En Familia

Matrimonio: problema y misterio (II)

A.jpg

Rubén Panotto (*)

[email protected]

El matrimonio no es tan sólo un tema importante, sino como fue definido en el primer artículo, una institución que trasciende los tiempos, las culturas, las razas y religiones. Profundizar en el problema y misterio del mismo nos conduce, con cierta sorpresa, a la simpleza valiosa de una relación que se retroalimenta en el amor y el pacto conyugal.

Bajo esta premisa, la institución matrimonial no es el resultado de alguna injerencia externa, ni la imposición de una forma cultural o religiosa, sino más bien el desafío aceptado voluntariamente del compromiso mutuo de establecer y vivir los propósitos del amor en la continuidad de la vida, la convivencia pacífica y el bien solidario hacia los demás.

En la trayectoria de estos propósitos es donde el problema se sublima en la revelación de lo misterioso y comienza a fluir la posibilidad que todos buscamos, de ser personas de bien y dichosas, para provecho y bienestar del otro.

Los requisitos del amor

En esta segunda parte, el objetivo es dejar algunas reflexiones sobre actitudes y conductas para afianzar como enriquecedoras, y otras para modificar o desechar por ser nocivas y contradictorias.

* La fidelidad es un derecho con su correlativo deber, que va más allá de la simple exclusividad en las relaciones sexuales. La fidelidad hacia el otro cónyuge tiene como base fundamental el respeto por su persona. Esto conduce al deber de sustentar una conducta clara, evitando relaciones que puedan lesionar de manera legítima su dignidad.

* La asistencia y cohabitación: representa un concepto amplio que abarca aspectos bien diferenciados para satisfacer integralmente las necesidades de los cónyuges. El aspecto económico comprende los gastos para afrontar la alimentación, vestimenta, salud y habitación, como obligación recíproca que tienen por igual el hombre y la mujer.

* La admiración es un componente imprescindible del amor, que puede fundarse en diversos aspectos de la personalidad del otro, desde la simpatía, la sencillez, como así también la fortaleza y espíritu de lucha, etc. Este sentimiento de admiración se añade al sentimiento de enamorarse, dando lugar al “misterio” del deseo y la tendencia de estar juntos, de confiarse, de estar solos. La admiración hace la comunicación más intensa, hasta lograr un profundo encuentro interpersonal.

* La inteligencia aplicada al amor nos permite ver al otro como realmente es, y a nosotros mismos con nuestras virtudes y defectos. La inteligencia pone en orden los sentimientos, para encontrar la mejor forma de tratar al otro, cuando se transita por diversos caminos para resolver problemas, sobre los cuales se piensa diferente.

Las crisis matrimoniales abundan, y muchas desencadenan rupturas definitivas. Lo aconsejable es no considerar esas crisis como el principio del fin, sino por el contrario como una verdadera oportunidad para enfrentarlas con esfuerzo y determinación, y comprobar que la relación matrimonial sale fortalecida. Por otra parte, si bien el amor conyugal ofrece a los esposos la máxima satisfacción de una unión fiel y total, crece en el tiempo no sin dificultades y confrontaciones, pero afirmándose más allá de la conveniencia y los beneficios individuales.

* El respeto en el diálogo se pone a prueba en la capacidad de escuchar, que significa dejar hablar y oír sosegadamente, despojados de cualquier actitud agresiva. La persona que acepta dialogar es siempre tolerante y amplia, capaz de aceptar diferencias de criterio sin ofender ni descalificar. Si se pretende que el amor perdure “hay que quemar las naves y poner todo lo que uno tiene al servicio de la empresa matrimonial”, dice Enrique Rojas en su libro “Remedios para el Desamor”.

* La tolerancia: Voltaire la define como la gran herramienta de la vida en común, mediante la cual el hombre es capaz de coexistir pacíficamente en medio de las más diversas posturas ideológicas. Locke en su “Carta sobre la Tolerancia”, nos explica que tolerar es no oponerse inflexiblemente a las diferencias de contraste que trae consigo vivir en comunidad.

Los argentinos somos permanentemente observados por nuestros vecinos latinoamericanos. Existe en ellos un lamento moral y cultural por nuestra falta de tolerancia, expresada en descalificaciones brutales, en el uso de epítetos irreproducibles, en gestos y actitudes de elevado cinismo, que nuestros niños y adolescentes aceptan y repiten con total naturalidad. La corrección de esos excesos comienza en el hogar y específicamente en el trato matrimonial. Así pues, los cónyuges deben acordar, responsablemente, el desechar las listas de agravios y reproches mutuos, tan comunes y practicados por las parejas de hoy.

En definitiva, la vida se compone de detalles pequeños. Lo mejor es vivir el momento preciso y limitado de cada día, poniendo lo mejor de uno mismo; porque la vida no es un evento único y azaroso, sino una sucesión de pequeños detalles, que se sinergizan para formar el misterioso resultado de una existencia trascendente y eterna.

Saludos de fin de año

Al ser éste el último artículo del año pronto a culminar, les propongo una reflexión personal y familiar respecto de lo que celebramos en Navidad: el nacimiento del Hijo de Dios, el Salvador. A su vez, y siendo una especial ocasión para el reencuentro con los seres más amados, los invito a compartir los más exquisitos manjares del amor y la paz en familia y con todo el mundo.

(*) Orientador familiar