Donde hubo fuego

Los papeles de Elvira Cuddé

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Manuscritos como éste abundan entre los papeles de la poeta asesinada una semana atrás. Foto: Archivo

Un sobrino nieto encontró un manuscrito donde la anciana asesinada en barrio Schneider se refiere a un supuesto despojo.

 

José Luis Pagés

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Elvira Mónica Cuddé, anciana poeta asesinada el último fin de semana trabajó como empleada de la administración pública provincial, probablemente en la Dirección de Arquitectura.

La mujer, de 91 años de edad, percibía el dinero de la jubilación, una suma cercana a los dos mil pesos, en la sucursal Barranquitas del Banco Santa Fe, no obstante los vecinos sostienen que jamás tuvo un peso en el bolsillo.

Entre otros testimonios que recogimos, dijo Dora: “Almorzaba y cenaba con nosotros en la mesa familiar y, cuando iba al supermercado lo hacía con unos pesos que le dábamos para que se diera un festín, le encantaban los alfajores y la torta alemana”.

A la última compra que hizo en el súper de Fray Cayetano Rodríguez le siguió su desgraciado final. Un “trapito” del barrio -ex presidiario de temible apariencia- la acompañó el sábado, cuando regresó a su casa de Agustín Delgado 3890.

Después, nada más se supo de ella hasta que su cuerpo sin vida -había muerto por sofocación 48 horas antes- fue encontrado el lunes, cuando los bomberos ingresaron al inmueble para apagar las llamas de un incendio intencional.

La policía santafesina puso al “trapito” en la mira y lo capturó, ahora lo llevará a la justicia como principal sospechoso. El “trapito” -un tipo oscuro que mendigaba a las puertas del supermercado y de la iglesia de Lourdes- habría confesado su culpa y hasta se habría mostrado arrepentido, aseguró una de las fuentes consultadas.

Además de una jubilación de 2.000 pesos -¿El trapito le soplaba el dinero?-, Elvira Mónica Cudddé vivía en una casa, suya o de su patrimonio familiar, una edificación de los años 50 plantada sobre un amplio terreno ubicado en el corazón de barrio Schenider.

El mendigo detenido, un individuo que de costumbre estaba sentado o tendido en la vereda porque la droga no le permitía tenerse en pie, ¿regresaría 48 horas después para borrar la escena del crimen con el fuego de un incendio?

Elvira Mónica Cuddé perdió a su madre y cayó en un pozo depresivo, pero finalmente hizo el duelo y se recuperó lentamente. Mientras, en ese lapso pasaron algunas cosas poco claras, situaciones extravagantes que ella trataba de entender.

Recuerda Dora que: “Cuando rechazó la medicación que le administraban pareció despertar a una realidad por completo ajena y desconocida para ella”. Cuddé descubrió que ya no era dueña de su dinero y tampoco de su casa, pero los poetas, fieles a su oficio a veces pueden escribir entre sueños.

Y ella escribió y sus escritos fueron a dar en manos de personas de su relación, mientras que otros fueron encontrados entre los papeles que rodeaban su cama. Los manuscritos también se salvaron del fuego.

Un detallado relato hizo Elvira Mónica Cuddé de las personas y las circunstancias que hicieron posible que la casa de calle Agustín Delgado cambiara de dueño.

Algunos de esos papeles -otros están en manos de distintas personas y refieren los hechos de igual manera- fueron encontrados y rescatados de la propia escena del crimen por Diego Cuddé, un sobrino nieto de la víctima.

Nadie dice que en esos manuscritos se cifre la clave del cruel asesinato, pero seguramente significarán un aporte a la investigación cuando este Cuddé -cuarta generación de los Cuddé en Argentina- los ponga a disposición de la Justicia.


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Elvira Mónica Cuddé