¿Realidad o fantasía?

Rubén Elbio Battión

Dejo que se asfixie en la sangre el último glóbulo de la luna florada, y siento los caudales de sombra que inundan los vacíos cangilones del amor. Quedo vacío: es el silencio lejano de los astros que tiembla en el insomnio del espacio y se detiene en el calendario que tiñe los ojos sin paisajes. Dentro, soy una caverna sin soles ni murallas, antro de ilusiones desgajadas que siguen reptando con los relojes dormidos en la piel helada de la orfandad.

No me muevo. Soy un árbol enhiesto y marchito, un ciprés con las raíces en el aire de una moneda vana y con tallos abrazando los racimos semanales. Siento las savias nubladas en los engranajes que mueven las abejas estelares: buscan panales imposibles. Pero el sol mata los élitros y funde las brújulas esquivas. Este sol que, detrás del horizonte íntimo, despliega el velamen de la sed y la nostalgia.

Ya no hay luz, y el alma es una sombra sin esperanzas. Y las manos, de cenizas llenas, siembran la cosecha de la soledad. En paz. Sin nadie: un incensario de hojas secas para el perfume de la exigüidad.

Las venas manan vértigos alados: el destino sombrío de mis nombres borrados. Porque fui. Y el ser quedó atrapado en las riladas neblinas del rocío.

Sí, crece ahora la tinta china del ocaso. Los colores alzan vuelo con algodonosa majestad, porque el espejo es la moneda con el envés oscuro que tiñe las almas y la piel, mientras la otra cara ilumina el cenit de paleta en cromática extinción. Allá, lo claro; y aquí el sórdido engranaje de la oscuridad. El día que fluye hacia arriba y desaparece, y la noche abarcando las mieses, los nidos, las aletas y el alma.

Agradecimiento

Mariela T. Marotte.

DNI. 22.614.258, ciudad.

Señores directores: Desde mi ser, jubiloso por haber superado una afección de salud, dedico estas palabras que pretenden manifestar un intenso agradecimiento a todos aquellos involucrados en tan estupenda tarea. Como institución, al hospital Dr. José María Cullen, en particular al servicio de Traumatología y Ortopedia, dirigido por el Dr. Moya. Al Dr. Germán Yobe, especialista en cirugía espinal y colaboradores, quienes me intervinieron quirúrgicamente y proveyeron de su excelencia profesional y humana, Al conjunto de médicos residentes. Gracias a enfermeras/os, mucamas/os, camareras/os, personal administrativo, radiólogos, bioquímicos, ecógrafo. Al Dr. Santiago Mauricio y cuerpo de médicos clínicos, Dr. Hugo Freyre, infectólogo. Por su espíritu inquebrantable, a mis padres y hermano. Gracias a toda la familia, amigas, vecinos, por estar siempre.

Gracias a Dios por bendecirme tanto.