco con otras imágenes que pertenecen al legado de la pintura de Occidente. Me interesa la pintura religiosa, porque tiene un contenido de muchos siglos puestos encima: una crucifixión ha sido pintada desde la Edad Media hasta hoy. Tiene un contenido que trasciende lo religioso y que tiene que ver con lo humano.

No me es muy claro, tampoco intento tener en claro por qué elijo lo que elijo para pintar; tengo miedo de que, si me pongo a pensar mucho, por ahí lo pueda decir en palabras y no necesite más la pintura, que tiene otro recorrido, donde los contenidos no son tan concretos. Y sí, hay un contenido de denuncia, de intentar que la realidad que vivimos sea mejor que la que es.