La casa de la familia Sánchez

Una historia de esfuerzo en el corazón de Santa Rosa de Lima

Oscar Sánchez tiene 33 años. Su vivienda es un ejemplo de dedicación en una zona postergada. Además, igual que miles de santafesinos, debió superar las secuelas de la inundación de 2003. Con respecto a si su ejemplo generó “rebote”, admitió que “ver una casita linda en la cuadra, motiva”.

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De toda la vida. Oscar (izq.) vivió siempre en el barrio. Junto a su esposa Carla y su hijo Mirko (de la mano de José, su abuelo). Foto: Guillermo Di Salvatore

De la Redacción de El Litoral

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En Mendoza al 4700, en pleno corazón de Santa Rosa de Lima, la casa de Oscar Sánchez se destaca: tiene su techo de tejas bien cuidado, la reja del frente denota mantenimiento y la fachada está perfectamente pintada, adornada y con plantas. Al igual que otras casas de su cuadra, es un ejemplo de las ganas de progresar de los vecinos en una zona a menudo postergada. Pero detrás de este hogar se esconde una historia de sacrificio y tenacidad de esas que se cuentan a cientos pero que a menudo quedan excluidas de la crónica cotidiana.

Oscar tiene 33 años y trabaja en un servicio de emergencias, tarea que le demanda unas 12 horas diarias. Carla, su esposa desde hace casi cuatro años tiene 28 y es empleada doméstica durante medio día. “Después, lo mismo que hago en mi trabajo, lo tengo que hacer en casa”, dice entre risas. Tienen un hijo, Mirko, quien en poco tiempo cumplirá 3 años.

La vida de este hombre está estrechamente ligada al barrio en el que se crió y eligió para vivir. Hace casi una década, logró adquirir su casa, al lado de la de su padre. “Cuando la compré, era bastante precaria, tenía dos piezas y un baño. La fui haciendo de a poco y remodelando a gusto”.

Con la ayuda de un albañil amigo levantó otra pieza, la galería, el tapial, un asador y la reja del frente. “La hice como me gustaba, a mi manera, pero con mucho sacrificio y en los días que me daban descanso. De a poquito”, admite. Y reconoce que “son varios los vecinos que han refaccionado su casita. A los frentes se los ve lindos. Por ahí, motiva ver una casita linda en la cuadra”, reconoce Oscar. Y sostiene que “la gente del barrio pone voluntad para mejorar”.

El golpe de 2003

Cuando terminó de acomodar su casa y sólo llevaba 6 meses habitándola llegó un revés impensado: la inundación de 2003. Al igual que miles de santafesinos, Oscar y su entonces novia, Carla, observaron con impotencia cómo el río tapaba su vivienda hasta que sólo el tanque de agua quedó visible. “Estábamos de novios y habíamos comprado los muebles, íbamos a casarnos y debimos postergarlo”, dado que perdieron todo, recuerda Carla.

Comenzó entonces una nueva etapa de esfuerzo para recuperar lo perdido. “Tuve que hacer todo de nuevo: piso, revoque, cielorraso y pintura, nos llevó unos cuantos años. Fue empezar otra vez, para todos y la mayoría, acá, somos gente humilde”, resumió Oscar.

Después de cuatro años decidieron realizar el casamiento, a fines de marzo de 2007. Y otra vez apareció el fantasma de la inundación, con las lluvias extraordinarias que azotaron la zona en esa fecha. “Nos casamos un sábado y el lunes nos volvimos a inundar. Entraron 40 centímetros de agua en casa, así que pasamos la luna de miel en una escuela”, recordó la pareja. Y si esta vez las pérdidas no fueron cuantiosas, nuevamente debieron acondicionar el domicilio para dejarlo tal como está en la actualidad, al igual que otros tantos ciudadanos.

Superación

Pero la capacidad de esfuerzo de este santafesino no empezó en la adultez ni se limita a mantener su hogar lo mejor posible en las pocas horas de tregua cotidiana. “Empecé a trabajar a los 11 años vendiendo verdura en la calle con un tío”, recuerda. Por esto, recién pudo terminar la primaria de noche a los 15 años.

Y el año pasado -ya cumplida su primera deuda pendiente de formar una familia- logró terminar la secundaria. “Llevé un certificado por los días que iba a faltar y me dieron la posibilidad. Este año voy por más: voy a estudiar Enfermería”, manifiesta, con palpable orgullo. “Eso es todo voluntad, sacrificio, las ganas que uno tenga de progresar en la vida. Yo tengo un trabajo efectivo pero quiero superarme. Está en uno”, concluye.


Reclamos

Como habitante de Santa Rosa de Lima, Oscar Sánchez sostiene que el reclamo principal es más seguridad. “Se necesita más presencia policial en la zona, se ve muy poca”, plantea. Inclusive dice que los taxis y remises se niegan a llegar hasta la zona y la gente se ve obligada a caminar siete u ocho cuadras. “Se necesita más seguridad”, aduce. Los demás reclamos pasan -indica- por iluminación y limpieza.