Radiografía, escenario, foto

Cuando vienen las elecciones yo sonrío, tanto o más que los candidatos, al ver su modo de posicionarse públicamente, desde los cándidos a los serios, desde los sapientes hasta los cancheros, desde los descontracturados hasta los ignotos. Yo también me postulo en un único mandato: toco y me voy.

TEXTOS.NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected]

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Parece que la nueva forma de votar también trajo aparejado un cambio en las estrategias de comunicación de los candidatos, los aspirantes a ocupar cargos. Como las boletas nuevas tendrán una foto del principal candidato, sería apetecible que su imagen estuviera ya “instalada”, porque además de los afiches de una camada nueva o vieja de candidatos viene acompañada también de análisis, radiografías, fotos y escenarios.

Las elecciones vienen con un paquete muy específico de comentarios y comentaristas, y así como en los mundiales aparece o reaparece Quique Wolf; en las olimpíadas o en cualquier cosa aparece Bonadeo; pues, con las elecciones aparecen otros especialistas tan especialistas como aquellos...

Con respecto a los afiches, la primera impresión (y las siguientes, depende de cuánto impriman...) nos arroja un despojamiento total de textos o propuestas y un crecimiento al ciento por ciento de la foto, el candidato mismo es el producto a comunicar.

Y así tenemos esos enormes afiches que son todo cara, sonrisa entera, mirada franca y positiva y algún que otro cielo o marco áureo para realzar la figura retratada. La palabra retrato, tan sospechosamente parecida a retrete en algunos casos y a retreta en otras, habla de un nuevo trato, de duplicar el trato y así tenemos una súper foto, una gran cara, unos dientes que envidiaría cualquier actor, un rostro sin impurezas, convenientemente tratado -un barrito sería un bajón, y puede embarrar la cancha, comunicativamente hablando- una ausencia de arrugas y de tensiones, una cosa lisita y amigable, como una manzana o la tapa de una revista de modas...

En su esfuerzo por comunicar determinadas ideas desde -sólo- la gráfica, la ropa, la actitud, la corbata o no, el saco o no, la sonrisa o no, los lentes o no, hacen su trabajo y uno puede intuir esas puestas en escena.

Aparecen también las palabras específicas. Por ejemplo, decir que el candidato o tal tema están “instalados”. Antes la instalación era únicamente eléctrica y refería, en efecto, a la colocación de cables, enchufes y tomas para dotar de luz y de energía eléctrica a una casa. Luego, el arte tomó la instalación como una suerte de puesta momentánea en que un tema o una apelación se postula del mismo modo... que un candidato.

Es común escuchar también la expresión “en este escenario”, con lo cual se adopta también un término proveniente en este caso de las artes escénicas -se utiliza también “puesta en escena”-, como un corte, el análisis de un contexto determinado, capaz además de registrar la idea de cambio: en este escenario tal cosa, en otro tal otra. El concepto es interesante porque conlleva la idea de relativizar o contextualizar (los políticos suelen ser hábiles inventores o promotores o usuarios de palabras rimbombantes y que suenan “importantes”), que puede oponerse con cierta eficacia al archivo o a explicar cualquier recorrido lábil y cambiante o cualquier lealtad sucesiva.

La radiografía es vieja pero eficaz, por cuanto remite directamente a la idea de un análisis o una mirada tan profunda que puede traspasar hasta la misma carne para llegar hasta el hueso. Otra incorporación tiene que ver con algo más superficial o estático como “la foto” o -más veterano- la “instantánea”, un fragmento congelado de la realidad que tiene determinados elementos.

De la gastronomía, se toma la palabra “ingrediente” o se alude a la “cocina” de tal cosa. Estoy lejos de querer afirmar que la política también es el arte de tomar prestado expresiones o palabras de otras disciplinas o de donde se pueda.

Y acá estamos: me cuesta reconocer en esa cara de un metro por un metro a fulanito de tal, que en otras elecciones tenía dimensiones y pretensiones más modestas, además de otras ideas y hasta -en algunos casos- otro partido. Como si se tratara de una lustrosa manzana que promete fresco y seguro sabor (aunque adentro puede albergar a un gusano), allí están los afiches prometiendo en este escenario una correcta radiografía, la exacta foto convenientemente instalada para que la gente pueda naufra-sufra (gar) como corresponde. Es vox populi.