CARTAS A LA DIRECCION

Plaza de todos

 

Señores directores: La Plaza del Folclore Padre Trucco fue hace muchos años un cementerio pegado a la primitiva capilla hecha con las propias manos de Javier de la Rosa. Luego fue playa de estacionamiento de las carretas y caballos que venían desde las quintas y campos de lo que empezaba a ser Villa de Guadalupe; posteriormente cubierta por plantas de rosas, pasa a llamarse por muchos años “El Rosedal”. En ese entonces el tranvía Nº 4 recorría los bañados de avenida Galicia y llegaba hasta la Basílica, que comenzaba a construirse.

El Festival del Folclore fue una iniciativa de los propios feligreses, que buscaba rescatar nuestra identidad cultural y musical. Durante muchos años Perusini presidió la comisión y el recordado padre Trucco junto a la comunidad católica del barrio llevaron adelante un evento que hizo historia.

Con mucho esfuerzo se está intentando volver a llevarlo adelante, no para recaudar fondos, no para ser cómplices de la “cultura espectáculo” sino para generar un lugar de encuentro, un sitio y una fecha referente del barrio, de la región y de nuestra cultura.

En tiempo en que muchos vecinos sólo miran televisión en soledad, hemos creído que era importante generar nuevamente este festival solidario. En tiempos de Guadalupe Estratégico, generamos actividades participativas con el objetivo de brindar un canal de encuentro, de discusión y de construcción del consenso, para elaborar entre todos el plan de un barrio que soñábamos para los próximos 50 años. Así pusimos en el debate público la espantosa situación a la que los poderes públicos, con su indiferencia, habían llevado a la Playa Norte. Fue así que iniciamos una experiencia de preclasificación de residuos en 55 manzanas del barrio, sin apoyo del Poder Ejecutivo y con un gran esfuerzo de las 1.800 familias. También promovimos el festival, impulsamos la cesión de los terrenos de la ex traza de la avenida de Circunvalación a las vecinales, abordamos la inseguridad. Siempre participaron todas las instituciones y los vecinos. Los talleres públicos participativos, intentaban construir consensos para que “nadie quede afuera”.

Hoy con sorpresa, nos encontramos con las máquinas topadoras bajando la altura de lo que es la Plaza del Folclore. Con estupor vemos cómo los árboles que con gran dificultad fueron creciendo, fueron arrancados brutalmente. Intentamos hablar con el Ejecutivo, pero optó por reunirse con un pequeño grupo de vecinos aledaños a la plaza para avanzar. Poco importó el resto de instituciones del barrio, en nada se consultó a las vecinales, a la cooperativa, a la iglesia, instituciones que siempre estuvieron presente en todas las convocatorias que desde el nivel municipal se hicieron. ¿Por qué en nuestra plaza no se utilizó el mismo criterio si desde el momento que se observó los trabajos, se le solicitó al delegado municipal lo más simple, un bosquejo de lo que se tenía previsto hacer, sin haberlo logrado?

Hay dos formas de gobierno: la tecnocrática y la democrática. La tecnocrática es aquella en la que los técnicos establecen los que hay que hacer y los vecinos aceptan la opinión de los “entendidos”. La democrática es aquella en la que los técnicos hablan, pero en la que la opinión de los interesados también es escuchada.

Es lamentable, no porque no se haya hecho algo, sino porque lo que no se conoce no puede quererse. Y la mayoría de los vecinos no sabemos qué es lo que se quiere hacer, porque lo peor de todo es que vuelvan más máquinas y qué es los que harán.

César Carlos Trucco.

L.E. 6.332.366, ciudad.