Santafesinos en la travesía

Lo más importante: siguen

Hernán Roberti y Mauro Lipez continúan con su objetivo de máxima: llegar al 16 de enero al Obelisco en Capital Federal. Ya van rumbo a Calama, Chile.

Lo más importante: siguen

Puesto 115. Así se encontraba hasta ayer en la clasificación general de Automóviles, la dupla de santafesinos. Foto: José Caputto

 
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José Caputto

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Contrastes: la belleza paisajística entre Tucumán y Perico (a 35 Km. de la capital, San Salvador de Jujuy) —lugar de asentamiento de la caravana itinerante en el vivac de la tercera etapa cumplida ayer, es indescriptible.

El norte argentino, su magnificencia, la altísima temperatura ambiente y los más de 1.200 metros sobre el nivel del mar, que por momentos convierten a la zona en irrespirable, hacen del lugar un espacio único e inolvidable.

Este puñado de santafesinos que sigue la proeza del piloto Hernán Roberti y su navegante Mauro Lipez, quienes a pesar de algunos problemas se mantienen en carrera a bordo de la Nissan New Frontier, tiene (tendrá) muchísimas anécdotas para contar y también por qué no decirlo, una valedera experiencia de vida.

La típica pasividad del periqueño, sobre todo a la siesta es repentinamente interrumpida por el rugir de cientos de ruidos que salen por los escapes de las motos, automóviles, 4x4, cuatriciclos, camiones, vehículos de todo tipo, afectados a la organización del Dakar 2011.

Los rostros de sorpresa, agradable por cierto, de una inmensa cantidad de jujeños lo dice todo: vale la pena que por primera vez esta competencia se llegue hasta esta maravillosa geografía argentina y que esta gente también viva, palpite, vibre y disfrute con los vehículos de competición.

Mientras abrazo el termo con tesón y convido el enésimo mate a mis ya queridos compañeros de ruta, suena el celular de vaya a saber quién, para avisarnos que tanto “Tumba” (Roberti), como Mauro (Lipez), llegan a cenar con la muchachada. Era evidente que necesitaban estar con “su gente”, entre los suyos y pese a todos los problemas, se los notaba con buen ánimo y muchas ganas para seguir adelante.

“Picadas” y brazas

Mientras uno de los muchachos preparaba el fuego para el asado, otros servían la infaltable “picada” de quesos y fiambres, bien regada por cierto, pero con muy poco alcohol —por la altura, a la cual no estamos acostumbrados. Se ingiere mucho líquido, sobre todo para que la tripulación de nuestra ciudad se hidratara bien. Es visible y para destacar la forma en que tanto “Tumba” Roberti como Lipez se han preparado físicamente.

Después de los más de 500 Km. que recorrieron ayer, Mauro Lipez contó la vivencia y los inconvenientes en la “chata”: “Lo que pasó es que la goma que va al Turbo se trabó y me puse a desarmar todo. Pasa una cosa curiosa, si llevamos el motor a 2.500 r.p.m. va bien, pero cuesta. En realidad el martes tampoco estaba en emergencia. Hacía lo mismo, pero pensábamos que estaba en emergencia”, señaló. (N. de R.: De hecho que la noticia era una novedad para el grupo porque a raíz del reglamento, no hay una comunicación fluida con ellos, directamente no se puede).

“Lo que pasó en realidad fue que la ya famosa goma que va entre el filtro de aire y el Turbo estaba estrangulada, “como succionada” y por más que cambiábamos el filtro, andaba mal igual. Hasta que por fin nos dimos cuenta que esa goma estaba doblada ¡La acomodé y listo! Tenía que pensar, si se tapa el filtro, se verifica esto, se lo cambia y listo. Después anduvo re bien. Esto no me había pasado en la vida”, apuntó.

“En cuanto a los caminos, eran muy trabados, complejos, había mucha tierra en suspensión y eran muy duros. A eso le sumamos los problemas en la Nissan, que ya lo lo solucionamos. Lo más importante que saco como conclusión, es que ya estamos aquí en el vivac junto a ustedes y que seguimos en carrera. Borrón, cuenta nueva y a pensar en mañana”, finalizó.

Hernán Roberti

“La verdad es que el día (de ayer) se hizo muy largo, pero ya estoy aquí con ustedes y de 10. Normalmente soy una persona que arranca a las 5 de la mañana y le da hasta las 11 de la noche, es por eso que no me cuesta demasiado”, asumió. “Por momentos íbamos a 80, 82 Km/h con Mauro y le consulté: ¿cuánto falta para terminar la etapa?, me tiró la cifra: 380 Km. ¡Llegamos mañana! le contesté.

No quedó más que reírnos y decirnos en voz alta, no llegamos más...” (risas). Después hicimos 200 Km. en 7 horas... Ni hablar”, disparó.

Mientras tanto en nuestro bunker existía la preocupación porque a través de distintas fuentes de información nos comentaban que por tal o cual control no habían pasado, a lo que Roberti explicó: “Nos quedamos en un pueblo no sé como cuántas horas... Es más ni se cómo se llamaba el pueblo.

— “Tumba”, ¿cómo se las arreglan con el intenso calor?

—Ah, encima me lo hacés acordar o te olvidaste que vamos sin aire acondicionado para sumar un poco más de potencia y que el motor no levante más temperatura (risas). El problema es que la camioneta no andaba, pero más allá de eso veníamos bárbaro. El otro binomio que formamos equipo, nos ayudó bastante, nos sacó en una, veníamos tirando juntos. Nos quedábamos como se quedan todos. Ellos también se quedaban y nosotros los ayudábamos. Había mucho polvo que de repente se convierte como en talco. Cuando llegamos al pueblo, me saqué los anteojos y me lavé las manos. Ahí mismo fue que nos hicimos la pregunta con Mauro acerca de ¿cuándo llegamos?, porque a 70...

—Hernán, ¿cómo los trata la gente?

—Eso no tiene nombre, nos alientan permanentemente, nos ayudan, ni hablar, son muy solidarios. En el medio de la montaña, donde vos decís acá no hay más que pájaros, un tipo con una bandera saludándonos. No se puede creer, el hombre estaba en el medio de un charco de agua. Por ahí decís quién va a estar acá y de repente la gente aparecía... El paisaje es maravilloso. Como la camioneta no andaba, mirábamos paisajes ¿qué otra cosa íbamos a hacer, si veníamos paseando? No, en serio cuando la reparamos, ¿sabés como veníamos? Cuando cayó la noche, Mauro me cantaba: curva a la izquierda, curva a la derecha y yo le daba y le daba. Venía a fondo y por suerte Mauro un fenómeno con la navegación”.

“En la última parte (Cabra Corral), veníamos en plena noche y había como un bosquecito, donde el público estaba agolpado. Nos cuidamos un poquito y después aceleramos todo. Lo que dejé para lo último es que por si fuese poco, en un tramo pinchamos una cubierta, la cambiamos rápido y de paso aprovechamos un árbol que nos sirvió de sanitario. Lo más importante que hoy ya cruzamos a Chile, que estaremos a unos 4.800 metros obre el nivel del mar. Esperemos que la Nissan y nosotros no tengamos problemas”, aportó.