Un clásico de año nuevo

Un clásico   de año nuevo

Un clásico: ellas se preparan y preparan a todos y nosotros, en cambio, estamos preparados para todo, pero no preparamos nada. Si una mujer escribiera esta columna, se entregaría en tiempo y forma. Yo no tenía nada preparado.

TEXTO. NÉSTOR FENOGLIO. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI.

Parece una mala generalización de géneros: ellas, las chicas, son organizadas, planifican con tiempo y -encima- lidian con la más mínima coyuntura (veinte días antes de una fiesta ya saben todo sobre ella, sus participantes, la vestimenta de cada uno y la comida que habrá; pero resuelven también el peinado de la del medio, impugna y cambia la camisa del marido y le corta los pelos de la oreja al nono), mientras los vagos son energúmenos que andan por la vida sin ton ni son, sólo atentos a la ínfima parte práctica de los descorches y los brindis.

Habrá desde el vamos tipos que me acusen de troglodita y primario (también de eso debemos hacernos cargo, mis chiquitos); otros dirán que de ninguna manera son así, sino que son más organizados y planificadores que cualquiera; e incluso habrá contramujeres que me aseguren -y les creeré- que son mujeres despelotadas, que caen con lo puesto y que accionan contra los plazos.

Hay de todo. Pero si observo todos los casos me quedo sin artículo, así que no le daré artículo a cualquier particular o articulada lectura de la realidad. Acá, en este espacio, aquí y ahora, los vagos son vagos desentedidos de la casa y de sus ocupantes, y las mujeres son estoicas trabajadoras que deben cargar con todo.

En esta línea de pensamiento, sé muy bien que hay chicas que se toman más que en serio la reunión familiar, acaso mucho más que una de carácter social o general. En la familia, sobre todo cuando se junta el grupo completo, se juegan prestigios personales, desafíos, pasares, dimes y diretes. Y en consecuencia, hay niñas que se prepararon a conciencia y saben desde noviembre qué se pondrá ella en Navidad y en Año Nuevo, y cómo irán vestidos los chicos.

Los varones no pensamos en esas cosas hasta unos...veinte minutos antes de ir a la fiesta, a la que asistiríamos con gusto con la misma bermuda de siempre y con la remera que llevan estampada desde la mañana. Nuestra percepción, que es muy corta, alcanza sólo como para entrever que la mano -en este caso- viene más cargada y aceptamos de una que hay que ofrecer una versión un poco más atildada que esa cosa transpirada que llegó a las siete de la tarde de jugar al bolo con los amigos, porque, total, es un día más...

Enterate, pibe, para ellas no es un día más. Porque tu mujer puede verse todos los días con su hermana o su prima, pueden estar en joggings o en batón (esta sola antigua mención me traerá problemas, lo sé), pero en la fiesta familiar de fin de año estarán vestidas como para ir a Versalles y para conocer allí al príncipe de sus sueños, en vez de este bagayo simpático, canchero y panzón, más onda sapo que príncipe...

Tenemos que admitir de nuestra parte cierta ineptitud para asumir compromisos concretos con nuestra familia, cosas tan terrenales como embetunar el zapato del pibe o planchar una camisa o seleccionar un par de medias sin agujeros. Nosotros vemos que esas cosas están al final resueltas y creemos que el espíritu navideño, la magia, Papá Noel o alguien ajeno y poderoso emperifolló a toda la familia y la dejó hermosa para la ocasión.

Y resulta que esa persona es tu mujer que, de paso, te recuerda punto por punto todas las cosas que hizo mientras vos huías de la casa, para trabajar, para saludar a la tía Cata, para visitar a los amigos del fútbol 5 y después a los de paddle, para pasar por la casa de tu otro amigo que vino de Mendoza, Barcelona o La Gran China y al que no ves desde hace un año.

Y te digo más: vos no podés otro año, otro año, otro año ser el mismo energúmeno sin compromiso alguno. Es hora de que te pongas las pilas, cambies conductas, redirecciones tu errático accionar (si ya es así antes del chupi, no queremos ni pensar durante ni después: una cañita voladora, con cola cortada y a ras del piso) y te ocupes con seriedad de las cosas. Podrías empezar por preparar el Toco y Me Voy de año nuevo con más tiempo, por ejemplo. Y me voy a cambiar, que arrancan los festejos...