Para marcar el ritmo

Para marcar el ritmo

Hugo Mickiewicz

Integra una familia dedicada a la música. Él mismo cantó en coros durante cinco décadas. Vive en Santo Tomé, es maestro carpintero y desde hace varios años desarrolla un original hobby: fabrica batutas.

TEXTOS. NANCY BALZA. FOTO. GUILLERMO DI SALVATORE.

LA MOTIVACIÓN. “En mi casa, el 90 por ciento de la biblioteca es sobre libros de música. Me gusta la música sinfónica y la lírica. Es un gusto natural en mi. Pero comencé a hacer batutas cuando mi hijo empezó a estudiar Dirección Orquestal. En ese momento surgió la idea de hacer algo coherente con lo que él iba a seguir. Fuera del ámbito musical, batuta es una palabra que está exenta del elemento en sí: se la toma para expresar quién tiene la condición de mando”.

APRENDIZAJE. “Empecé de la forma más extraña: si bien como carpintero puedo utilizar la madera y transformarla, para entrar en el mundo de la batuta empecé a buscar literatura y a observar los conciertos. En General Roca, Río Negro, cantaba en el coro provincial con Antonio Russo, un gran maestro italiano nacionalizado argentino que vino a dirigir muchas veces a la Sinfónica, y él me orientaba. Así empecé, hace más de 15 años, con este hobby. Es un trabajo manual, las hago de una madera que tiene que ser liviana y flexible. Los mangos se hacen con un torno y su diseño son capricho de los directores: cada uno tiene su preferencia”.

UNA VOCACIÓN. “Mi esposa María del Carmen es profesora de Música y fundó el Coro de Niños Municipal de Gálvez, y yo fui coreuta fundador del Coro Polifónico en la misma ciudad. La única vocación que tengo es el canto. Canté durante 50 años en coros hasta que en un momento dije: ‘Vamos a ser espectadores porque uno siempre ha sido actor’. Estuve en 14 coros. Mi idea era ser cantante lírico pero, oportunamente, no tuve la formación necesaria. Luego me fui a Rosario a estudiar a una escuela técnica”.

EL EJEMPLO. “En 1986 nos fuimos a vivir a Río Negro. Mi esposa se fue a dirigir el Coro Municipal de Niños de General Roca, y a mí, como docente de carpintería, me dieron el traslado a aquel lugar donde había dos escuelas de chacras.. Siempre digo que no les inculcamos nada a nuestros hijos: a los chicos no hay que darles consejos, hay que darles ejemplos. Callarse la boca y que nos miren. En esta casa, el único que no sabe una nota soy yo: Irina canta en el Coro de la provincia y Hugo es director de orquesta, y profesor de Música”.

MAESTRO CARPINTERO. “Fui a estudiar carpintería de obra en San Lorenzo, en la escuela-fábrica, y un colega de Gálvez, que era docente, me pregunto por qué no me dedicaba a la enseñanza. En 1964 me inscribí en Gálvez, salí bien y sin saber lo que era enseñar; trabajé allí y luego abrieron una escuela en San Genaro Norte. Dos años después pedí traslado y pasé a ser director por 15 años en Gálvez. Después nos fuimos a Río Negro y cambió la historia. Allí nos jubilamos y volvimos”.

EL DESARROLLO. “Si ésto fuera un negocio, sería rico. Pero no hay orquestas suficientes en el país. En estos años vino gente de Buenos Aires que me pidió batutas para obsequiar a los jefes de sección y gerentes de empresas. He tenido ofrecimiento para fabricar grandes cantidades y no los pude tomar. . Hacer el mango, desde el punto de vista del esfuerzo físico, es fácil porque se trabaja con el torno. Pero hacer la batuta a mano es otra cosa y es un esfuerzo físico sobre los brazos. A la varilla hay que darle forma cónica y para eso hay que pasar de un cuadrado a un octógono y pulirla hasta dejarla como se la ve. Algunos directores la prefieren sin pintura, y otros de color blanco. El mango se pinta para que quede más presentable y para eso se utilizan barnices que no se vuelvan pegajosos con la humedad propia de la mano”.

EL ORIGEN. “Este instrumento, que aparece seguramente en Europa, debe haber reemplazando primero que nada al arco de violín. Porque, en general, cuando se compuso esta música, habrá llegado un momento en que el más leído -como se decía antes- era el que llevaba la batuta. Batuta también se llama a la baqueta del redoblante. Se me ocurre que esta función debió quedar en el violín porque en las obras sinfónicas, la melodía la llevan las cuerdas y habrá sido el violinista el que utilizaba el arco para guiar al resto de los músicos. Los directores de coro no necesitan batuta. El director de orquesta tampoco, pero se me ocurre que su uso viene de cuando no había luz eléctrica y los músicos necesitaban de un elemento que sea visto por todos. Después quedó la costumbre”.

UN REGALO ORIGINAL. “Cuando estuvo Virginia Tola en la ciudad (a fines de diciembre) le obsequié ocho batutas. Cuando se las di, le dije: ‘No se hacer rosas, así que te regalo un ramo de batutas’. Y enseguida eligió una para regalarle a Plácido Domingo”.

pASIÓN

Se define como un amante de la música e integra una familia dedicada a esta forma de arte. “Vivimos donde hay una orquesta sinfónica”, asegura.

EL CANTO

Integró 14 coros y estuvo en la actividad durante cinco décadas. Hoy, con casi 72 años, prefiere ocupar un lugar de espectador, aunque sigue ligado al mundo de la música.

LA DIRECCIÓN

“Cada director de orquesta se expresa a su manera: hay individuos que lo hacen con la mirada, otros con la batuta, otros con una conjunción de ambas”.

UN SUEÑO

“Mi anhelo seria la creación de una escuela de luthería como la que existe en la Universidad de Tucumán y la escuela de fabricación de instrumentos en Cafayate, pues la región lo demanda”.

así soy yo