Un plato sabor café

Esta clásica bebida también puede incorporarse como ingrediente para llenar con su sabor y su aroma a más de un plato. Nuestra chef nos sugiere propuestas para todos los gustos.

POR. PAOLA ELÍAS.

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Detrás del mate y del tereré, en nuestra idiosincrasia, encontramos otra infusión importante y compañera que nos ha invitado más de una vez a compartir con amigos y familia la sobremesa, largas conversaciones de política, fútbol, anécdotas, historias vividas, trasnoches de estudio o de espera.

El café está presente en el reencuentro con amigos, la charla de pareja o la pausa para pensar un rato y disfrutar de un tiempo con nosotros mismos. Por eso hoy dedicamos nuestra cocina a este ingrediente, con la propuesta de diversas recetas para poder aprovecharlo de otra manera.

Las plantas de café son originarias de la antigua Etiopía (Abisinia). Es fácil confundirse con el origen verdadero del café, ya que antiguas leyendas sobre el cultivo y la costumbre de tomarlo provienen de Arabia. Una de las leyendas acerca del descubrimiento del café y su infusión es la que hace referencia a un pastor llamado Kaldi, quien se dio cuenta del extraño comportamiento de sus cabras luego de que habían comido unas frutas parecidas a las cerezas y las hojas de cierto arbusto. Los animales estaban saltando alrededor muy exhaltados y llenos de energía. Entonces Kaldi decidió probar las hojas del arbusto y, un rato después, se sintió lleno de energía.

Kaldi llevó algunos frutos y ramas de la planta a un monasterio. Contó al Abad la historia de las cabras y de cómo se habían sentido después de haber comido las hojas. El Abad decidió cocinar las ramas y las frutas; el resultado fue un trago muy amargo que él tiró de inmediato al fuego. Cuando las cerezas cayeron en las brazas empezaron a hervir, las arvejas verdes que tenían en su interior produjeron un delicioso aroma que hicieron que el Abad pensara en hacer una infusión con el café tostado, y es así como la bebida del café nace.

Otra leyenda conocida cuenta que, en 629, Mahoma -luego de vencer la Gran Guerra- hizo un viaje solemne a la Meca, de la que se apoderó en 630. Poco a poco fueron sometiéndose todas las tribus rebeldes y quedó fundado definitivamente el islamismo.

Un día en que Alá vió a su profeta apenado por la indolencia humana, atribulado por la gran cantidad de tareas y problemas por resolver, le envió al arcángel Gabriel con un regalo que lo animara y le diera consuelo. Se trataba de un presente “negro como la piedra negra de la Kaaba”. Mahoma, buscó un nombre al regalo recibido y lo llamó “Qahwa”, que significa excitante, energético, vigorizador. El café había entrado por la puerta grande al mundo árabe.

PASTEL DE CAFÉ

Triturar 150 gramos de amarettis y mezclarlos con 50 gramos de cacao amargo, 60 gramos de azúcar integral, media taza de café instantáneo fuerte y una copita de licor de café. Después, batir ligeramente dos huevos, añadir 200 centímetros cúbicos de leche e incorporar todo a la mezcla anterior. Repartir en moldes individuales y hornear a baño María durante 35 minutos, aproximadamente.

FLAN DE CAFÉ

Batir ligeramente cinco huevos, sólo para romper el ligue. Disolver cinco cucharadas de azúcar en medio litro de leche y 80 centímetros cúbicos de café. Mezclar con los huevos sin batir para no incorporar aire. El flan no debe tener burbujas. Verter esta mezcla en flaneras previamente acarameladas y dejar cocinar en el horno muy suave (a 65ºC) a baño María, durante aproximadamente 40 minutos hasta que la preparación coagule (depende del tamaño de las flaneras).

SALSA CON CHOCOLATE

Calentar 100 gramos de chocolate a baño María, agregar 150 centímetros cúbicos de crema de leche y tres cucharadas de café instantáneo fuerte. Remover hasta obtener una mezcla homogénea y con brillo. Dejar enfriar. Para darle mayor personalidad, añadir un chorrito de licor de café. Sugerencia: Esta salsa es ideal para servir sobre bizcochuelos, peras cocidas o helados.

GRANIZADO DE CAFÉ

Se trata de una bebida para refrescar el paladar. Para prepararlo, calentar un vaso de agua y cuatro cucharadas de azúcar hasta que ésta se disuelva y se obtenga un almíbar (tres o cuatro minutos aproximadamente). Disolver 100 gramos de café en 900 centímetros cúbicos de agua y agregar a la preparación anterior (cuando se encuentre ya tibia). Mezclar bien y llevarlo al congelador o freezer. Cada hora, romper la capa superior de hielo para evitar que se congele en forma compacta.

ARROZ CON LECHE AL CAFÉ

Hervir en una cacerola medio litro de leche con 200 gramos de arroz, cuatro cucharadas de azúcar y unas gotas de vainilla. Cuando el arroz esté al dente agregar dos cucharaditas de café instantáneo fuerte. Para servir, colocar una medida de café al coñac en una copa o taza y el arroz con leche tibio.

CAFÉ A LA TURCA

Para seis tazas, poner en una raqwa (del árabe rakwa, jarro de cobre para café con un largo mango) u otro recipiente: seis cucharadas de café molido muy fino, seis cucharadas de azúcar, seis granos de cardamomo y seis tazas de agua fría. Calentar y cuando esté por hervir, retirarla de la hornalla. Dejar asentar unos pocos minutos y repetir este proceso tres veces más. Antes de servir agregar unas gotas de agua fría para que el café decante en el fondo del recipiente.