Lengua viva

¿Qué está pasando con el “conocimiento”?

Evangelina Simón

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Hay dos personajes que se están alejando progresivamente de la escena del Sistema Educativo: el conocimiento y la autoridad.

Los docentes vamos quedando prisioneros en una telaraña, en la que predomina la idea de cómo enfrentar el juego del enseñar para el aprender de tal suerte que nuestros alumnos no se “aburran”. El aburrimiento, en el que está implicado la falta de interés, de estímulo por los aprendizajes que se les ofrece, constituye una de los problemáticas más sostenidas en los últimos tiempos. Tal vez, los docentes, no debamos preocuparnos tanto por ese aburrimiento que nos acucia y ostentan los educandos, como por el desarrollo de hábitos que les haga vislumbrar la verdad: que el “conocimiento” es cosa seria, que lograrlo es un llamado al sacrificio, a la voluntad, a la constancia, a la responsabilidad, que su posesión es parte de un proceso de crecimiento intelectual, que, en definitiva, es un constante y cadencioso caminar hacia el “objeto” de su interés y que cuando lo posea le invadirá la satisfacción y la alegría , permitiendo que se apodere de su mente y de su espíritu.

El miedo de los docentes por el aburrimiento de sus alumnos puede conducirlos a formas de operar imbuidas de actividades muy modernas, pero vacías de contenido que, en definitiva, caigan en una pantalla vistosa, con apariencia de seriedad académica, pero que, en el fondo, es un escenario folclórico cuyos resultados no son los deseables para la formación de nuestros jóvenes. Esto no significa que lo lúdico en determinados momentos , contextos y situaciones gestionadas no sea un camino importante, pero no EL CAMINO. Lo expuesto no nos debe llevar al facilismo, permitiendo que se apodere de nuestra mente y de nuestro espíritu. La autoridad del docente en el aula, emana de sus saberes ante el alumno y de su posicionamiento en su espacio aúlico, en el que el orden y el interés por escuchar al otro, por gestionar una interacción productiva entre los agentes que participan, permita esa bidireccionalidad indispensable para el aprendizaje.

Debemos de entender, educadores y educandos, que al conocimiento se llega a través de un buen aprendizaje. Según la Real Academia Española aprender “...es adquirir el conocimiento de alguna cosa por medio del estudio o de la experiencia”. El aprendizaje es un proceso vital que constituye el eje vertebrador alrededor del cual gira nuestra vida.

El hombre no puede dejar de aprender, el “informal” es inevitable: vamos caminando sin mirar y tropezamos, cruzamos un semáforo en rojo y nos sorprende un auto. Estamos aprendiendo la importancia de prestar atención al terreno en el que nos apoyamos y la obediencia a las normas viales. A medida que crecemos estos se complejizan, pues nuestra cultura nos ha preparado un ámbito en el que debemos ingresar para enfrentarnos al aprendizaje formal, sistemático y procesual que nos conduzca a conocimientos más complejos que sean causa y fundamento de los siguientes , que nos permita un desarrollo progresivo de nuestro intelecto, así como el ingreso a instancias superiores de pensamiento, posibilitándonos el acceso al mundo de la ciencia y de la investigación. Se sorprenderán nuestros alumnos cuando descubran que el conocimiento no es “fijo, estanco”, sino móvil, que es maravillosamente flexible, permitiendo ser usado allá, donde podamos y lo necesitemos.

Tal vez, los educadores, tengamos que prestar mucha atención a la preeminencia metodológica, que he dado en llamar “mecanicista”, la cual propugna aprendizajes, según Morton (1976) “superficiales”; al respecto dice “...es pasivo y epidérmico: el alumno busca hechos o ideas sin conexión, que puede aprender mecánicamente para poder ser volcado en el examen...” y reflexionar sobre los beneficios de un aprendizaje “profundo”, cuya fortaleza está en que el educando busque el sentido hondo, profundo en los textos y desarrollar una postura crítica frente al autor, desde la perspectiva de su propia experiencia y conocimiento.

Propongo que pensemos si en las instituciones de las que participamos como agentes de los procesos de enseñanza-aprendizaje no tendremos que prestarle atención a dos áreas fundamentales: 1) La adquisición del conocimiento a través de aprendizajes profundos, progresivos y sistemáticos, desde la práctica de los procesos cognitivos-abstractivos ,que les posibilite una expresión coherente de los mismos, 2) El desarrollo de capacidades operatorias, a partir de los conocimientos adquiridos, que les permita entrar en el placentero juego del conocimiento a través de la: asociación-relación-proyección.

Tal vez, si empezamos a pensar desde el “conocimiento” podamos respondernos a una de las preguntas más preocupante dentro del ámbito educativo : ¿Qué pasa con gran parte de nuestros alumnos que no aprenden y, por lo tanto, no pueden acceder al conocimiento?

¡Pensemos!