“¿Qué soy... un estorbo?”

Las caretas de la hipocresía

Roberto Schneider

Graciela Arancibia es la autora de “¿Qué soy... un estorbo?”, la obra que dirigida por Silvia Paredes se presentó en la Casa del Maestro con Cecilia Martínez Maienfisch y Débora Lazzari en los dos roles principales de la pieza. Puede decirse que el texto remite a la noche y la identidad y sobre qué pasa con esos elementos puestos en juego sobre los cuerpos de dos mujeres. El tema de la identidad tiene que ver con que la obra habla de la relación entre una madre y una hija que en determinado momento invierten sus roles. En relación al rol de la noche en la obra apunta a ver cómo quitarle ese tinte oscuro y cómo se vuelve de esa situación de desarmarnos y armarnos durante ese pasaje.

En la escena todo lo que ocurre tiene que ver con la criatura humana en función de su cuerpo, de su voz, de su situación. En el texto de Arancibia, que parece plantear una situación dramática muy sencilla expresada en lenguaje cotidiano, las dos mujeres adquieren una nueva dimensión cuando sale a relucir el significado de los silencios. Así, es tan importante lo que los personajes dicen como lo que callan o, mejor dicho, lo que expresan sin palabras. Tiene un trasfondo distinto de lo que se dice.

Entre ambas tienen una extraña comunicación, que en el texto está latente pero no definida, y esencialmente responde a las necesidades de afecto y de la hiperdependencia de la madre con esa hija que está, pero que también quiere irse. Desde la dirección del espectáculo, Silvia Paredes potencia un texto rico en posibilidades de puesta en escena pero, sobre todo, muy apropiado para el lucimiento de dos muy buenas actrices.

Cecilia Martínez Maienfisch es la madre y juega permanentemente con matices que enriquecen su trabajo. La sorpresa es Débora Lazzari, quien afronta con estupendas armas el difícil rol de la hija. Ambas juegan perfectamente una danza de víctima-victimario y -en una escena que no revelaremos- toda la fuerza cuando se caen las caretas de la hipocresía. La totalidad muestra la responsabilidad de un grupo cuando un texto muestra un universo aparentemente simple, con lenguaje muy fluido y, sobre la base de un trabajo que no elude el compromiso, cómo se puede desentrañar lo medular escondido. En el programa de mano no se citan los responsables de los rubros técnicos. Una lástima: el vestuario es un hallazgo de tonalidades y texturas.

Las caretas de la hipocresía

La madre y la hija en dos muy buenas actuaciones de Cecilia Martínez Maienfisch y Débora Lazzari, dirigidas con mano segura por Silvia Paredes. Foto: Gentileza producción