Enrique IV, el primer Borbón rey de Francia, recupera su cabeza

Víctor Mur

(EFE)

El monarca Enrique IV de Francia (1572-1610), primer rey Borbón de ese país, reposa al fin en paz dos siglos después de que su cabeza, cercenada de su cadáver durante la Revolución Francesa, haya sido ahora recuperada e identificada para saldar uno de los grandes enigmas de la realeza.

Los periodistas Stéphane Gabet y Pierre Belet y un equipo de científicos acabaron con el misterio del destino del cráneo de “El Buen Rey”, uno de los monarcas más apreciados a lo largo de la Historia por los franceses.

Gabet y Belet, de la agencia de televisión Galaxie, han sido capaces de encontrar y certificar que la cabeza del soberano era la que ha guardado un jubilado dentro de un cofre en el armario de su casa durante más de cincuenta años.

La rocambolesca historia de esta testa real se inicia durante la revolución francesa, más de cien años después de que Enrique IV fuera asesinado a puñaladas, cuando los revolucionarios profanaron la necrópolis de los monarcas y lanzaron sus cuerpos en fosas comunes.

Con la Restauración, el rey Luis XVIII ordenó en 1817 extraer sus cuerpos para que recibieran sepultura, pero tres aparecieron decapitados, entre ellos, el del amado Enrique IV.

No hubo noticias de la cabeza sin corona del primer rey de la casa de Borbón de Francia hasta 1919, cuando un anticuario la compró por 3 francos en la casa de subastas Drouot, convencido de que adquiría la cabeza del monarca aunque en la época nadie confió en las pruebas que aportó.

El anticuario, Joseph Emile Bourdais, murió sin poder convencer al mundo de que poseía la preciada cabeza del monarca, y ésta fue heredada por su hermana, que se la vendió en 1955 a Jaques Bellanger, el jubilado que la custodió con extremada precaución y secreto hasta el día de hoy.

Cincuenta y cinco años después, y con motivo este año del cuarto centenario de la muerte de Enrique IV, Bellanger confió la cabeza a los dos periodistas que seguían su pista desde hacía tiempo para que pudieran autentificar el hallazgo.

“Bellanger quería traspasarla porque era viejo. No teníamos ninguna certeza de que fuera la cabeza de Enrique IV, pero todo hacía pensar que podía serlo”, comentó Gabet, que junto a Belet presentaron a la prensa el documental “El misterio de la cabeza de Enrique IV”.

Con estos indicios, los reporteros contactaron con un equipo científico multidisciplinar e internacional formado por una veintena de profesionales que demostraron que realmente se trata de la codiciada cabeza de Enrique IV, según certificó la prestigiosa revista British Medical Journal.