Vivencias a flor de piel

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Bertha Cousinet de González Ruberto

La fundadora y actual presidenta de la institución que ayuda a pacientes con leucemia y sus familiares cuenta cómo surgió su amor por la escritura, su manera de reflexionar sobre lo cotidiano.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTO. AMANCIO ALEM.

ESCRITORA NATA. “De chica viví en barrio Sargento Cabral y a los 11 o 12 años fui a vivir a San Martín y Domingo Silva. Mi papá también era escritor, así que de ahí salió mi gusto por la escritura. Escribo desde chica; siempre tuve muy buena redacción y de ahí partió la necesidad de escribir muchas cosas. Siendo jovencita seguí haciéndolo pero cuando me casé tuve otros compromisos y actividades. Así como tuve que dejar de jugar al tenis también dejé de escribir, pero me ha gustado leer muchísimo”.

EL RETORNO. “Cuando faltó mi hijo Sergio (mi tercer hijo, quien tenía 15 años cuando enfermó de leucemia y 20 cuando falleció), en el año 87, estuve muy acongojada pero un día me levanté y escribí un poema y desde ese momento ya no dejé de hacerlo. En 1992 fundé Cenaele (Centro de Apoyo al Enfermo de Leucemia) y me dediqué muchísimo a ella pero no dejé de escribir. Procuro no dejar de escribir ni de leer un día; si no uno se queda, más aún a esta edad”.

UN PEDIDO ESPECIAL. “Cuando fui a Buenos Aires con Sergio (estuvimos un año) iba mucha gente humilde, que no tenía medios, y no podía quedarse. Mi hijo, que era muy sensible a pesar de tener su problema, me decía que el día que pudiéramos -pasara lo que pasara- había que hacer algo porque en Santa Fe no había nada a nivel estatal. Había funcionado el Servicio de Hematología del hospital Iturraspe pero como el médico que estaba a cargo había fallecido hacía diez años, nunca más se había reabierto para la atención de los pacientes. Pedí permiso al hospital para interiorizarme sobre el tema e hice trámites en la Cámara de Diputados y se aprobó la reapertura. Era muy necesaria la institución pero también porque se inauguraba ese servicio que no tenía partida presupuestaria. El gobierno recién se hacía cargo de todas estas cosas”.

AYUDAR A LOS DEMÁS. “Formé la institución con otras madres que había conocido en la Academia Nacional de Medicina, adonde eran derivados nuestros hijos en aquel entonces, pero yo era la única que había perdido a su hijo. Las demás habían tenido éxito, los tenían. Conocí a Gladys Saliva, que tenía a su hijo José, que superó la enfermedad. Había tenido la posibilidad de estar en el exterior y traía algunas novedades. Todas colaboramos, formamos esta institución y acá estamos: procurando en lo posible ayudar a todos, ya que en ningún momento se puede abandonar el tratamiento. Esto es como un legado de mi hijo Sergio, es lo que me impulsó a que como fueran las cosas hiciera algo”.

EL POR QUÉ. “Muchas veces me dicen que es el gobierno el que tiene la obligación; puede ser, pero también es cierto que en el extranjero se da lo elemental y las fundaciones se encargan de hacer cosas mayores, incluso en países con más posibilidades. El Estado demora en las resoluciones, muchas veces no porque no quiera; nosotros procuramos resolver enseguida, conseguir los medios, llegar a alguien que preste oídos a las necesidades, y es para la gente que sabemos que realmente necesita”.

ESTAR ACTIVOS. “Tengo 77 años y mientras tenga fuerzas seguiré en todo esto que me he empeñado en realizar en la parte social y, además, no quiero dejar de hacer lo mío, que es escribir y me gusta de alma. Tampoco dejo de estar con mis nietos y con mis hijos (el mayor, de 49 años, y el más chico, de 42, ya que me faltan los dos hijos del medio) compartiendo muchos momentos de mi vida. Creo que lo importante a nuestra edad es estar activos. Opino que la vejez no tiene nada que ver con esto: está en uno, por más dolores que tenga, salir adelante. Se debe vivir buscando la manera de ocupar el tiempo en cosas útiles, si es posible, como en mi caso, ayudar a los demás. No hay que dejar de hacer cosas, de trabajar, de manera que uno no se encierre en su dolor. Uno debe ser fuerte y seguir, no queda otra. También he perdido a mi esposo, que me acompañaba en esta tarea, pero falleció en 1994. Era mi compañero, mi apoyo y mi guía”.

TAREAS PENDIENTES. “Uno siempre piensa que las obras que uno hace no están concluidas; siempre quiere más. Quisiéramos tener un poco más de amplitud en la casa, en lo que estamos trabajando. Tenemos de todo, hasta psicóloga, pero no tenemos un lugar amplio como para reunirnos. También aspiro a seguir escribiendo y que me editen libros, de manera de seguir haciendo lo que quiero”.

así soy yo

HISTORIAS DE VIDA

“Escribir es una cosa que me gusta y en eso plasmo mis vivencias. En este último libro (“Historias de vida de ayer y de siempre’, de editorial Dunken) quiero demostrar que el hombre es siempre igual, no cambia, que ha tenido sus agresividades muy acentuadas. Los cuentos están basados en hechos reales, adonde se demuestran los buenos y los malos sentimientos.

No quiero dejar de escribir; eso me ayuda mucho a exteriorizar las vivencias de toda índole. Siento que me hace bien”.

OTRAS PRODUCCIONES

“En 1994 edité un libro de poemas ‘Por siempre a mi lado’, de Ediciones Corregidor, que refleja toda mi vida: están mis dolores, mis angustias, mis alegrías; he participado en la Antología Poética de Baigorria de Amor en 2005 y en la antología publicada al año siguiente por el 30º aniversario de la Sociedad Argentina de Escritores de Santa Fe; aunque también he escrito en el diario El Litoral, con Alba Yobe de Ábalo”.