Al margen de la crónica

¡Ojo con los bebés!

Los bebés están en condiciones de valorar las percepciones de otras personas y diferenciarlas de las propias, según descubrió un equipo internacional de científicos, tras realizar pruebas en computadoras con adultos y bebés de siete meses.

Hasta ahora se suponía que la capacidad de comprender los sentimientos de otros aparecía sólo a partir de la edad de entre tres y cuatro años, indicó Ágnes Melinda Kovács y colegas del Instituto de Psicología de la Academia Húngara de Ciencias en el estudio publicado en la revista estadounidense Science.

Esta capacidad de valorar las intenciones, creencias y sentimientos de otras personas y diferenciarlas de las percepciones propias se denomina en el ámbito científico como Theory of mind (teoría de la mente). Está considerada la base para comprender los comportamientos de otras personas y es importante desde el punto de vista social.

Un test usual para evaluar esta teoría es cambiar algo en un cuarto y ver cómo se comporta una persona. Por ejemplo, si un niño deja su juguete en un armario y sale del cuarto, cuando regrese seguramente buscará de nuevo en el armario, aunque su madre haya colocado el juguete en un cesto, sin su conocimiento.

Niños muy pequeños, que observaron cómo la madre cambia de lugar el juguete, presumen que otro niño lo buscará allí. Sólo a mayor edad los niños y niñas comprenderán que el objeto será buscado erróneamente en el armario, indicaron los especialistas, cuyo objetivo fue determinar la edad a partir de la cual aparece esta capacidad.

Para sus pruebas, los científicos desarrollaron varios escenarios con animaciones de video.

Un personaje informático arrojaba una pelota, que desaparecía detrás de una especie de pared, rodaba y salía de la pantalla o reaparecía rodando de atrás de la pared.

El hombrecito desaparecía de la imagen cuando la pelota no rodaba más o aún antes de frenar. No siempre podía saber dónde se encontraba la pelota.

Al final del video se retiraba la pared para ver si la pelota se encontraba allí o no. A veces el personaje informático estaba presente, a veces no.

Los adultos tenían que apretar un botón apenas podían descubrir la pelota detrás de la pared. En los bebés se medía el tiempo que pasaban mirando la pantalla buscando la pelota.

Los científicos descubrieron que el tiempo era más corto cuando el hombrecito en el video también miraba adónde había llegado la pelota, es decir que también lo sabía. El tiempo de reacción de adultos y bebés era más corto cuando el hombrecito sabía correctamente dónde se encontraba la pelota.

Así es que, mientras nosotros hacemos y decimos cosas con la seguridad de que no somos comprendidos por los pequeños, pues, es posible que más adelante de alguna manera ese bebé pase la factura correspondiente, con un sello grandote que dice “yo entiendo”...