Miguel Lemos y Mario Domínguez, los santafesinos subcampeones mundiales...

Lo que no mata, fortalece

Participaron del Mundial de fútbol para amputados. Se trata de dos historias increíbles.

Lo que no mata, fortalece

Miguel Lemos, el día que Unión lo homenajeó. Fue en el partido con Almirante Brown, cuando dio la vuelta olímpica con la bandera tatengue. Es arquero y admira a Abbondanzieri. Foto: Pablo Aguirre

 

Enrique Cruz (h)

Son dos campeones de la vida. Sufrieron desgracias que a cualquiera habrían “hundido”. Sin embargo, se levantaron erguidos y más fuertes que nunca. Como dice el dicho: “Lo que no mata, fortalece”. Y para Miguel Lemos y Mario Domínguez, el subcampeonato mundial en Entre Ríos, en el Mundial de amputados, fue una verdadera bendición.

“El día de la final con Uzbekistan fue increíble, no podíamos avanzar por las calles, cuando bajamos del colectivo no podíamos llegar al vestuario. Todos se dieron cuenta de que llegamos, porque siempre lo hacíamos cantando. Pero ese día de la final fue inolvidable. Algunos dicen que había 10.000 personas en la cancha, pero nosotros creemos que había más. A las 3 de la tarde ya había gente, y nosotros empezamos a jugar a las 8 y media de la noche. Perdimos ese partido, pero el recuerdo de ese día es inolvidable”, cuentan los santafesinos que estuvieron en el plantel.

Domínguez es empleado de Cilsa, juega también al básquetbol sobre sillas de ruedas en su equipo y dentro de la institución es un “polifuncional”, para emplear un término futbolero. Por su parte, Lemos no es empleado pero se siente uno más de Cilsa. “Cada vez que necesito algo, cuento siempre con ellos”.

Tanto Domínguez como Lemos integran el seleccionado desde 2001. Son de los pocos sobrevivientes de los inicios del equipo y ya jugaron un Mundial, el de Río de Janeiro. “Hugo Hereñú, técnico argentino, es el que formó el plantel. En Río nos pusieron contra Brasil en el primer partido y perdimos 5 a 0, pero pensamos que nos iban a hacer 10, porque hacía poquito que estábamos. Terminamos quintos, pero nos sirvió de experiencia”, expresaron memoriosos.

Un sabalero y un bostero

Domínguez es delantero y Lemos el arquero del equipo. En el caso del primero, hincha de Colón, fanático. “Recuerdo que el día de la final, con San Martín de Tucumán, se vivió lo mismo que nosotros en la final del Mundial”. En tanto, Lemos es “bostero”. “A mí me pasó igual, la gente de Boca alienta aún cuando el equipo va perdiendo y eso fue lo que nos pasó a nosotros en la final”.

De esta manera, se declara admirador del Pato Abbondanzieri y dice que lo que más le gusta es la tranquilidad en los penales. “Es un tipo ganador, no luce pero da garantías”. Y con respecto al Mundial, sostiene que el mejor partido fue contra Rusia: “Me tocó atajar dos penales en la definición y saqué una pelota abajo increíble. Ese día me salieron todas”.

Para Domínguez, en cambio, no hay un ídolo en especial pero, sin embargo, le gustan los que van al frente y pelean cada pelota. “Es verdad dice Lemos. Yo del arco lo veía y Mario es tal cual lo que acaba de decir: le gusta luchar cada pelota como si fuese la última. Y te cuento una anécdota: él hizo cinco goles (dos a Francia, dos a Ghana, uno a Japón y un penal en la definición con Rusia), pero el día del primer partido había jugado esa misma jornada al básquet sobre sillas de ruedas en Santa Fe; después se fue rápido a Crespo y jugó al fútbol. Un fenómeno”.

Domínguez tiene 34 años y su compañero 40. “No nos quedan muchas fichas”, dicen en broma, pero apuntan a jugar un par de mundiales. “Si salíamos campeones, me iba a retirar. Sé que lo iba a sorprender a muchos, porque no se lo dije a nadie, pero ahora voy a seguir y quiero ser campeón del mundo”, agrega el destacado arquero.

“En mi caso, quería cerrar una etapa. Luego de lo que viví en este Mundial, ni loco me retiro. Quiero seguir y devolverle al técnico todo lo que me ayudó y bancó”, dice el santafesino Domínguez. “El es como Tévez, las pelea a todas. Y el técnico nuestro, es un capo. Si hay que joder, es uno más del grupo, pero cuando te tiene que decir las cosas, te va de frente”.

Feas historias

Miguel tuvo un accidente vial cuando tenía cinco años el que, inclusive, le costó la vida a su pequeño hermanito. Mario, a los 12, lo sufrió con una desmalezadora y tuvieron que amputarle debajo de la rodilla izquierda. “Los dos tuvimos el accidente de chicos, eso nos permitió superarnos con mayor facilidad”, dicen coincidentemente.

“Sólo queremos agradecerles a nuestras familias y a toda la gente de Crespo, que nos hicieron vivir jornadas espectaculares”, señalan. En el caso de Mario, “muy especialmente a Juan Anaya y Carlitos Zeballos, que se encargaron de llevar a mis familias, además de Juan Luis Costantini y Alejandra Alonso, que también me ayudaron bastante”. Mientras tanto, Miguel se acordó especialmente de Julio Cristaldo y familia. “Llego de Buenos Aires, Miguelito, y me voy a verte jugar”, me dijo. Y cumplió.

Dicen que la historia la escriben los que ganan. Entonces, quiere decir que hay otra historia. Estos dos muchachos perdieron muchas cosas en la vida y, como deportistas, perdieron una final. Sin embargo, el ímpetu, el tesón y el amor propio los transformaron en campeones de la vida.

Tercer santafesino.

Matías Cicaline, también de Cilsa, es el otro santafesino que integró el plantel, pero debió retornar luego de la segunda fecha por razones personales y abandonó la competencia. El próximo objetivo está bien definido: este año se jugará la Copa América en El Salvador y en 2012 el Mundial de Japón.

 

Las reglas

* Los jugadores de campo pueden tener dos manos pero una sola pierna. Los guardametas pueden tener dos piernas pero una sola mano.

* El guardameta no puede salir del área. Si lo hace voluntariamente, es expulsado del terreno de juego y el equipo contrario obtiene una pena máxima a su favor.

* Se juega con muletas de metal y sin prótesis. Se acepta una excepción en el caso de los amputados a quienes les falten las dos piernas, que pueden utilizar una prótesis.

* Los jugadores no pueden utilizar las muletas para empujar, controlar o parar el balón voluntariamente. Tal acción se equipara a tocar o jugar el balón intencionadamente con la mano. Pero si la pelota toca una muleta de forma involuntaria, la acción es tolerada.

* Las reglas internacionales estipulan que se juega con 6 jugadores de campo y un guardameta. El tiempo de duración de los partidos es de 50 minutos.

Cuidacoches.

Miguel Lemos trabaja como cuidacoches. Lo hace en calle San Martín y Monseñor Zazpe y su sueldo es el único ingreso de una familia compuesta por Bety, su mujer y tres hijos: Micaela (8), Eliana (6) y Agustín (18 meses). Cualquier acotación, estaría demás...