Pasó lo peor de la sequía

Los caprichos de La Niña salvaron la soja

Los caprichos de La Niña salvaron la soja

Con lo justo: la soja recibió agua a tiempo y entonces la campaña 2010-2011 cerrará muy bien.

Tras los pronósticos agoreros de fin del año pasado, que daban cuenta de una fuerte sequía que afectaría el maíz -lo hizo- y también a la soja, las oportunas lluvias del verano no sólo atemperaron los efectos de La Niña, sino que dejaron a salvo la campaña de soja, que ya “zafó”.

 

De la redacción de El Litoral

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Hace tiempo que los climatólogos quieren encontrarle la vuelta al funcionamiento de la alternancia entre los fenómenos Niño o Niña, su recurrencia, y los efectos que tienen por estas tierras por aquello de que la única variable que no maneja hoy el hombre de campo es el clima... Y esto se comprueba también para los especialistas: cuando la Niña apretó su rigor en noviembre y sobre todo en diciembre, mordiendo el final de la igualmente muy buena campaña de trigo (la fuerte insolación del final asustó a algunos y pudo mermar algo, pero el rinde ya estaba asegurado), derrumbando cualquier expectativa con el maíz -los implantados en fecha, los tardíos: todos- y poniendo en jaque a la masiva soja, se anticipó un escenario cercano a la catástrofe. Y con razón: las lluvias y las perspectivas de lluvias habían desaparecido, por una Niña muy marcada.

Sin embargo, contra todos los pronósticos, las lluvias de enero y febrero, escanciadas sabiamente, puestas justo como con mano de cirujano en el exacto límite del estrés hídrico, no sólo no condenaron a la soja sino que le aseguraron la humedad justa para “pasar”, incluso en un marco de sequía generalizado. La Niña está y mantendrá -dicen- su perfil de baja humedad en la zona núcleo, pero esas lluvias “inesperadas” obligaron a recalcular los pronósticos y, para mejor, dejan a salvo el ingreso de divisas por la colocación de los porotos por el mundo.

Textualmente, el informe periódico de la Bolsa de Cereales, que firma el conocido ingeniero agrónomo y especialista en agroclima Eduardo Sierra, expresa que “gracias a las oportunas lluvias ocurridas en enero, los cultivos estivales superaron exitosamente su etapa crítica, consolidándose un potencial productivo muy considerable. Las precipitaciones ocurridas en los últimos días de enero y en las dos primeras semanas de febrero cubrieron la mayor parte del área agrícola argentina, aportando agua para el consumo de los cultivos y reponiendo parcialmente las reservas de humedad de los suelos. Contrariamente, el centro y sur de La Pampa, el sudoeste de Buenos Aires, gran parte de Entre Ríos y el extremo nordeste de Buenos Aires recibieron aportes de lluvias algo escasos, por lo que se observa la persistencia de focos de sequía. Estas situaciones son de carácter local, y no comprometen el resultado global de la campaña, pero es probable que registren mermas importantes en la productividad zonal”.

Es decir: se perdió nomás el maíz en gran porcentaje (se picó para silo y luego se transformará en kilos de carne) pero la gran soja está salvada, con lo que el cierre de la campaña 2010-2011 es bueno y el balance de todo el período mucho mejor.

¿Qué pasó para que La Niña furiosa atemperara su conducta y se mostrara capaz de comportarse sensata y hasta benévolamente? Aquí los especialistas descubrieron “la presencia de áreas con aguas con temperatura superior a lo normal en el océano Atlántico, las cuales, aunque de una manera muy irregular, compensaron en buena parte los efectos negativos de La Niña, permitiendo que el mes de enero se observara una serie de lluvias, que llevaron oportuno alivio a gran parte del área agrícola nacional”.

Vale decir que esta cuestión salvó la soja aunque igualmente la Niña seguirá su curso -con su condimento de pocas lluvias- hasta diluirse en otoño. La buena es que se salvó la casi perdida de antemano cosecha de soja; las malas tienen que ver con que la nueva campaña arrancará (a diferencia de la anterior) con muy escaso perfil de humedad en suelo y con la presencia de heladas tempranas.

Febrero y marzo

Según el informe, “febrero observará precipitaciones con una irregular distribución pero al mismo tiempo que se producirá una moderación del régimen térmico, se observarán lluvias en la mayor parte del área agrícola nacional, las cuales contribuirán a consolidar las perspectivas de producción de los cultivos estivales y favorecerán la cadena forrajera.

“No obstante, cuando se analiza el mapa de valores relativos en porcentaje de la media normal, se comprueba que gran parte del área agrícola recibirá valores inferiores a la media, y sólo una porción registrará aportes superiores al promedio: la mayor parte del Noroeste Argentino, el oeste de la Región del Chaco, el norte de Cuyo, el noroeste de Córdoba, el sudeste de La Pampa, el sudoeste de Buenos Aires, la mayor parte de Corrientes y Misiones observarán precipitaciones por debajo de lo normal.

“El centro de Cuyo, el sur de Córdoba, el norte y el centro de La Pampa, el centro de Buenos Aires y algunas zonas aisladas observarán precipitaciones dentro del rango normal.

“Sólo el sur de Cuyo, la mayor parte de la Región del Chaco, la mayor parte de Santa Fe, la mayor parte de Entre Ríos y el centro y el este de Buenos Aires observarán precipitaciones sobre lo normal”.

Desde el punto de vista térmico, febrero registrará una fuerte alternancia entre la circulación del norte, que aportará aire cálido y húmedo, y la circulación del sudoeste, que irá ganando fuerza a lo largo del mes.

Marzo observará precipitaciones en la mayor parte del área agrícola nacional, las cuales terminarán de consolidar las perspectivas de producción de los cultivos estivales y favorecerán la cadena forrajera.

Desde el punto de vista térmico, este período registrará un crecimiento de la circulación del sector sur, que irá ganando fuerza a lo largo del mes, desplazando a la circulación del norte. Por esta causa, explica el informe, la mayor parte de área agrícola nacional pasará a observar temperaturas cercanas o algo inferiores a lo normal.

Las entradas de aire polar al sur del área agrícola nacional se incrementarán, siendo posible que, hacia el final del mes, comiencen a producirse descensos térmicos cercanos al punto de congelamiento.

El descenso de la temperatura reducirá la tasa de evaporación pero, dado que las precipitaciones serán inferiores al promedio, es probable que la mayor parte del área agrícola no logre reponer sus reservas de humedad.

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La buena es que se salvó la casi perdida de antemano cosecha de soja; las malas tienen que ver con que la nueva campaña arrancará (a diferencia de la anterior) con muy escaso perfil de humedad en suelo y con la presencia de heladas tempranas.


Las razones

La pregunta que surge a partir de los datos de este informe es por qué La Niña “perdonó” a la soja. Desde el punto de vista climático, contribuyeron decisivamente a ello dos factores de gran importancia: el episodio de El Niño, que se desarrolló durante la campaña 2008/2010 dejó buenas reservas de humedad y su acción residual permitió que las lluvias otoñales, invernales y de la primera mitad de la primavera fueran abundantes. Gracias a ello, la acción negativa de La Niña recién comenzó en noviembre, lo que mitigó mucho sus efectos.

Por otra parte, el desarrollo de un área con temperaturas superiores a lo normal en el océano Atlántico proveyó la humedad necesaria para que enero observara lluvias oportunas que contuvieron el impacto que había comenzado a causar la sequía registrada en noviembre y diciembre.

De no ser por estos dos factores compensadores, el impacto de La Niña 2010/2011 se habría acercado al producido por el episodio 2008/2009, como se temió a fines de diciembre.

Otoño con heladas tempranas

El otoño 2011, observará un temprano inicio de la temporada de heladas. A partir del inicio de la estación, las intensas tormentas cordilleranas, que serán provocadas por la acción residual de La Niña, provocarán anomalías negativas de temperatura en gran parte del área agrícola nacional.

Ello determinará un inicio temprano de la temporada de heladas. Este proceso será especialmente marcado en el sudoeste del área agrícola nacional, debido a que dicha zona se encuentra directamente en el camino de entrada de los vientos del sudoeste.

Los modelos pronósticos dan tres posibles lapsos durante el otoño, de diez días cada, en los que se presentará una elevada probabilidad de entradas de aire polar, capaz de provocar heladas tempranas:

* Del 11 al 20 de abril.

* Del 11 al 20 de mayo.

* Del 21 al 31 de mayo.

“De los tres casos, el único que presenta un riesgo significativo, es el primero ya que, para cuando se produzcan los otros dos, los cultivos ya habrán dejado de ser vulnerables”, asegura el informe.

Por el momento, la posibilidad de heladas a mediados de abril es sólo una hipótesis, pero será

conveniente continuar la vigilancia ya que, si su ocurrencia se concreta, podría producir daños de

consideración, sobre todo en lotes de soja tardía.