Hora de cerrar filas

En la reunión del G-20, Argentina plantea salir del atolladero sin intervenir los mercados. Para lograrlo, habrá que mejorar los rindes y abrir la exportación.

Federico Aguer

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El tema es grave. Para el presidente francés, Nicolás Sarkozy, inclusive está en juego la “seguridad alimentaria internacional”.

En momentos en que la espiral creciente de los precios de los commodities parece no tener un tope, los países importadores de alimentos salen a replantear las condiciones de una ecuación que parece no cerrarles más. Es que los valores de los alimentos se encarecieron por séptimo mes consecutivo y se ubicaron en el escalón más alto, en términos reales y nominales, desde 1990. Según la FAO, la movida arrastró a la pobreza a 44 millones de personas.

La situación se agrava con la participación creciente de los grupos especulativos transnacionales, quienes acaparan un porcentaje mayoritario de los mercados a futuro, donde se forman los precios de los productos para su comercialización virtual.

En el marco de la reunión del G-20, las posturas expuestas fueron bien definidas y opuestas. Por un lado, quienes se inclinan por una regulación de los precios, y por el otro, los países productores de alimentos como el nuestro, quienes deberán cerrar filas para evitarlo.

Para la economía argentina, el aporte del campo es como la sangre al cuerpo humano. Quien no esté de acuerdo con esta afirmación, que intente explicar cómo gobernar al país sin el aporte de los dólares que deja la soja. El año pasado, el “yuyo” garantizó cerca de U$S 24.000 millones y posibilitó un ingreso al fisco de entre U$S 7.500 millones a U$S 8.000 millones en concepto de retenciones.

Egipto colapsó por no poder seguir subsidiando el precio del pan para su población. Su caso amenaza con transformarse en una cascada evocando los temores de un efecto dominó con resultados impredecibles en una región altamente conflictiva.

En esta coyuntura, el debate se impone inexorablemente. En un año político, los candidatos deberán explicar qué harán para explotar la situación y no quedar en el intento. Las empresas ya lo entendieron hace rato y planifican duplicar los rindes de sus cultivos en los próximos 20 años.

Para incrementar la oferta de alimentos, Argentina tiene todo a su favor: el clima, los campos y los recursos humanos. Incluso agregándole valor, como quieren los políticos. Se trata de aumentar la eficiencia productiva y de cerrar filas detrás de un proyecto nacional. San sencillo y tan difícil como eso.