Del director de www.vatican.va

“Benedicto nos está llamando a la nueva evangelización por Internet”

La reflexión es del sacerdote santafesino Lucio Ruiz. El rol del Pontífice ante la cultura y de cómo llegar con el mensaje eclesial a todo el mundo.

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“El desafío es enorme” reconoce y asegura que está trabajando en producir cambios en el sitio para que los católicos tengan un mayor acceso a la tarea del Santo Padre. Foto: Mauricio Garín

Mario Cáffaro

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Monseñor Lucio Ruiz es santafesino, “tan santafesino que hasta nací en el sanatorio Santa Fe” y es, desde agosto, director de la oficina de Internet de la Santa Sede “para darle a todos la posibilidad de entrar en el mundo digital” desde www.vatican.va, sitio que -anticipa- está en pleno proceso de cambio incluso con la presencia en su versión digital del histórico L’ Osservatore Romano.

—¿Qué significa ser director de la oficina de Internet del Vaticano?

—Como sacerdote tecnológico, el cargo es uno de los desafíos más lindos que uno puede tener en la mano. Significa tener la responsabilidad de crear las dinámicas, las posibilidades para que toda la Iglesia universal pueda tener acceso al gran patrimonio eclesial mundial, contemporáneamente, sin anular todas las instancias eclesiales. La gran pregunta es por qué no hay un mail, por qué el Papa no tiene chat, por qué no hay un blog, por qué no hay un intercambio en la web 2.0, por qué no hay interactividad con los usuarios.

Justamente la misión no es pastorear cada una de las personas: el Papa no es pastor directo de cada uno de los fieles, para eso están los obispos, los sacerdotes. Él es pastor universal y tiene una misión dada por Jesús que le es propia. En el mundo digital tenemos que replicar la realidad real; no tenemos que crearle al Papa una realidad virtual distinta a lo que es la misión petrina en la realidad real. Si le creamos un chat, un blog, estamos anulando todas las instancias eclesiales, la riqueza eclesial de todo el trabajo pastoral de sacerdotes, obispos, religiosos, catequistas y pasaría a ser una Iglesia papista.

—¿Le impactó cuando le ofrecieron el cargo?

—Muchísimo

—¿Lo esperaba?

—Absolutamente no. Es un desafío enorme porque una cosa es www.vatican.va, que el 25 de diciembre cumplió 15 años de vida. Para la Iglesia, en dos mil años de historia, quince años no es nada. Pero no es poca cosa a nivel cultural porque Internet popular tiene quince años. Le explicaba al Santo Padre que si la página tiene quince años e Internet tiene quince años, quiere decir que nace con Internet; no se suma en un proceso histórico ya comenzado, sino que hace historia junto. Significa que el proceso cultural lo comprendió desde el inicio y lo acompañó hasta el presente. Es un desafío grande hoy porque la página tal como está necesita un cambio fundamental; un cambio en el cual brille mucho más la presencia del Santo Padre en su ministerio y no sea un contenedor de documentos simplemente pasivos, sino que se pueda desarrollar con todas las tecnologías, con todas las dinámicas culturales de hoy una presencia misionera del Papa en lo que él mismo ha llamado el “continente digital”, el “nuevo continente”, “nacidos digitales”, “nuevas realidades”, “nueva cultura”. El Papa ha utilizado en los dos últimos mensajes por las Jornadas de las Comunicaciones Sociales estos términos que son muy significativos. El Papa nos está llamando a una nueva evangelización, tipo descubrimiento de América.

—¿ Hay feedback?

—El feedback que tenemos es “bastante duro” porque la Iglesia universal es mucho más que la Santa Sede, quiere una presencia del Pontífice mucho más viva y operante. El poder acceder a la información de una manera más lógica, tener una presencia en audio, video, es un recurso que le sirva a la Iglesia para trabajar. La fuente de lo que tiene que ser la Santa Sede presente en Internet es que la gente se pueda encontrar con el Papa y que todas las instancias eclesiales tengan una fuente de donde tener material para la evangelización. Estamos trabajando mucho para poder dar ese paso, estamos muy atrasados en tecnología, en organización en Internet. Los estudios, cambios tecnológicos en la oficina son muy fuertes de manera que espero que podamos salir al mundo con una presencia nueva.

—Por su misión, ¿cuál es el contacto personal con el Pontífice?

—Con Juan Pablo II lo fue mucho más, especialmente en todos los proyectos que llevamos adelante desde el Consejo de las Comunicaciones. Juan Pablo, en el ámbito de las comunicaciones, era una persona muy activa: la pensaba, la decía y la hacía hacer. Benedicto tiene puntos de fuerza enorme, lo conozco muy bien y lo quiero muchísimo, pero en el ámbito de la comunicación no es una persona proactiva de decir “esto lo vamos a hacer así”. Pero sí de cuando se presentan las cosas lo que se tiene que hacer. Me impactaron mucho en los últimos mensajes expresiones suyas de lo que significa la era Internet llamándola “nuevo continente”, “nueva cultura”, “nueva realidad”, y utilizando todos los términos que son comunes en el ámbito de las comunicaciones.

—El mensaje de la Iglesia es el mismo, hay que adaptarlo a los tiempos y a las tecnologías.

—Exacto. Me llama la atención que utilizando todos estos términos, rompe lo que normal o frecuentemente se piensa que la comunicación es tecnología. Cuando uno habla del mundo de la comunicación, de Internet, piensa en una computadora, en un equipo y en realidad no es eso. La era Internet es una era de comunicación, es una cuestión cultural.

Los jóvenes no viven Internet como una tecnología, lo viven como una realidad de comunicación con la que se comunican con sus amigos, estudian, investigan, juegan. Uno los ve en la computadora pero no es que estén haciendo una sola cosa como haríamos nosotros que somos “emigrados digitales”. Para ellos su mundo es virtual, y entonces están conectados con 10 amigos juntos, investigan; es una cultura.

Me impactó que el Papa con una visión muy aguda de la cultura, lo toma, lo destaca e invita a la Iglesia universal a darse cuenta que estamos frente a una cultura distinta y a tener que meterse. En la carta a los sacerdotes les dice “hay que meterse en esta realidad, en esta cultura y evangelizar a los nuevos nativos digitales”. No sé si toda la Iglesia se da cuenta de la profundidad del mensaje de Benedicto, de decir que la cultura cambió y que hay que evangelizar allí y aprender este lenguaje; hay que conocer a las personas, ir a buscarlas donde están ellos, hay que llevar la presencia de Jesús también a estas nuevas tierras.


De Santa Fe a Roma

Lucio Ruiz tiene 45 años, tomó los hábitos sacerdotales en esta ciudad en 1990 y todavía recuerda la nota de diario El Litoral que marcaba su paso por la Escuela Industrial Superior donde hizo gran parte de la escuela secundaria tras haber cumplido el ciclo primario en varios establecimientos de nuestra ciudad y de la localidad de Sarmiento.

Fue diácono y vicario parroquial de la Basílica de la Natividad en Esperanza; administrador parroquial en Humboldt y vicario en la parroquia Sagrado Corazón de nuestra ciudad. Fue secretario de la Conferencia Episcopal Argentina donde se desempeñó como asesor de la secretaría general y secretario ejecutivo de Pastoral Universitaria con el ahora cardenal Estanislao Karlic. Después, estuvo dos años en Bogotá en el Celam y de allí al Vaticano a la Congregación para el Clero y colaborando con el Consejo de las Comunicaciones hasta agosto del año pasado en que lo llamaron al servicio de la Oficina de Internet de la Santa Sede. En 2010, le han otorgado el título honorífico de “monseñor”.

Desde hace algunos meses, está en Roma con la compañía de otro santafesino, Gerardo Galetto, a cargo del Dicasterio de la Nueva Evangelización. En cuanto a su rutina diaria, además de la oficina, tiene que hacer todas las tareas de un sacerdote, aunque sin estar a cargo de parroquia alguna.

En Santa Fe, viven su madre y su hermana. En lo deportivo, se reconoce como fervoroso sabalero.

Perfil

Ruiz dice que desde chico fue “pensador de tecnología. Me gustó siempre el diseño, lo estratégico, lo que podría llevar a crear algo nuevo”.

Admite que mucho tuvo que ver su paso por la Escuela Industrial Superior que “despertó en mí cosas muy importantes. Tuve profesores genios, brillantes que habían creado el gabinete científico para adolescentes y a la tarde nos reuníamos y nos hacían investigar, trabajar fuera del horario de clase. A la noche hacíamos astronomía”, recuerda.