FALLECIÓ AMÍLCAR RENNA

Adiós a un trabajador de la cultura santafesina

1.jpg

 

Incansable propulsor de la lectura, con su espíritu de trabajo fomentó la creación de bibliotecas populares en los lugares más carecientes de la provincia. Falleció el martes, en Santa Fe. Foto: ARCHIVO EL LITORAL.

Ciudadano ilustre de Santa Fe, desarrolló una intensa tarea en las zonas más postergadas de la provincia, para fomentar la lectura en los chicos.

 

DE LA REDACCIÓN DE EL LITORAL

[email protected]

Había nacido en Suardi, el 16 de mayo de 1926. A lo largo de 84 años, creó más de 50 bibliotecas populares en la provincia y donó materiales a localidades como Progreso, La Brava, Helvecia, Gobernador Crespo, Alto Verde, San Javier, Reconquista.

A partir de 1999, una biblioteca ubicada en Gutiérrez 2500, en Santa Fe, llevaría su nombre, a modo de homenaje por tantos años de trabajo infatigable.

Hijo de Damián Renna y Francesca Garrone, ambos de la provincia de Cúneo, Italia, Amílcar siempre mantuvo el vínculo con sus raíces: fue socio vitalicio del Centro Piemontés de Santa Fe; y en 2005 obtuvo el premio Piemontesi Nel Mondo, que se entregaba por primera vez en nuestro país. Un año después, en el marco del hermanamiento de Cúneo con Santa Fe, recibió la distinción Piemontesi Protagonisti.

Licenciado en Cooperativismo, presidente de la Fundación Cooperación y Cultura Prof. Luis Ravera, promovió esa doctrina socioeconómica, formando moral y técnicamente dirigentes en Córdoba, Entre Ríos, Santiago del Estero y Santa Fe.

Fundó y coordinó cooperativas de trabajo de escritores, pescadores, agricultores y vagabundos y también de servicios públicos de diversas zonas de la provincia. Pero su trabajo más intenso estuvo dedicado a brindarle a los más postergados la posibilidad de acceder a otros mundos, a través de los libros.

ABRIR PUERTAS

“Los niños que se inician desde pequeños en la lectura pueden comprender las distintas alternativas que una persona tiene en la vida, más allá de las circunstancias en las que le tocó nacer”, argumentaba don Amílcar.

Sus proyectos tomaron forma en distintas escuelas de la provincia, principalmente en las zonas más postergadas. Uno de sus últimos trabajos comenzó en 2005 y estuvo focalizado en el departamento General Obligado. La iniciativa estuvo basada en una premisa: la solidaridad. Renna donó textos de unos 140 autores (entre ellos, José Hernández, Leopoldo Marechal, María Elena Walsh, Patricia Severín, Laura Viscay, Pablo Pila y Julio Migno) a unos 40 chicos. Ellos elegían 40 libros, los leían en sus casas y luego los intercambiaban. Así, al cabo de un tiempo, todos habían leído todo.

“Para Jean Piaget, lenguaje y pensamiento van de la mano. En este sentido, los libros les permiten a los niños y jóvenes tomar contacto con pensamientos propios y ajenos, y re-crearlos. Está comprobado que la lectura estimula la actividad neuronal de los pequeños, impulsa el desarrollo de su inteligencia, de su creatividad y del lenguaje”, opinaba don Amílcar, que en 1998 sería distinguido por el Concejo Municipal como ciudadano ilustre.

A lo largo de su extensa trayectoria fue reconocido también con los premios Florian Paucke (1985), de la Subsecretaría de Cultura de la provincia; con la orden El Vagón (1992) por la difusión de la actividad de escritores santafesinos; premio a la Excelencia en 1994, por la formación de bibliotecas en diversas localidades de la provincia; el Premio Fundación de Santa Fe, del Club Santafesino de Servicio. En 2004, en el marco de la Feria del Libro, fue reconocido como una de las personalidades que trabajó en pos de las obras santafesinas, como precursor de la primera cooperativa de escritores de la ciudad y como editor de la Enciclopedia Santafesina, obra de cuatro volúmenes publicada en 1992.

El autor de “Un sueño más cerca de la realidad” y “Capitalismo salvaje” (junto a Gabriel De Biase), entre otros textos, sostenía que “proponerse incentivar el hábito de la lectura hoy no es tarea sencilla, teniendo en cuenta que hay una sobreabundancia indiscriminada de mensajes que son transmitidos de manera tal que no requieren esfuerzo de elaboración propia para asimilarlos. Mi anhelo es que todos los niños, especialmente aquellos que están más desprotegidos, tengan la posibilidad de apropiarse del hábito de la lectura, una llave que les abrirá las puertas a nuevas posibilidades de crecimiento y a un desarrollo más pleno; en definitiva, que les ayude a ser más personas, más libres”.

Camino

La vida lo golpeó demasiado duro desde su nacimiento. Con tan sólo seis meses perdió a su padre, y cuando tenía once años falleció su madre. La pobreza llegó al punto de no tener para comer. Sin embargo, la adversidad nunca le torció el brazo.

Trabajó desde los siete años: de peón de campo, ayudante de albañil, zapatero, obrero municipal, carnicero, vendedor ambulante de pescados, de lotes y de libros.

Terminó la escuela siendo adulto; llegó a graduarse de licenciado en Coperativismo y a dirigir esa carrera en la Universidad Católica. Desde joven se prometió trabajar para aportar cultura y educación a las clases más rezagadas.

Y a lo largo de su vida dejó profundas huellas con su labor: creó una fundación para estimular la lectura, abrió bibliotecas populares en muchos barrios humildes y donó más de 40 mil libros. Editó la Enciclopedia de la provincia de Santa Fe, libro que llegó incluso a bibliotecas de Estados Unidos.

Publicó “América, construcción y desafío”, que fue presentada tanto en España como en la mayoría de los países latinoamericanos.