Las madres de bronce

Mucho se ha escrito acerca del accionar y el pensamiento de figuras centrales de la historia argentina como Belgrano, San Martín o Rosas, pero poco se sabe acerca de sus madres, según rastrea la escritora Karina Bonifatti en su obra “Madres de próceres”, que trabaja sobre los valores que una decena de mujeres inculcó a sus célebres hijos.

TEXTO. JULIETA GROSSO (TÉLAM).

Dos siglos atrás, las madres eran casi el vínculo excluyente que un niño de seis años podía mantener con el mundo exterior, ya que hasta esa edad la relación con el padre solía mantenerse en un segundo plano, en parte porque el hombre permanecía largas horas fuera del hogar, pero también porque cundía la creencia de que la infancia era una etapa donde un chico todavía no podía demostrar sus habilidades como “ser pensante”.

“En esa época los padres casi no mantenían relación con sus hijos y no se los tenía muy en cuenta. Incluso, como era probable que se murieran al nacer o durante la infancia, la única que tenía contacto con ellos era la mujer”, destacó la escritora Karina Bonifatti.

“Madres de próceres”, recién publicado por Ediciones B, narra el nacimiento, la infancia y la relación que mantuvieron con sus progenitoras personajes como Manuel Belgrano, José de San Martín, Bernardino Rivadavia, Manuel Dorrego, Facundo Quiroga, José María Paz, Gregorio Araoz de Lamadrid, Juan Manuel de Rosas, Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi, entre otros.

RETRATO DE ÉPOCA

“Estudié letras pero desde chica estoy muy familiarizada con la historia. De hecho, a mí me interesó siempre la literatura del siglo XIX, que está muy emparentada con la política -aseguró Bonifatti-. Leyendo unos escritos de Lucio Mansilla sobre Agustina López de Osornio, la madre de Rosas, se me disparó la curiosidad sobre el tema”.

“Las mujeres han sido relegadas en la historia, así que no me sorprendió encontrar muy poca documentación que haga alusión a madres de próceres -explicó-. El libro aborda la historia de diez mujeres que dieron a luz a hombres célebres, arrancando en 1770 con el parto de la madre de Belgrano hasta el nacimiento de Sarmiento, en 1811”.

Aunque no es su propósito central, el texto aporta un riguroso retrato de época que da cuenta de los hábitos domésticos desde los tiempos del Virreinato en adelante aunque, como señala la investigadora, “los datos que surgen sobre estas mujeres son bastantes precarios, ya que casi todas estaban relegadas a la vida doméstica, más allá de la clase social a la que pertenecían”.

“Las semblanzas de estas mujeres ofrecen la posibilidad de conocer, a partir de anécdotas o reconstrucciones, matices sobre el temperamento de los próceres. Ellas son importantes no sólo porque pudieron haber donado joyas o cosido uniformes, sino porque fueron las encargadas de cuidar y castigar a los hombres que después se transformaron en protagonistas de la Historia”, explicó Bonifatti.

ARQUETIPOS

A partir de consignas -referidas al rol que desempeñaron estas mujeres con sus hijos y la interacción con sus maridos-, la autora ofrece arquetipos bien diferenciados, desde la imponente madre de Rosas y la arquetípica Paula Albarracín -que su hijo Domingo Faustino inmortalizó con su telar al pie de la higuera- hasta las más sumisas, como María Josefa González Casero, la progenitora de Belgrano.

“En el caso de Belgrano, por ejemplo, encontré cartas donde le ruega al rey Carlos IV que saque de la cárcel a su marido, acusado de estafa. Es una mujer muy débil, y de alguna manera su hijo también hereda eso. De hecho, él estuvo enfermo la mitad de su vida”, señaló.

“Así como Belgrano sufre a semejanza materna, se puede decir que Rosas manda a la par de su madre -comparó Bonifatti-. Agustina, de hecho, es una mujer que intenta imponer su voluntad a toda costa, como cuando dicta un testimonio que va en contra de las leyes de la época. Tan obcecada como ella es Tiburcia, la madre del general Paz, que se empeña en hacer testamento a favor de su hijo a pesar de que la ley lo prohibe porque está preso”.

HISTORIA NO OFICIAL

El texto de Bonifatti deja entrever algunas historias de corte novelesco, como la de Bernardino Rivadavia: en este caso el legado materno se mide más por omisión que por acción, ya que su madre Josepha murió cuando él tenía 7 años y su padre volvió a contraer matrimonio con una mujer que no parece sentirse a gusto con los cinco hijos del viudo.

“Ana María parece una típica madrastra de los cuentos de hadas, esas que tratan mal a los hijastros y tienen veleidades de “señora de la casa” -apuntó la escritora-. La muerte de su madre indudablemente marcó mucho a Rivadavia, pero no tanto como su convivencia con un padre cruel que hizo sufrir mucho a él y a sus hermanas”.

Una impronta folletinesca tiene también la historia de San Martín, cuyos padres biológicos están en disputa: mientras la historia canónica consagra a Gregoria Matorras y a Juan San Martín, Bonifatti también incluye la posibilidad de que su origen esté en la unión clandestina entre la indígena Rosa Guarú y Diego Alvear, integrante de las familias más acaudaladas de la época.

“Hay muchos elementos que nos llevan a desconfiar de la historia oficial, sin que eso implique la confirmación de la hipótesis que (Hugo) Chumbita trabaja en su libro “El secreto de Yapeyú’“, indicó la autora.

“Es cierto que llaman la atención algunos elementos, como que tanto Gregoria como Juan tenían los rasgos fisonómicos del europeo típico, es decir, eran rubios, de baja estatura y de ojos celestes, mientras que San Martín tenía el pelo y los ojos negros, piel morena y era de estatura alta”, esbozó Bonifatti.

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La madre de Bernardino Rivadavia murió cuando él tenía 7 años. Manuel Belgrano heredó la frágil salud de su progenitora. Domingo Faustino Sarmiento inmortalizó a su madre con su telar al pie de la higuera.

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