Al margen de la crónica

Un tal Assange

Hasta por lo menos la mitad de este año que culmina, pocas personas -sólo los iniciados o los cibernautas más fervorosos- tenían noticias sobre un sitio llamado Wikileaks o sobre un tal Assange. Sin embargo, 2010 ha sido el año de Julian Assange y su portal de Internet para hacer públicos documentos secretos: Wikileaks.

Primero fue noticia un video en el que la tripulación de un helicóptero estadounidense en Bagdad disparaba contra civiles, una incómoda propaganda para la ya poca prestigiosa conducta de los militares de la principal potencia del mundo.

Luego siguió la publicación de los documentos militares de la intervención en Afganistán y la guinda del pastel la puso la publicación de despachos confidenciales de diplomáticos estadounidenses en todo el mundo de un archivo de unos 250.000 documentos secretos.

Para ese entonces, políticos, periodistas y también el ciudadano de a pie ya se preguntaban quién es este Julián Assange y por qué está haciendo lo que hace. El australiano de 39 años tiene diferentes caras, dependiendo de a quién se le consulte por él. Para algunos es un nómada que lucha infatigablemente por un mundo mejor y más público. Para otros se trata de un tipo autoritario, que no soporta ninguna réplica de sus compañeros.

En Suecia dos mujeres lo acusan de agresión sexual y la orden de detención dictada en Suecia llevó a que Assange pasara unos días en prisión preventiva en Londres. Él mismo se definió como el “pararrayos” de los ataques a Wikileaks.

El fundador de la web de revelaciones, teme no ser sometido a un proceso justo en el caso de ser extraditado a Suecia, según dijo en declaraciones a la televisión británica BBC. La Justicia sueca pidió en su solicitud de extradición que se le impida tener cualquier comunicación y que a su abogado sueco no le esté permitido hablar sobre el caso. El australiano intenta evitar su extradición a Suecia, algo que decidirá como pronto en enero un tribunal británico. Mientras tanto, Assange está libre bajo fianza, pero debe permanecer en el sureste de Inglaterra en la casa de su amigo Vaughan Smith, llevar un localizador electrónico y presentarse a diario en la oficina de la policía local.

Pero, ¿realmente han cambiado Assange y Wikileaks en 2010 el mundo tal como pretendían? Es discutible hasta qué punto los despachos publicados constituyen verdaderas revelaciones. Algunos son de escaso alcance, otros ya se conocían, se sabía algo de los temas revelados o se intuía. Pero lo que sí ha quedado claro es que la publicación de las comunicaciones diplomáticas mostró a todo el mundo que Estados Unidos no es capaz de guardar sus propios secretos ni los de los demás. Queda por ver la gravedad de las repercusiones de estas revelaciones..